El genocidio de Ruanda

Lo viví intensamente, pues poco antes había visitado el país, con ocasión de una visita directa al hospital de Nemba, con fuerte presencia navarra. Fue una de las atrocidades más graves cometidas en todo el siglo XX. Ahora, por fin, tras seis años de trabajos y 409 días de proceso judicial. el Tribunal Penal Internacional para el caso de Ruanda, con sede en Arusha, capital de Tanzania, acaba de condenar a cadena perpetua, por culpable de genocidio, de crímenes contra la humanidad y de crímenes de guerra, al ex coronel, de 67 años, Théoneste Bagosora, como cerebro del excidio cuando era director del gabinete en el ministerio de Defensa en Kigali, capital de Ruanda, y estaba al frente de las tropas ruandesas y de las terribles milicias Interhamwe, aquel triste abril de 1994. La cacería al tutsi, etnia privilegiada desde siempre, enemigo tradicional de los hutus, estalló tras el derribo, el 6 de aquel mes, del avión donde viajaban los presidentes hutus de Ruanda y Burundi, pero Bagosora y los suyos preparaban ya el exterminio desde 1990. Casi un millón de tutsis y de hutus moderados y opuestos a la matanza fueron pasados a cuchillo, machete, fusilados, agarrotados o asesinados de mil maneras en una locura sangrienta como ha habido pocas en la historia reciente. Y el odio y la muerte siguieron desde aquel año hasta hoy mismo en el vecino Congo a través de una guerra continua entre milicias hutus refugiadas en ese país y las milicias ahora perseguidoras de los tutsis, hasta llegar a casi cinco millones de víctimas de congoleños, ruandeses, burundianos y ugandeses, más cientos de miles de desplazados y refugiados. El mismo Tribunal ha condenado ya a 29 responsables de aquel horror, desde cantantes a eclesiásticos, y faltan todavía muchos por juzgar.- No sé si algún tribunal internacional juzgará también los cientos de miles de hutus asesinados por el ejército ruandés, compuesto en su gran mayoría por tutsis, antes y sobre todo después de 1994, en brutales acciones de represalia, venganza y escarmiento,  toleradas o dirigidas por el hombre fuerte de todos los gobiernos, esté en el puesto que esté, el tutsi Paul Kagamé, ahora presiden te de la República, y hasta anglófono por anti francófono. Ni sé tampoco si juzgará la responsabilidad de políticos y de militares belgas y sobre todo franceses, presentes en aquel país, acusados por Ruanda de complicidad con los dirigentes asesinos  de aquel tiempo. Lo cierto es que el mismísimo secretario general de la ONU, el africano Kofi Annan, llegó a pedir perdón en su nombre y en en el de la organización internacional, por su desidia y su desinterés en auella gravísima situación: ni hubo voluntad política para prevenir el holocausto, ni voluntad ni tropas para impedirlo. ¡Al fin y al cabo, eran cosas de negros, y de negros en África!