Primeras impresiones

 

               En los medios informativos españoles era difícil encontrar esta mañana una información clara sobre las elecciones europeas habidas en la Unión Europea, porque casi todo su interés estaba volcado, como siempre, en la actualidad nacional, dejando un pequeño lugar a la muy importante visita del papa Francisco a Tierra Santa, que se ha visto preterida lamentablemente por las elecciones, y al magnate que ha ganado las elecciones en la atormentada Ukrania. Ni se han enterado siquiera de las elecciones parlamentarias en la troceada y compleja Bélgica, a la que salva de la ruina institucional la capital Bruselas y sus instituciones europeas. Y aún no tenemos un mapa claro con los resultdos de toda la Unión. Lo muy cierto es que más de la mitad de votantes europeos han vuelto a abstenerse, aunque la  tendencia negativa se ha contenido y el índice de votantes ha sido algo mejor, lo cual es una buena cosa. Millones de europeos (¡seres humanos europeos!) han votado molestos e indignados por las consecuencias de la crisis económico-social, dando sus votos mayoritarios a partidos de la oposición -Grecia o Portugal y en menor medida España, cuyo partido gobernante ha ganado por la mínima, perdiendo ocho diputados.  O han favorecido a un gobernante joven y reformista reciénn estrenado, como es el caso de Italia. O han confiado en partidos nacionales-nacionalistas, euroescépticos y anticentralistas en relación a Bruselas, como es el caso de Gran Bretaña, DInamarca, o el más grave y peligroso de Francia y, secundariamente, de Holanda, Austria, Hungría y Finlandia. Aunque, por muy distintos motivos, votantes anti sistema, ultras ultra quiere decir más allá de la derecha e izquierda democráticas-, de extrema izquierda y de extrema derecha, xenófobos, nacionalistas excerbados, indignados, parados, empobrecidos, emigrantes, jóvenes sin porvenir, demócratas exigentes y sensibles, europeístas decepcionados… han votado más en contra que a favor y han elegido  partidos nuevos o antiguos, algunos variopintos -el declive del bufón Beppe Grillo y del bufón Berlusconi es patético- y otros de prometedor porvenir. La Unión Europea es tan rica y compleja, que cualquier fórmula o receta de nivel nacional o regional no sirve. Es curioso, por ejemplo, que pequeños partidos o coaliciones independentistas, que van directamente contra el futuro de la Unión, le pidan más libertad o más protección. O que grupos que tienen en los regímenes autoritarios marxistoides su modelo pidan a la Unión más sentido y contenido social. O partidos tradicionales, que se han desangrado en votos por haber estado lejos de sus votantes y por haber preferido las cosas a las personas, la democracia informal a la democracia cotidiana, hagan sólo cábalas locales poselectorales o sólo piensen en tener el próximo presidente de la Comisiòn de su color político, y vuelta a empezar. La Unión de los 28 Estados, y los que vayan a venir, es la entidad política más difícil de gobernar del mundo, más que la Unión India, que ya es decir. Es una obra lenta y difícil y no podemos equivocarnos comparándola con la India, con los Estados Unidos de América, y mucho menos con un Estado europeo cualquiera, rojo, azul o verde. Cuando el mapa electoral europeo esté completo, será posible decir algo más. Mientras tanto, no intentemos llevar el agua a nuestro molino particular, ni el ascua a nuestras sardinas caseras. sino, justo, al revés.