El «lío», que el papa Francisco quería que se armara en la Iglesia, se hizo patente en la parroquia de San Juan Bautista de Arganda, provincia de Madrid y diócesis de Alcalá de Henares. Entre el 23 de marzo y el 6 de abril de este año, dos semanas de la Cuaresma anterior a la Pascua, todo un grupo de misioneros seglares, compuesto mayormente por mujeres jóvenes y mayores, coordinado por el Grupo Misionero de Primer Anuncio-Kerygma, se lanzó a la calle -con su sola palabra, unas veces, con la ayuda de algunos folletos, otras-, todas las tardes, mientras otros muchos oraban por ellos, a encontrarse con la gente, hablarles de Dios y de Jesús, e invitarles, en su caso, a pasar un rato en el templo parroquial. Las anécdotas fueron innumerables. A todo ello se añadió toda una serie de eventos que rodearon la campaña misionera: conciertos-oración; recogida de alimentos para Caritas; procesiones con la Patrona, la Virgen de la Soledad; testimonios de personas alejadas de la fe… Un nuevo estilo de aquellas misiones populares que todos hemos conocido. Protagonizadas esta vez por seglares de cada día, misioneros de corazón, convertidos en misioneros de ocasión más intensa y programada, acicate para la misión en el resto del año. Todo un «lío», complicado y sencillo a la vez», propio del tiempo, de nuestro tiempo «laico». En una parroquia de la provincia de Madrid, España, ejemplo para otras muchas.