Millones de justos le esperaron.
María, su madre, le esperó.
Todos los pobres,
de verdad,
le esperan todavía.
Y todos los miles de millones de muertos
siempre le esperarán.
Porque sin él
no existe esperanza alguna.
Millones de justos le esperaron.
María, su madre, le esperó.
Todos los pobres,
de verdad,
le esperan todavía.
Y todos los miles de millones de muertos
siempre le esperarán.
Porque sin él
no existe esperanza alguna.