Ahora, dentro de la política gubernamental (o mejor, sanchista) de intervención en todas las instituciones, política verdaderamente des-instucionalizadora, le ha tocado el turno al Banco Central Europeo. Hasta ahora habían pasado por las manos contaminadoras de Pedro Sánchez la Fiscalía del Estado, la RTVE, el CNI, el TS, el TC, el CGPJ… Ahora le toca, saltando las muga nacionales al prestigioso Banco Central Europeo, que, por unanimidad, le hacen reflexionar, sobre los efectos que puede tener la voluntad del Gobierno español de imponer una tasa a los bancos españoles (el primero, el de repercutir el impuesrto en sus clientes), contra de los buenos usos y costumbres de la política bancaria de los Países miembros de la Unión. La respuesta, irreflexiva y zafia, del mismo presidente es la de seguir adelante, cargando, además, sobre el vicepresidente primero del Banco, que tiene la desgracia de ser español y de haber sido ministro de economía en el Gobierno del popular Mariano Rajoy. ¡Como si fuese obra particularmente suya!
Viniendo como viene tal iniciativa de su socio, PODEMOS, antes odioso, ahora imprescindible, la cosa tiene sus bemoles. Por el plato de lentejas de su permanencia en el poder este hombre, cada días más podemizado, está dispuesto no solo a dilapidar su herencia, a repartir el Estado entre sus socios, sino a congraciaarse con los mayores enemigo de España y perder a la vez la confianza de las instituciones europeas y españolas, que todavía no han sido intervenidas o maldecidas por él.