Nos lo cuenta Corín Castro Tellado, nieta de Corín Tellado, recientemente fallecida, que su abuela dijo o escribió una vez: Soy católica con reparos. Sólo siento curiosidad por saber lo que hay más allá. Si no hubiera algo, sería decepcionante. Hace pocas semanas oí decir casi lo mismo a una señora que velaba durante la noche a su marido, atacado de un ictus, después de decirme que los curas son hombres como los demás: Pero algo tiene que haber. Recuerdo que hace años un viejo amigo, que había sido cura celoso y apostólico en cierta región de España, hablando, hablando, me salió con éstas: –Pero algo tiene que haber después de la muerte. Sorprendido y hasta escandalizado de tal salida, no pude menos de decirle: –Algo no, Alguien. –Eso, dijo entonces él.- Lo dicen las encuestas: muchos católicos que creen en Dios no creen en la vida después de la muerte. ¿No creen? Ahora pienso que dudan; mejor, que, como no aciertan a imaginarse qué vida será ésa, cómo será eso que llamamos el cielo, que es Dios, son reticentes al contestar, pero que, en el fondo, en verdad, creen, o, como decía Unamuno, quieren creer, lo que para él era lo mismo. En fin, lo de Corín Tellado, y seguramente, lo de cientos de los personajes de sus 4.000 novelas: ¿no será esa esperanza en algo, una confesión de fe sencilla, elemental, temblorosa, pero tal vez más real que muchas de nuestras peripuestas confesiones?