Por inconcebible tenía Emil Michel Ciorán el amor al prójimo.
–¿Acaso se le pide a un virus que ame a otro virus? -preguntaba con sorna. Con sorna y con cierta inexactitud.
-Hombre, si es un virus prójimo, sí -le hubiera respondido yo.
Por inconcebible tenía Emil Michel Ciorán el amor al prójimo.