Apéndice sobre Pedro y Judas (III)

 

         Es innegable la base histórica de la negación o negaciones de Pedro, el primero de los Doce, y Marcos ha aprovechado su caso  para escribir una especie de parábola sobre la culpa y el arrepentimiento del hombre y la misericordia de Dios. Un nuevo estímulo y consuelo -ya que los Evangelios son fundamentalmente catequesis- para los cristianos de la comunidad marcana, que se las tenían que ver con las pruebas y persecuciones de Nerón y después de Nerón, y habían negado al Señor por miedo o por cobardía. Como lo era la narración de Juan sobre el enigmático joven aspirante a discípulo -¿el discípulo amado?-, que también acabó huyendo tras el arresto de Jesús, para la primera comunidad  cristiana de Jerusalén, víctima igualmente del fanatismo de romanos y judíos.

En cuanto a Judas Iscariotes, figura histórica para los cuatro evangelistas, Mateo nos da a conocer probablemente una tradición anterior a él, que refería no sólo la muerte violenta del traidor, sino también el destino del dinero mal ganado y empleado –el dinero de la sangre-, lo que pudo inducir al segundo evangelista a rodearse de textos del profeta Jeremías (19,1-3 y 32,9) para redactar un relato, que tantos paralelos tiene con la actitud y actuación de Pilato tras entregar la sangre del Justo. No se puede atribuir probabilidad histórica alguna a las varias modalidades de muerte de Judas, que aparecen en el Nuevo Testamento y fuera de él.