El pintor y muralista vallisoletano, de 34años, Gonzalo Borondo, que acumula exposiciones y encargos en medio mundo, fue el cuarto invitado español al encuentro en la Capilla Sixtina vaticana. Estaba recién llegado de La Habana, de un proyecto social de intercambio con una comunidad de artistas emergentes cubanos y con una intervención en barrio marginal.
-Encuentro –dice- muchos elementos del discurso del Papa en los que me siento representado. No sabíamos a lo que íbamos ni lo que íbamos a escuchar y nos sorprendió la coherencia de sus palabras, pero también la selección de artistas. Muchos estaban en la línea que nos propone Francisco. No llamó a los más populares, ni a los que más vendían, sino a los que tenían conexión con esas dimensión espiritual, humana y que, efectivamente, puede resultar incómoda y difícil .
(…)
Me pilla en un momento de mi carrera en el que te surgen dudas de si todo el esfuerzo va en una dirección adecuada y justa. Me lo confirmó. (…) Nos habló del arte maquillaje o arte truco, que es el nace para esconder los problemas, para no enseñar la verdad. Estuvo más que acertado, porque hoy por hoy existen muchas cosas que dicen ser arte, pero maquillan una sociedad con problemáticas sin resolver. Sin embargo, el arte debe buscar una conexión más allá. No se puede generar un buen arte con excesiva ligereza. (…) El arte tiene para mí mucho de acto de fe, porque de trata de dedica r tu existencia a algo que no tiene una función clara o inmediata. A veces uno tiene crisis de fe, seas creyente, profeta o artista. El arte y la espiritualidad están conectadas, y yo siempre he creado desde ahí.
Obras suyas son, sin ser confesionales pero respirando trascendencia, la capilla de Bolonia, reconvertida en sala expositiva; la muestra Non plus Ultra en el Museo de Arte Contemporánea de Roma, basada en la iconografía de la Crucifixión, y que tuve la suerte de ver el año pasado en Segovia; o la intervención en el cementerio de Selci, con el nombre de Cenere, con pintura acrílica, vidrio, cerámica, pan de oro, resina y hierro.
Artista, en un comienzo, callejero y grafitero, multado en cierta ocasión por el ayuntamiento de Madrid y, poco después, compensado con una exposición propia, pronto dominó el arte digital, la cerámica, la madera o el vidrio. Con solo 23 años, fue invitado a su primer certamen internacional de arte en espacios públicos, en Estambul. En este momento está experimentando con la cámara con motivo del Festival Europeo de Fotografía, un reto formal y conceptual para alguien que ve el arte más como experiencia que como objeto.