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Más esperpentos

 

Cada mañana nos despertamos con un  nuevo esperpento, según la etimología que infundió al palabrón la ingeniosidad de don Ramón del Valle Inclán.

Ayer, en la sesión del Congreso, celebrado en el Senado, se habló de  alarmas,  acuerdos en la bocina, shoks e infartos entre las fuerzas heterogéneas que apoyan al Gobierno, a la hora, nuevamente, de aprobar decretos-leyes, que sustituyen cada vez más a las leyes presentadas y debatidas en la Cámara.

Total que el habitual mercadorismo y  entreguismo  del Gobierno  volvió, por  quita y daca siete votos, a los nuevos esperpentos de prometer y dar a los separatistas catalanes más dinero para sus pensiones, sus transportes, más todavía para la lengua, amén de pactar, por medio del recoge votos de Bolaños y los diputados de Puigdemont, la política de inmigración, que, siendo facultad exclusiva del Estado, solo puede ser transferida o delegada por ley orgánica, según el célebre artículo 150.2 de la Constitución, de amargo recuerdo. Unos dicen que todas las facultades en la materia, otros que menos. Pero los siete de la fama puigdemontista no votaron a favor, sino que  se abstuvieron, y sin decirlo. Saben que mandan. Saben que chantajean. Saben que pueden hacer ridículo al Gobierno, que, después de hacerle caer, es el mayor de los agravios. Nunca sufrió un ridículo como este.

Y en esas estamos. Hasta su prensa más adicta ve sobre todo precariedad en el Gobierno. Y los demás vemos otro cachito más del Estado, a través del chantaje, cedido a los secesionistas. Y no hemos hecho más que empezar. Pero el imperturbable presidente del Gobierno se ha perturbado esta vez. Y ha perdido una votación solemne junto con su hada, no madrina sino amadrinada, Yolanda Díaz. Y ha asustado a muchos socialistas, que no ven que esto pueda llamarse Gobierno. 

Y esto es ya mucho.

Nicolás Redondo en Pamplona

 

            Hoy hemos tenido la satisfacción de saludar a Nicolás Redondo Terreros, felicitarle por sus muchas actuaciones, y de escucharle, con motivo de la presentación de su libro No me resigno. Populismo, nacionalismo y los retos del socialismo español. La velada estaba organizada por las dinámicas Sociedad Civil Navarra y  la Sociedad Pompaelo.

Le hemos oído y leído, durante los últimos tiempos, tantas veces a Nicolás, que ya somos muchos de nosotros lectores y oyentes habituales suyos, y podemos temer que ya no pueda decirnos nada nuevo. No es así, porque el libro va más lejos que la última  política española. Además, estos encuentros son mucho más que pura información y comunicación: son una celebración, un encuentro festivo, un gesto de agradecimiento, y, sobre todo, un  acto colectivo de afirmación y de reafirmación de nuestros más nobles ideales, que son en este caso los democráticos, los patrióticos y, más concretamente, los constitucionales.

De todo lo que ha dicho el orador de esta tarde, presentado por la  ex socialista parlamentaria y ex alcaldesa navarra, Pilar Aramburo, me ha parecido muy relevante la insistencia en la concordia española tras la guerra civil y la Dictadura franquista, clave de la Transición, entre partidos y militantes distintos, con referencias continuas a su familia, a su partido de entonces, a su singular alianza con el PP en el País Vasco, y con una severa crítica a la última ley de Memoria Democrática, apoyada, además, para colmo, decisivamente, por Bildu.

Redondo Terreros rompió hace mucho tiempo la tradición, casi celo, tan habitual en gente de izquierda, de huir de la coincidencia, del elogio y, más aún, de la relación normal con gente de derecha, a todos los efectos y en todas las circunstancias. Con lo que lleva a la práctica lo que predica con la palabra. Hoy, en su visita a Pamplona y durante la conferencia se ha mostrado muy cercano personalmente a la ex alcaldesa de Pamplona, Cristina Ibarrola y a su partido UPN, tras la fechoría del PSN en favor de Bildu.

El amplio salón del hotel estaba lleno y los aplausos han saltado al final de la oración política de Redondo, llenos fervor humano.

China y los derechos humanos

 

                    Vengo del Nuevo Casino de Pamplona de escuchar al joven navarro David Garciandía Igal, ex alumno de la Universidad Pública de Navarra y hoy profesor e investigador en la universidad de  Oxford,  la conferencia ¿Somos relevantes en la escena mundial? Cómo la Unión Europea influye en los derechos humanos de China, dentro del ciclo Hablemos de Europa, organizado por el Consejo Navarro del Movimiento Europeo.

Presentado por Patricia Plaza, la presidente del Consejo Navarro, Garciandía, después de situar la actual China en el mundo de hoy, nos ha  mostrado de una manera breve, clara y precisa, lo mismo en la conferencia que en las respuestas a las muchas preguntas posteriores, el proceso de las influencias europeas en China y de las influencias chinas en Europa y en el mundo.  Lo que me ha impactado más es su reflexión capital sobre el muy distinto modo de los chinos de concebir el Estado-Nación, que para ellos es un Estado-Civilización, y su correspondiente sentido del Derecho, al servicio de esa Civilización -su unidad y estabilidad ante todo- y no precisamente al de las personas, enfrentadas habitualmente – como en Occidente- al Estado.

He recordado, con este pensamiento por montera, nuestros esfuerzos tanto en el Consejo de Europa como en el Parlamento Europeo por defender los derechos humanos en China y nuestros inútiles diálogos, en ocasiones, con el embajador chino y otros altos funcionarios de la embajada, debido sin duda a esa distinta visión de la persona y de la comunidad, forjada por la poderosa mezcla del Confucianismo con el Maoísmo, tan distinta de la que heredó el Occidente de la filosofía griega, la religión judeo-cristiana y la Ilustración.

Me lo confirma después el orador, al que le hablo de nuestras visitas a China con el grupo Yamaguchi, siguiendo las huellas de Francisco de Javier, y nuestro recuerdo de la doble Iglesia católica china, que él conoce de cerca, según me dice, y cuya relación algo ha mejorado desde el convenio (2018) de la República Popular China con el Vaticano, aunque siempre dependiente de los avatares del poder comunista.

Una velada harto aleccionadora.

Últimos aforismos

 

En el pequeño y elevado pueblecito de Arrancacepas (Cuenca) se adelantaron en varios siglos a la actual política vitivinícola de la Unión Europea. 

 

Durante siglos, la cantidad y calidad de reliquias de santos, de imágenes sacras y de altares fueron motivo de orgullo y satisfacción de parroquias, de Iglesias locales y de sus fieles. Hace unos días, una devota feligresa sevillana de la parroquia de Santa Ana, de Triana, mostrándome a la Esperanza (Virgen de la), a santa Ana con su hija María y a María con su hijo Jesús, me decía ufana: –En Triana tenemo de tó.

 

¿Cuántas virtuosas y cuántos virtuosos habrá en la pequeña población de La Virtudes, perteneciente al municipio de San Cruz de Mudela (Ciudad Real)?

 

Una misa en latín donde menos lo esperaba

 

               Fue el ultimo domingo del año, dedicado a la Sagrada Familia. No era la primera vez que visitaba el Oratorio de San Felipe Neri en Cádiz, donde tuvieron lugar la mayoría de las sesiones de las Cortes de Cádiz, que redactaron la Constitución del 18 de marzo de 1812, la Pepa, por la víspera de la fiesta de san José. Contiguo a ella está el Centro de Interpretación de esa misma Constitución.

Mientras se acomodaba la veintena de personas que acudían a la misa del domingo, contemplé la Inmaculada Concepción, una de las mejores  de Murillo, que preside el altar mayor, y la capilla del Sagrario, de los hermanos Schiaffino, obra cumbre de la escuela gaditano-genovesa.

Me extrañó la presencia en primera fila de una señora rubia, de media edad, con mantilla, que parecía tener mano alta en el sitio, y un señor de prestante figura que nos repartía  el ordinario de la misa en castellano. Un clérigo, de rostro pálido y ligero de carnes, con un fajín ceñido a su sotana iba y venía entre los asistentes, de distinta condición al parecer; sobresalía un matrimonio joven, con ropa deportiva moderna y cuatro hijos, de diez años para abajo, dos de ellos con unas raquetas de  tenis en las manos, y una pequeña rubia, que no dejó un minuto en paz a su madre durante toda la celebración, resignada a tener en una mano el folleto y con la otra controlar, como podía, a su cría, mientras el padre permanecía en el otro extremo familiar, impávido y ajeno a las circunstancias.

Ay Dios mío, sonó de pronto una campanilla y vi salir de la sacristía al clérigo de marras, con alba, casulla, estola y manípulo, y comenzó a decir en latín, de espaldas al parvo público que le respaldaba -nunca mejor dicha la palabra- , a pie del altar aquellas frases, a las que nosotros los monaguillos  de entonces  teníamos también que aprender de memoria, para contestar dignamente y ganarnos el puesto en la iglesia de nuestro pueblo:

Introibo ad altare Dei…

Y así… hasta el Ite, missa est. Siempre de espaldas, excepto cuando, de vez en cuando se volvía con un ¡Dominus vobiscum!, al que apenas respondía la exigua feligresía, que no parecía tampoco curtida en estas lides litúrgicas o tenía tan poca voz como el clérigo despaddascelebrante.  La señora de la mantilla entonó al menos el Kirie y el Gloria de la ma misa de Angelis, y eso ya fue algo. Después yo pensaba que, al menos, la epístola y el evangelio serían recitados en la lengua vulgar de Cádiz, que, por cierto, tiene fama de salerosa y chispeante. Pues…, tampoco. Cuando, después de varias idas y venidas por el altar, genuflexiones e inclinaciones profundas, llegó la hora del sermón, el clérigo en cuestión se puso en medio del altar, se caló un bonete con una borla azul y nos leyó el sermón tradicional abstracto de los deberes familiares a ejemplo de la Sagrada Familia, que hubiera predicado otro clérigo del siglo XVII o de varios siglos anteriores.

Una vez quitado el bonete, y cantado el Credo, dirigido por la mantillada, el clérigo se centró en medio del altar, multiplicando inclinaciones y genuflexiones. El monaguillo, adulto en esta ocasión, era experto en el arte de la campanilla y lo ejerció con frecuencia y maestría. ¿Para motivarnos? ¿Para despertarnos? Como era de esperar, a la hora de la comunión, los comulgantes se inclinaron en un reclinatorio y les fue dada a cada uno la Sagrada Forma en la boca, teniendo el monaguillo adulto bien firme la bandeja debajo de nuestra barba por si acaso.

Al dar a besar al Niño, solo el Adeste fideles, himno en latín, salió de la boca de la dirigente musical. Creo que durante la comunión, otro canto mariano en latín resonó en aquel histórico lugar.

Parece mentira que yo escriba estas cosas, que las viví en primera persona desde los seis años, que las vivieron mis padres y abuelos con reverente devoción, y cristianos de todo origen y cultura, desde siglos; que las vivieron los redactores, clérigos y laicos que redactaron la Constitución de Cádiz, y que las han vivido santos y sabios de toda condición hasta el Concilio Vaticano II… Supongo que en las misas solemnes a las que asistieron los diputados de todas las Españas presentes en Cádiz durante la redacción del texto constitucional, la música jugó un papel importante, como jugó en nuestros pequeños pueblos, donde el coro solía entretener y reforzar la celebración, misteriosa a espaldas de la gente y en un lenguaje ininteligible. Recordemos las misas compuestas por Mozart para el príncipe eclesiástico a quien servía.

Pues, sabiendo todo eso, tal es la profunda extrañeza, e iba a decir repulsión, que me produjo en ese 31 de diciembre de 2023 esa celebración, esta vez sin  coro musical, durante siglos habitual y frecuentada, pero hoy extraña, lejana, aburrida, desconcertante, absurda, intolerable.

Dejo de decir el nombre del Instituto, que no es de fundación española. favorable a la liturgia tridentina, al que pertenece el clérigo celebrante, celoso sin duda, porque no quiero sacar de quicio las cosas. Y me pregunto si esa concesión de Benedicto XVI a los católicos más tradicionales, ya recortada por su sucesor, tiene ya algún sentido en la sociedad actual, donde todo es poco para atraer a los fieles a celebrar de la manera más viva y plena la fe de nuestro padres, contando con todos los medios favorables a nuestro alcance.

Me sorprendí a mi mismo. No imaginé que, después de tantos años, el retraso de nuestra Iglesia a la hora de adaptarse a los signos de los tiempos, durante tanto tiempo, me iba a parecer tan intenso, tan indignante,

Ya vienen los (reyes) magos

 

Ya vienen los (reyes) magos,
los sabios del universo.

Con la mirra,
con el oro
y el incienso:
la memoria,
la activa voluntad
y el  intelecto.

Ya vienen los (reyes) magos,
los sabios del universo.

Occidente era el imperio;
norte y sur eran inciertos;
solo el oriente existía
a lo lejos.
De oriente venía el sol
y la ciencia y los misterios.

Ya vienen los (reyes) magos,
los sabios del universo.

Isaias, el profeta, 
había predicho a tiempo
que hasta Sión llegarían, 
con el corazón abierto,
a rendir el homenaje 
a Yahvé todos los pueblos.

Ya vienen los (reyes) magos,
los sabios del universo.

 

 

Descanso en la huída a Egipto, de José Ribera

(Museo de Bellas Artes de Cordoba)

De azul y rosa María,
y una cara de coral,
una mano en el infante
y otra mano en un pañal,
da de mamar a su hijo
grandullón y hasta voraz.
Grandullón como dos ángeles,
que, en ofrenda celestial,
cogen flores de un cerezo
que acaba de florear.
José, de marrón y negro,
y con barba patriarcal,
recostado sobre un tronco
providencial,
ensimismado sonríe,
protector y paternal.

Huyendo del rey Herodes,
el Faraón de Judá,
al nuevo Moisés, Jesús,
tambien le quieren salvar.

Adoración de los pastores, de Murillo

(Museo de Bellas Artes de Sevilla)

Los pastores de Belén,
los últimos de la tierra,
buscan la luz del Portal,
oscuros de noche y penas.
La luz los identifica,
les trae una vida nueva,
y los convierte en sujetos
de una consciente existencia.
En la luz central del Niño
la Virgen Madre se espeja,
símbolo de humanidad
a la que ella representa.
Semioscuro, San José,
a la luz también se acerca.
Dos ángeles juguetones
añaden luz a la escena.
Es la luz, es la alegria,
que a todo el mundo penetra,
la luz de la novedad
que el universo renueva.




Chirigota gaditana del niño Jesús a su padre San José

 

El niño Jesús se ríe
de que a su padre José
le pinten siempre de viejo
o cercano a la vejez,
con barbas blancas y calvo,
o todo eso a la vez.
Hola, viejo, le pregunta,
¿cuándo vas a responder
a pintores y escultores
para hacerte de valer?
Pero el joven carpintero,
muy herido en su honradez,
a los teólogos culpa
de tanta mentecatez:
Han pervertido el lenguaje
angélico de Yahvé
y han confundido las cosas
de creer y de comer.
Y el niño entonces le dice:
Ay, viejo y joven José:
si no sabes defenderte,
nadie te va a defender.
Tienes que salir de casa,
tienes que dejarte ver
y conceder entrevistas
que te den a conocer.

El carpintero sonríe
y el niño Jesús también.

Jesús, Salvador de su pueblo

(Yhôsua o Yesûa: Yahvéh salva o Yahvéh salve)



¡Qué jugada te hizo el ángel
llamándote Salvador,
igual que el emperador!

 

Que te llamara Mesias,

el Cristo, de Dios ungido,

y hasta Hijo del Altísimo,

Hijo De Dios …,

todos títulos cesáreos,

no era escándalo mayor.

 

¡Qué jugada te hizo el ángel
llamándote Salvador,
igual que el emperador!

 

Pero el título imperial 

de Salvador-Redentor 

de todo el orbe terráqueo,

sin otro competidor ….

 

¡Qué jugada te hizo el ángel
llamándote Salvador,
igual que el emperador!