Archivo del Autor: vmarbeloa

De mi archivo adolescente

 

5 de julio de 1950. Me escribe una carta a Mañeru con pluma estilográfica José Alberto Mas, dándome el pésame por la muerte de mi abuelo Víctor, a la edad de 65 años, cuando yo estoy en los 14 acabado el tercer curso de Latín.

Don Alberto Más era entonces «teólogo» en el Seminario de Pamplona, en el último año de su carrera, a punto de ordenarse de sacerdote. Junto con don Domingo Aranguren y don Gregorio Eseverri habían sido nuestros «superiores» o «prefectillos», durante el primer año del Seminario, bajo la autoridad del Prefecto, que era don Martín Larrayoz. Los tres eran estupendos y los queríamos mucho. Don Gregorio era villavés y murió pronto. Los otros dos fueron sacerdotes ejemplares  hasta su muerte  y dejaron rayas hechas en la diócesis.

Don Alberto, después de acompañarme en la pena, pasa al plano personal:

Y, después… ¿qué tal estás? ¿Sigues tan romántico y tan poeta, como antes? Ya sabes que te dije que igual de «poeta» estuve yo a las 15 y 16 años. Lo cual pudo traerme muy malas consecuencias. Pero por la misericordia del Señor me trajo sólo una muy buena. La de querer ser hombre de un gran ideal, y el poner este ideal en Jesucristo, de quien me enamoré y quise ser un amigo bueno, bueno de veras. Que te  ocurra ti lo mismo, Víctor Manuel, enamórate de Jesucristo, sé muy amigo suyo… y todo está  solucionado. Para eso trátale y háblale mucho en el Sagrario, y pídeselo mucho a la Madre, que no quiere otra cosa sino vernos a todos muy amigos de su Hijo. 

Me pregunta luego si he visto los partidos del Mundial de Fútbol, que, en su cuarta edición, esos día se estaba celebrando en Brasil, y se refiere concretamente a los de España-Chile y España-Inglaterra, que ganamos, y este segundo sobre todo con el célebre gol de Zarra. Don Alberto se acordaba sin duda que yo era entonces hincha del Athletic de Bilbao, y con qué entusiasmo!

Pasa después a decirme que esos días está estudiando ocho horas diarias para preparar el examen de Moral: Casi no me cabe el corazón dentro soñando en el Sacerdocio, que se me viene dentro de 16 días. Esto sí que es ideal grande y capaz de llenar la vida. Ser Sacerdote de Jesucristo, hacer el bien, mucho bien a todos, sacrificarme mucho… en fin, sueña, sueña con todo esto, y sé muy bueno, que todo es poco para eso tan grande, para lo que nos ha  elegido el Señor. Reza mucho por nosotros para que nos preparemos muy bien.

Termina recordando el año que pasó con nosotros en primero de Gramática, en el que a veces sueña de noche: y todo mi consuelo es rezar y sacrificarme mucho para que todos los gramáticos sean muy buenos y le quieran mucho al Señor.

Tres castros del Hierro en Los Arcos

 

                          Guardamos un buen recuerdo de nuestra reciente visita a Los Cascajos, uno de los pocos yacimientos anteriores a la Edad del Hierro que podemos ver en Navarra. Pero aquel día nos quedamos sin ver los cuatro posteriores de los que nos da cuenta Armendáriz en la villa de Los Arcos,

Habiendo comprobado entonces que La Atalaya ya no es más que una leve loma cultivada por los cuatro costados, vamos esta vez derechos a Los Cambrotes, yacimiento del Hierro Antiguo y Final, Romano y Medieval. El campo está más verde que cualquier otro septiembre que recordemos. Pasamos junto a la gran huerta solar y a la hilada de granjas cercana, hasta cerca  de uno de los pasos del pinar que cierra por el sur el campo llano de  la villa arqueña. Es una mañana de sol sincero otoñal, templado por un cierzo alegre, que llena de gozo la andada.

La verdad que no andamos mucho, porque tenemos cerca el poblado protohistórico, de unos 7.400 metros cuadrados de superficie. Con una altura máxima de 501 metros, su retrato antes de la plantación de los pinos  era el típico farallón de relieve yesoso, con tres niveles escalonados y sus fosos correspondientes. Hoy los pinos lo hacen irreconocible. No está lejos del río Odrón, que por aquí se curva hacia occidente, y más cerca del arroyo Cardiel, afluente de aquel. Parece que fue abandonado en el siglo primero a. C.,  y que sus habitantes pudieron asentarse en la parte baja de la ladera septentrional, donde debieron de formar un pequeño vicus dependiente de Curnonium, el nombre romano del poblado predecesor del actual Los Arcos, según la Cosmografía de Ptolomeo en el sigo II d. C.  Recorremos dos de los niveles o pasillos escalonados, que les vinieron muy bien a los plantadores de pinos, donde crecen algunos ailantos, acacias y azufaifos blancos, y abundan en el suelo las zamarragas, los cardos rastreros y los tomillos.

Siguiendo por una senda bajo la misma cordiline pinosa hasta el camino y carretera de Lazagurría, abordamos el castro llamado El Castillar, otro farallón de yesos cristalizados, de 480 metros de altura y mucho más amplio de superficie, hasta los 20.000 metros cuadrados, a 90metros del Odrón, y cerca, ya en el Valle, de la ermita de San Lorenzo, la ermita más pobre de las siete del municipio, pero la más rica en bulas papales, según me comunica el sabio arqueño y amigo Víctor Pastor. Lo estudiaron el sacerdote Livino Arjona, Castiella y Armando Llanos, que encontraron muchas e importantes cerámicas celtíberas, además de manufacturadas, pesas de telares, canas, molinos de piedra… Un incendio a finales del siglo II a. C. o a comienzos del I, devoró el poblado, cuyos habitantes se habrían instalado después en el castro más cercano a la villa actual, El Castillo, que fue muy anterior, claro, al castillo real medieval, que ocupó parte del terreno de aquel. El talud artificial es evidente.  Una barriada de casas  con planta rectangular, excavadas en el yeso, bajo el pinar, al sur del escarpe rocoso, compartiendo muros medianeros, es bien visible todavía. Muros de sillarejo en piedra local y de adobe completaban las fachadas. En la cima quedan recios restos de sillarejo de una construcción militar, que parece que nadie la haya estudiado.

Mientras yantamos a la sombra de los pinos maldecidos, disfrutamos de la vista  panorámica, algo neblinosa, de la villa, donde campea el airón de su torre renacentista, bien protegida a sus espaldas por el oppidum prerromano, la sierra de Learza, no lejos del promontorio donde se levanta el caserón de San Gregorio.  Más  al oeste, las Dos Hermanas, la sierra de Cábrega y los peñascales de Codés.

Por la tarde, que es aún larga, nos aventuramos hacia El Castillo. Dejamos atrás los dos monstruos edilicios que afean la villa arqueña y por el hermoso barrio medieval subimos hasta el Barrio Alto: calle Cocheras, calle de las Cuevas, restos de los bajos muros del castillo… Como en el texto base que nos guía se habla de los depósitos de agua cercanos, subimos hasta ellos, pero una pareja de maduros que anda paseando con un perrito, al que cogen en bazos cuando nos ven, nos sacan del error: los viejos depósitos estaban mucho más al oeste. El matrimonio vive en los aledaños del viejo castillo y nos cuentan anécdotas sobre sepulturas del viejo cementerio como para no dormir. Él conoció a don Livino, del que fue monaguillo, y nos dice que trabajaba en una gasolinera riojana, donde sacaba algún dinero para sus excavaciones informales.

Caminamos un rato de este a oeste por el monte bajo de cardos, hollagas, tomillos, escobas, ontinas…, frente a un rodal de escuálidos almendros, sobre un vallecico cerealizado, que acaba cerca de las ultimas casas por el noroeste y algunas granjas. Por fin llegamos al lugar del castro primitivo, que Armendáriz cifra en 49.000 metros cuadrados, a 200 metros del Odrón, con una altura máxima de 325 metros. Fue descubierto por el arqueño inolvidable Gerardo Zúñiga, quien llamó a Amparo Castiella, que lo estudió antes que Armendáriz.  Fue el fundamento del Curnonium romano, donde se encontraron importantes cerámicas celtíbéricas y una gran tinaja con estampilla de signo silábico ibérico ka. El paso de los siglos, nuevas edificaciones, roturaciones y el pinar inevitable han transformado seriamente el espacio. Por muchas vueltas que damos a la imaginación, no acabamos de identificar del todo el poblado del Hierro, luego romano, después medieval.

Se nos echa de bruces la tarde atardecida. El penúltimo sol refulge ostentoso en el blanco espejo de las más altas rocas de Codés.

¿Otro Maciel en América?

 

                      Lo que buscó el laico peruano Luis Fernando Figari Rodrigo, de 77 años, a quien la Santa Sede acaba de expulsar del llamado Sodalicio de Vida Ctistiana  fue crear en 1971 una estructura de ultraderecha, a imagen y semejante de la Falange Española de J. A. Primo de Rivera, que revistió después de  movimiento religioso, que cuenta con 20.000 adeptos en 24 países.

La delegación vaticana, formada por un arzobispo maltés y un alto funcionario español de Vaticano, que hace un año investigó  y estudió el caso tras varias denuncias públicas desde primeros de siglo, confirmó que se trata de un depredador sexual y un maltratador hasta límites insospechados, perpetrando atrocidades psicológicas y físicas como azotar a sus seguidores con un látigo, quemar sus manos o aplicar una liturgia sexual  para que recuperaran la pureza perdida. Pero hasta 2011 no comenzó el Tribunal Eclesiástico de Lima a estudiar las primeras denuncias.

Como de costumbre, hubo laicos, sacerdotes, obispos…, que miraron para otro lado. Y no por nada Francisco acaba de  destituir, a los 67 años, al arzobispo de Piura, José Antonio Eguren. Hoy por hoy, el Sodalicio, que en 2010 relevó a su fundador por motivos de salud  y  solo en 2016  le declaró persona non grata, reconoce 36 casos de abusos, 19 de ellos a menores, cometidos por el fundador y cuatro de sus colaboradores entre 1994 y 2002.

No está clara la permanencia como tal del Sodalicio.

El hombre rico y Jesús

 

(Mc 10, 17-27; Mt 19, 16-26; Lc 18, 17-27)

 

Un hombre rico, adulador, se acerca a Jesús.
Le llama Maestro bueno, y Jesús en seguida le replica
que bueno solo es Dios.
Y luego le pregunta qué hacer
para poder heredar  la vida eterna.
El Maestro le recuerda los mandamientos de la Ley,
pero todo ellos ya los ha cumplido desde niño.
Jesús entonces  -única excepción en todos sus llamamientos-
le invita a vender todos sus bienes,
repartirlos a los pobres y seguirle después.
Pero él, al oír esto, se marcha entristecido.

 

Qué difícil – dice por tres veces el Maestro a sus discípulos –
que un rico pueda entrar en el Reino de Dios!
Literalmente:
Es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja
que entre un rico en el Reino de Dios.
(El camello era entonces el animal más grande
y el ojo de la aguja la apertura más pequeña).

 

Se asombran los discípulos, que conocen a ricos que son buenos
y saben que el Maestro come con algunos de ellos
y les invita a repartir algunos de sus bienes,
y que algunas mujeres del Grupo, acomodadas,
los apoyan y sostienen:
¿Quién se puede salvar?
¿Qué lenguaje provocador es ese?

 

Jesús emplea imágenes fuertes, chocantes,
paradójicas y escandalosas
para lograr la impresión más honda del mensaje en sus oyentes.
Jesús habla desde el Reino de Dios que avanza.
Esa es la única riqueza que cuenta.
El único tesoro que vale.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Teresa Perales

 

 

          Le preguntan a nuestra reina de los Juegos Paralímpicos, con 28 medallas en su haber, y otras tantas en campeonatos mundiales, Teresa Perales, si Dios es culpable de que esté en una silla de ruedas:

Ni por asomo.

Y si es responsable del milagro de las medallas Y ella, recordando su devoción a la Virgen del Pilar, bien ostensible en su silla de ruedas:

Puede ser que ahí sí haya ayudado un poquito. La verdad, un muchito.

¿En qué cree Teresa Perales?, le preguntan de nuevo:

-Es bonito y saludable creer. Porque, de lo contrario, te falta esperanza, algo a lo que aferrarte. Es muy importante para el ser humano pensar que no se acaba todo aquí. Como es lógico, he acompañado a varias personas en su final. Para mí no ha sido una desgracia, sino una suerte, porque he intentado darles tranquilidad en esa despedida, confiando en que hay algo más allá

Las lenguas del misterio

 

                                (El papa Francisco dijo en el encuentro interreligioso con jóvenes,  tenido recientemente en Singapur, que las religiones pueden ser concebidas como diferentes lenguas para llegar al misterio de Dios.

Sobre esta hermosa descripción más que definición, el profesor Pedro Manuel Fernández Castelao, profesor  de Antropología Filosófica en la universidad pontificia de Comillas, ha escrito en VN unas glosas, que me parecen excelentes, y que resumo aquí con gratitud y admiración profundas)

-No hay lengua falsa. Todas son verdaderas. Más o menos ricas y fructuosas, cualquier hablante encuentra en su lengua materna el camino acertado de llegar al misterio de lo real.

-No existe la gramática completa, el vocabulario absoluto, la lengua perfecta. El  tesoro de la  realidad no cabe en ninguna de ellas, aunque en todas se refleje con brillantez y verdad.

-No se puede confundir a Dios con ninguna religión. Lo divino de ellas es su fundamento, no lo que ellas son en el espacio y en el tiempo. A Dios no se le tiene de una vez por todas; ni en Jesucristo siquiera, cuando se ha revelado insuperablemente de una vez para siempre.

-Una cosa es su máxima revelación y otra su recepción. Ninguna Iglesia es propietaria del misterio de Dios, revelado en plenitud en el predicador de Nazaret. Es su testigo, su reflejo, su anuncio. Está siempre recibiendo lo que que siempre debe estar comunicando.

-Las religiones no son divinas. Divino solo es Dios. Aquellas solo son las formas humanas con que los pueblos configuran su experiencia de Dios-

-Dios no cabe en ninguna religión. A todas las supera. Pero todas ellas tienen la capacidad de decir desigualmente el misterio de Dios.

-Es mejor estudiar y aprender religiones que perseguirlas.

-La realidad es a las lenguas lo que Dios a las religiones. Misterio esencial. Misterio inefable.

La hora de BILDU

 

                           Ya era bien sabido que, tras ERC, PNV y JUNTS, pediría pronto BILDU la parte de socio preferente que le toca, la parte de  indulto  y amnistía que le corresponde. Y así ha sido, tomando como soporte una legislación general europea, enmendada con razón por el presidente Rajoy en su momento, vuelta a ser enmendada ahora por los comunistas de SUMAR, pasada desapercibida por la oposición, y votada después por el Congreso en pleno. Lo que ha aprovechado el Gobierno de Sánchez y el grupo parlamentario socialista para arremeter hipócritamente contra el PP y al mismo tiempo satisfacer a sus socios herederos de ETA-Batasuna. ¡Se les computan los años de condena cumplidos en Francia a los más crueles presos terroristas de ETA y se les descuentan así varios años de prisión en las cárceles de España! Por voluntad del PSOE y de todos sus socios de gobierno.

Pero lo que, después de Cataluña, espera también Euskadi de Pedro Sánchez no es eso solo. Ya el lehendakari peneuvista Pradales comienza a hablar del Concierto Político, un concepto paralelo al Concierto Económico, que su antecesor Urkullu ya sacó a colación, cuando presentó, defendió y consiguió aprobar  en el Parlamento Vasco, con los votos de BILDU, su Nuevo Proyecto de Status Político Vasco. El PNV quiere hacer de aquella concesión de Cánovas del Castillo, en 1878, tras la supresión de los Fueros del País Vasco, recién terminada la guerra carlista, fundamento de relación bilateral total, característica del Estado confederal al que aspiran, sumado también el derecho a decidir. En eso coinciden, como primer paso, PNV y BILDU. La independencia a voz en grito es ya solo cosa de BILDU y de los partidos y movimientos que lo componen. Pero, conociendo a Sánchez, y agradecido a las recientes concesiones, el PNV juega no solo a reclamar el traspaso de las otras 29 competencias estatutarias que viene reivindicando desde 1979, sino a intentar ir cambiando el modelo de Estado autonómico por el confederal -lo contrario del federal-, al menos para ellos. Y, si es posible para Cataluña y Galicia, mejor. Nunca más fácil de conseguir que de un presidente del Gobierno, que necesita para seguir respirando los 5 votos del PNV y los 6 de BILDU.

 

«La voluntad de no saber»

 

                      Tal es el título del libro publicado por tres autores mejicanos, Alberto Athié, José Barba y Fernando M.  González. La cosa va con el tristemente célebre Marcial Maciel, fundador y líder de la congregación religiosa de los Legionarios de Cristo en 1941.

Según los documentos del Archivo Secreto Vaticano que revelan los autores, y que eran ya conocidos por muchos, una vez que se supo de sus abusos cometidos con menores y sus relaciones con diversas mujeres, de las que tuvo varios hijos, el papa Pío XII le llamó a Roma el año 1956, quien le suspendió como superior de su congregación por motivos conocidos por el Santo Padre, a fin de obligarlo a curarse. Pero no se curó, siguió haciendo de las suyas y siguió en la primera fila del poder y del corromper.

Total que tamaño depredador, agresor sexual compulsivo y drogadicto  fue encubierto durante 50 años, hasta los últimos tiempos de san Juan Pablo II, que fue su mayor protector.

El cardenal brasileño Braz de Aviz, arzobispo emérito de Brasilia y actual prefecto del Dicasterio para los institutos de Vida Religiosa y las Sociedades de Vida Apostólica, llegó a declarar a la revista española Vida Nueva el año 2019 que el Vaticano tenía pruebas desde 1943 de los abusos de Maciel, y que le protegió una mafia que no representaba a la Iglesia, pero que pertenecía a la misma y a sus más altas esferas.

Entre latines, en Silos (y II)

 

                     A la hora de Vísperas, la amplia iglesia neoclásica del monasterio benedictino de Silos está llena a rebosar. Cuento catorce monjes, la mayoría jóvenes o maduros. Cantan con la contención y suavidad que solo recuerdo haber oído en Solesmes, Montserrat y algunas veces en Leire. Todo el salterio, antifonario e himnario lo cantan en latín, y solo la brevísima lectura y las oraciones en la lengua de los fieles.

Ni mi latín me sirve para seguir la oración, porque no oigo más que el susurro de la cantiga. Cuando terminan las vísperas y  el templo se despeja, me acerco al brillante presbiterio -un prodigio de proporcionalidad de Ventura Rodríguez- y a uno de los monjes mayores, que se ha quedado en su asiento del coro, le pregunto por qué no emplean, como tantas iglesias a la hora del culto, una pantalla, donde podrían aparecer en castellano los salmos que ellos cantan en latín. Me contesta amable que los textos  en castellano están en unas hojas que pueden recoger los fieles. No los hemos visto y, además, seguramente han llegado para pocos. Le recuerdo la misa en latín no entendida y de espaldas de antes del Concilio y me sonríe propicio.  Me vuelvo a otro monje más joven, que aparece en el coro. Como le digo que vengo de Pamplona, me pregunta con monacal retranca si en Leire ponen en la pantalla los textos traducidos, y a renglón seguido me pregunta si he corrido delante de los toros en San Fermín. Está claro que he dado en hueso. Me ha faltado decirles que en Montserrat hace muchos años que los benedictinos cantan las Vísperas y el resto de las Horas en catalán.

Al día siguiente, en la misa dominical solemne del monasterio, recitada en castellano,  canta el coro de monjes las partes invariables tomadas de la misa gregoriana Stelliferi Conditor Orbis, la llamada Misa XIII (para Memorias), una de la misas más difíciles y menos oídas del canto llano.  En la homilía, al celebrante le toca hablar sobre el divorcio, según el texto primitivo de Marcos, cuando todavía no había eximentes, y tiene tantas dificultades para hacerse con su público como las tuvo el mismísimo Jesús con los suyos, y como las tendrá toda la Iglesia a través de los siglos. 

Pero la gente sale contenta de la liturgia monacal. Más allá del texto, con ser imprescindible, y de la enjundia musical, está el embrujo o halo religioso-místico de la trascendencia y sobrenaturalidad en lo natural del misterio litúrgico. Que es lo que se busca y se necesita.

Ni que decir tiene que, a pesar de un delicado calabobos que se nos echa encima, no dejamos de ver el claustro. Se mojan levemente las lavandas de los parterres de boj del patio claustral, y nosotros volvemos a contemplar asombrados las estrías de la fina piel de piedra de las figuras bíblicas de los capiteles; las plumas de piedra de las aves; las arrugas de piedra de los animales salvajes; las hojas aserradas de piedra de los árboles y plantas; los puntos de piedra de las ropas de las personas…

Hasta que, sin poderlo remediar, vuelvo a recitar, esta vez no desde el primer piso del claustro, sino desde el suelo de la crujía de enfrente, el perfecto soneto de Gerardo sobre el ciprés de Silos:

Enhiesto surtidor de sombra y sueño…

Covarrubias bajo la lluvia es tan bella o más que sin ella. Además, la asociación San Olav de la villa celebra hoy el día de la hermandad con Noruega, la patria de la princesa Cristina, cuya escultura está rodeada de flores y de las banderas de las dos naciones. En la plaza mayor, junto al torreón de Fernán González, y mientras el embajador noruego comparte manteles con el alcalde de la villa en un cercano mesón, dos señoras entusiastas venden bajo las arcadas salmón noruego y vino del Duero. 

Nos despedimos de este rincón de Castilla acompañando un rato, al otro lado de las murallas, al río Arlanza, al que hemos visto nacer, que corre ya mocetón entre una alta y frondosa guardia de álamos, sauces, olmos, fresnos y alisos.

 

Entre latines, en Silos (I)

 

                            Seguimos al río Najerilla, el más largo y hermoso de los ríos riojanos -país con nombre de río-, por las infinitas curvas de la carretera, entre las infinitas encinas de sus infinitos montes, con la alegría otoñada de los fresnos, sauces, chopos y serbales que despuntan en la hondonada fluvial y en algunos huecos montanos. Anguiano, como oasis humano en medio del desierto montaraz. Dejamos a un lado la vieja Valvanera monacal y llegamos al embalse  de Mansilla, con menos de un tercio de  su caudal, a pesar de las últimas lluvias.

Se diría a primera vista que el día está tristón, pero no: está otoñal. Una neblina transparente vela veladamente las cumbres de los montes Cameros,  del Urbión, de la Sierra de la Demanda, y de los montes que los siguen, y ponen en el  campo ese inconsútil halo vespertino y nostálgico, que no saben darle ni el verano ni el invierno.

Por terrenos más  llanos, y siguiendo a ratos al mismo  río, llegamos a Neila,  el pueblo burgalés de su nacimiento, y de su primer nombre,  que no lo pierde hasta llegar a tierras riojanas. De unas cuevas oscuras fluye el agua clara y canora, con solo un rodal de sauces llorones como testigos, y un mayo altísimo, punteado con una banderita española, bien sujeto al suelo con una corona de clavijas de madera. En un pequeño parque cercano almuerza un grupo madrugador. Nosotros preferimos un banco rustico, adjunto al manantial.

Nos acercamos luego, ya en en términos de Quintanar de la Sierra, comarca de Pinares, a la fuente Sanza, nacedero del Arlanza, uno de sus nacederos en dos surgencias, lugar idílico para contemplar, yantar, sestear y pasear. Y, por lo que vemos, para llenar las cestas de setas, en uno de los poco parajes no limitados por el Acotado.  Por Palacios de la Sierra, Castillo de la Reina… llegamos a Salas de los Infantes, donde visitamos la necrópolis pétrea medieval de Santa María, una de tantas de la zona. Nos paramos, más adelante, en el disperso pueblecito de Carazo, hoy solo con 43 habitantes, cuna del cardenal Segura, bajo los imponentes Sierra y Pico de su nombre, famoso por su castillo moro, su batalla, y por ser nombrado en el Poema de Fernán González:

Entonces era Castilla un pequeño rincón
(…)
moros tenían a Carazo en aquella sazón.

Y atravesando el multicolorado cañón de Mataviejas, socavado por el río homónimo, que nace allí, llegamos  al atardecer a Silos, cuya plaza mayor es uno de los lugares sagrados de Castilla. Con su iglesia de San Pedro, de los siglos XII y XVII, sede de la Virgen del Mercado, patrona de la localidad; el monasterio benedictino de Santo Domingo de Silos, fundado en el siglo X, con su claustro románico tal vez el más bello del mundo; las dos casonas heráldicas; el anchurón mercantil…. y mucha gente visitante. Hace cincuenta años, no era ni sombre de lo que es hoy. Con muchos menos habitantes, pero mucho más bello y próspero que entonces.