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Una victoria europeista

 

                          Ha sido, a pesar de todo, una victoria europeísta (demócratas cristianos, social-demócratas y liberales) en toda la Unión Europea, y eso es lo que cuenta. Cuando estábamos en el Parlamento Europeo, todavía decían algunos que íbamos a defender España en Europa, y les decíamos que al revés: a defender Europa en España y en los 12 Estados miembros de entonces.

Pues, ahora, lo mismo. Electores europeos, escritores europeos, nos alegramos de la victoria de ayer en toda la Unión.

Los resultados, vistos desde aquí, y para la historia local española, son muy interesantes, pero todo dependerá al final de lo que suceda próximamente en Cataluña. Tiempo habrá de comentarlo.

Domingo X del Tiempo Ordinario

 

¿En nombre de Belzebú?

(Mc 3, 20.35; Mt 12, 24-32; Lc 11, 15-23)

 

En aquel tiempo de la historia
los enfermos que no podían explicar su enfermedad
o perdían el control de la misma;
todos los discapacitados y oprimidos;
todos los estigmatizados sociales
pasaban por ser poseídos del demonio,
símbolo en acción del Mal.
Privados de su yo y su libertad,
eran masa fácil de exorcistas precientíficos,
muchos de ellos con buena voluntad.

Acababa de curar Jesús
un endemoniado ciego y mudo,
que empezó a ver y a hablar.
Y la gente se preguntaba 

si no sería el Maestro el Hijo de David.
Pero unos escribas, venidos de Jerusalén,
acusaban a Jesús de estar poseído por el príncipe

de los demonios, llamado Belzebú
-juego burlesco de palabras:
Baal Zebú (príncipe de las moscas) por el nombre Baal Zebul,
genuino nombre del dios Baal el Príncipe-,

y de expulsar demonios con su ayuda.
¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás -les replica Jesús-.
Si un reino se divide a sí mismo,
no puede subsistir.
¿Y en nombre de quién expulsaban los demonios

los hijos de Israel?

El Maestro proclama que expulsa los demonios
por el poder de Dios,
por el Espíritu de Dios,
por el dedo de Dios
(igual que Moisés en las plagas de Egipto),
liberando a  Israel de las fuerzas del mal.
Señal inequívoca de que ha llegado hasta ellos
el reino de Dios, no solo en palabras.

Blasfemia contra el Espíritu Santo, llama Jesús
-pecado mayor, que no será perdonado-,

al cerrar los ojos y el corazón
a las obras que él hace en nombre de Dios para el bien de los hombres.

Castros de Oricin, Olóriz, Solchaga y Orisoain (I)

 

                         Entrado el mes de junio, a los días placenteros de mayo nos han sucedido unos días de grandes calores que, por ser los primeros, agotan más. Hoy el cielo está entero, sin una nube, como en los cielos de la cúpulas de los altares de lo santos.

Por ser el más fácil de encontrar, vamos hasta el castro Gazteluzar-Irurbe, al oriente del concejo de Solchaga, municipio de Olóriz.  En el lugar ocupa la ermita que el ermitaño  fray Juan de Recari informó a los vecinos  en mayo de 1580 haberla edificado con título de la Exaltación de la Santa Cruz, en la que pensaba ejercitar vida solitaria, con la limosna de la buena gente i con su trabajo, como reza una tira de octosílabos, asonantados los pares, grabados  en piedra arenisca encima de la puerta de entrada en torno a una gran cruz potenzada sobre una pequeña calavera. Para la ermita se aprovecharon elementos del castro. Hasta ella llegué en romería, poco después que hubiera sido restaurada el año 1985, se construyeran las escaleras en el flanco occidental del foso rampa del poblado prerromano, se mejoraran los accesos y se explanara el terreno con fines recreativos. Todo lo cual deterioró seriamente la estratigrafía del castro.

El castro fue habitado en el Hierro Antiguo hasta el Final. A una altura de 752 metros, ocupó, al parecer, una superficie de 8.500 metros cuadrados, a 700 metros del barranco Leoz, uno de los arroyos afluentes del Cidacos, que los arrastra hasta el río Aragón. En la cima amesetada de un  espeso monte mixto mediterráneo -encinares, quejigales, coscojares y enebrales-, el resto más importante del poblado primitivo son algunos fragmentos de muralla de sillarejo a seco en todo el perímetro. Es un buen punto de vista y de vigilancia sobre el corredor del Cidacos y sobre el piedemonte de la Sierra de Alaiz.

En su entorno se encontraron unas pocas muestras de cerámicas manufacturada y celtibéricas y unos pocos molinos de mano.

Antes de volver al castro, llamado también  simplemente Gazteluzar, en términos de Oricin, que hemos identificado al  pasar, y como el calor ha remitido mucho y sopla ahora un cierzo potente, que anuncia la Dana que se nos viene encima, nos empeñamos en encontrar el otro castro de Oricin, llamado El  Castillo, pero erramos el tiro visual y pasamos  un buen rato en torno a un promontorio encinoso en medio de un campo de arvejas y otro de girasoles, que no acaba de convencernos. Vemos, sí, muchas piedras en los márgenes, y a a veces montones de piedras, pero no parece que sean restos de torres angulares de defensa, sino probablemente  traídas  durante siglos por los agricultores de los campos de labor. En las ezpuendas que lindan con la carretera, se levantan, junto a las avenas locas y las cebadillas, unos cardos marianos (sylbum marianum), que, además de llevar en sus hojas y en sus copas la leyenda de la Virgen María, fueron recomendados como benefactores medicinales por Plinio, Dioscórides y Paracelso. Por eso quizás están tan altos, más altos que nunca. Tal vez agradecidos, tal vez provocadores.

 

 

¿Fango y trumpismo?

 

               No sé si el presidente de Gobierno, Pedro Sánchez, llama fango al acusar no veladamente al juez Juan Carlos Peinado de prevaricar por razones partidistas.

No sé si llama fango al cometer la vileza de relacionar la causa de su mujer ante el juez con las causas de Ucrania y Palestina.

No sé si llama fango al desnaturalizar el voto de sus simpatizantes, pidiéndoles que lo utilicen en favor de la causa judicial de su mujer.

No sé si llama fango al corromper la justa causa feminista mezclándola con su causa familiar, pudiendo los dos, mujer y marido, haber dado antes explicaciones objetivas sobre las acusaciones fundadas de periodistas bien informados. 

No sé si llama fango al haber hecho posible que toda la prensa internacional traiga entre manos el caso de su mujer, convertida en causa de corrupción, con lo que eso significa para el honor del Gobierno de España, y de España misma. 

¿Más enfangador que nadie? ¿Más trumpista que nadie?

Una novela sobre una de las crisis del PSN

 

                  En una larga conversación con mi amigo Jesús Mauleón en su cuarto de la Residencia del Seminario, donde lleva gallardamente su grave enfermedad, nos sale, entre otros muchos recuerdos, su novela El senador Villanueva, PPC, Madrid, 2000, 238 pp.

En la contraportada del libro leemos que la sustancia de la obra de ficción es la eterna cuestión de si es posible el ejercicio del poder sin mancharse las manos. Y al final del texto-resumen se nos dice que la novela alcanza a tocar, en no pocas ocasiones, el fondo mismo del ser humano.

Sin duda. Le digo a Jesús que me parece extraño que ningún crítico literario, ni crítico social o político se haya interesado por este texto madrugador, -y, que yo sepa, único-, que lleva a la literatura de ficción, pero siempre con fundamento en la realidad, un grave acontecimiento en la breve historia del socialismo navarro, situado en los años noventa, que conmocionó la vida política navarra y, parcialmente, la nacional.

Soy el menos indicado para ir mucho más lejos. Pero, al menos, voy a intentar, levantando la liebre en algún medio público, que otros con mayor libertad y distanciamiento de aquellos hechos que yo y  que otros que los  vivimos de cerca, se animen a ponderar la intrepidez inmediata del novelista, su certero conocimiento del fondo de la cuestión, y un tratamiento  justo y a la vez humorado de la pequeña historia.

Hoy, 5 de junio, aniversario de la fundación del PSN-PSOE, en 1982.

En torno al embalse de Mairaga

 

                       Último día de mayo. Todavía con una primavera verdosa y voluminosa, ubérrima, por las lluvias de marzo, recorremos parte de la Valdorba, Valle de Orba, Valle de valles y denominación de las cuatro antiguas Cendeas, viendo, al pasar, siempre bajo la vigilancia de la ceñuda Peña de Unzué, los lugares de Oricin, Olóriz, Solchaga, Mendivil, Barasoain, Garinoain, los caseríos de Lepuzain y Eristain, y las emitas góticas de Arrazubi y San Pedro de Echano.

Nos quedamos esta vez, sin buscar castros ni escalar alturas, en Mairaga, que trae su nombre de la regata que nace en las profundidades de la Sierra de Alaiz, compañera de las que se llaman Oricin y Leoz y desembocan en el Cidacos, que las recoge con sumo gusto camino imparable del Aragón. Tal vez el nombre original le viene de  mahi, hilera de hierba de siega, o de mairan, madera de construcción, pero no perdamos tiempo con estos enigmas.

El embalse, en términos de Olóriz, propiedad del Estado a través de la Confederación Hidrográfica del Ebro, en uso desde 1992, con una aportación de 4 hectómetros cúbicos, altura de 37 metros sobre el cauce y 20 hectáreas de superficie, da de beber a 35 poblaciones de la Mancomunidad de su nombre, al norte de Tafalla, incluida la capital. Está situado entre los términos de El Boyeral e Iturrama al Oeste; La Quemada, al Este; el señorío de Bariain y el Alto Borda de las Vacas al Norte,  y San Andía al Sur. Entre las localidades de Echagüe, Oricin, Olóriz, Solchaga, Artariain, Amunarrizqueta  e Iracheta.

Han cerrado el acceso al vaso, casi lleno ahora, y al camino que lo rodea por la parte oriental, por donde solíamos pasear, y montado una caseta  con el nombre ornamental de la Confederación. No hay un alma dentro del silencio monumental de la tarde.

Tomamos el camino carretil que lleva hasta el misterioso señorío, columbrado a lo lejos, y paseamos a la orilla del que para nosotros esta tarde, es lago y no embalse, lago vallado en toda esta extensión, entre el encinar original a un lado y los pinos de repoblación al otro.

Viene un camión cargado de troncos de pinos. A derecha e izquierda, pero especialmente en el ribazo que llevamos ahora nuestra izquierda, millares de bromos se bambolean al viento de la tarde, con sus tallos glabros, sus inflorescencias en panículas que sostienen las espiguillas casi siempre verdes y a veces rosadas y rojizas. El cielo está azul como en los cuadros de los libros de santos, y la lámina del agua del lago es verde como todo  su entorno, y a ratos azul como ese cielo.

Viene un coche particular y el conductor nos hace una seña de saludo. ¿Vendrá del misterioso señorío? Son dos breves excepciones en este desierto de silencio. Vamos mirando y contemplando las plantas y las flores de un lado y otro del carretil, como si del jardín de nuestra casa se tratara. Las más numerosas son los blancos tréboles de sierra, que en pequeños rodales ocupan la mayor parte del espacio. Los siguen las  fabáceas vulnerarias, de nombre inquietante, porque ni hieren ni están heridas, con sus hojas pinnadas y sus flores rosas en inflorescencias globulares. Muchos menos numerosos son los tersos y aterciopelados linos blancos o linillos. O las siemprevivas de monte, o curry, con adjetivo de italianas, poderosas para la infusión. Y los azul violeta tréboles hediondos, de inflorescencia pedunculada, hermosos si no se huelen.

Llegamos hasta la última curva, por donde pasa un  camión de los cortadores de pinos, cerca de donde parece que se abre el camino hacia el señorío. No veo esta vez ninguna puerta de hierro.

Volvemos con la misma morosidad con la que hemos ido. La tarde se pone tan melancólica, tan intensa, tan grávida, que parece que va a suceder algo inesperado. Algo sublime,  como una aparición. 

Es, como siempre, la belleza de la naturaleza primaveral, palpitante y sonora, que nos da sustos líricos como este.

   

La torre de Urkulu y el Camino alto de Santiago

 

                  El ingeniero Isaac Moreno Gallo, primer especialista en España en construcciones romanas, que nos deslumbró a todos en TVE2, hace unos meses, mostrándonos acueductos y vías romanos en toda Europa, acaba de publicar en You tube una entrevista reveladora con Juan Mari Martínez Txoperena y Rafael Zubiría Mújica, los descubridores de varios miliarios y de la calzada romana que llega desde Fillera hasta el Summus  Pyreneus.

En esa entrevista, con argumentos inapelables, y siempre con el mapa como soporte, nos convence de que el camino romano auténtico desde Roncesvalles a San Juan de Pie de Puerto no es el alto, que pasa por Bentartea y Lepoeder, sino el bajo que va por Valcarlos a San Juan, es decir el Camino Viejo, camino de herradura hasta 1881, cuando se construyó la actual carretera.  Moreno repite que Aymeric Picaud, el autor del Codex Calixtinus, fue el autor de la confusión y del error de haber dado por bueno el camino alto, que nunca fue calzada o vía romana, sino solamente un sendero montano y ganadero. Como en Somport y en el Puerto del Palo.

Ese era el Camino, que el emperador Honorio mandó custodiar el año 408. El que hizo Abderrámán Al-Gafiqi, yendo, el 732, a la batalla de Poitiers. El que siguió Carlomagno el año 778, etc.

En otra visita hecha recientemente a la torre Urkulu, supuestamente torre-trofeo romana hasta ahora, Moreno llega a la conclusión de que se trata de una torre defensiva de comienzos del siglo XVI, conectada con la no lejana del Castillo del Peñón (Chateau Pignon), y construida igualmente por Fernando II de Aragón tras la conquista de Navarra.

 A mí, que hice el camino alto con mi amigo José Luis Molinat desde San Juan y redacté toda una crónica en el periódico sobre nuestra dura marcha, y que escribí otro reportaje sobre la torre-trofeo romana de Urkulu, no me duelen prendas, ni se me caen los anillos, que no llevo, por dar ahora por bueno lo que afirman los que saben mucho más que yo, contento de conocer una nueva verdad, expresión de realidad, y con el propósito de darla a conocer, como  hice un día, con toda mi buena voluntad,  con un extendido error común.

El negocio sanchista de la amnistía

 

                         Esta amnistía no es un perdón. Es una  victoria, ha exclamado y declamado en el Congreso la sonriente Miriam Nogueras, portavoz-delegada de Carlos Puigdemont y su partido.

Y con esto está dicho todo.

Pero podemos añadir que, si esa es su victoria, la de los separatistas, es a la vez nuestra derrota, la de todos los españoles, que se la debemos, por cierto, al presidente Pedro Sánchez, como precio que pagar por los votos de los separatistas catalanes a su investidura.

Para Pedro Sánchez, la vergonzosa y vergonzante amnistía. de la que se avergüenza durante la campaña electoral para el Parlamento Europeo, y que ni la debatió ni la defendió en las Cortes, no ha sido una victoria, ni una derrota. Tan solo un negocio personal y partidista. 

Un negocio, que humilla y desarma al Estado (es decir, a todos los españoles), y que es el fraude constitucional más grave de la Democracia española desde 1978.  

Santo Tomás Moro desde hoy

 

                                 La película de Fred Zinnemann  sobre A Man for all seasons (1966), Thomas More (1478-1535), ayer noche en TV13, versión cinematográfica de la obra teatral de Robert Boll (1960), que ganó todos los premios posibles en su tiempo, nos acercó a uno de los personajes más atractivos y creadores de la historia europea. Al autor de la Utopía, al precursor del socialismo utópico, que acuñó por vez primera la palabra socialismo, Al jurista, filósofo, teólogo, político, escritor, poeta, epigramista, traductor, profesor de leyes, juez y lord canciller de Inglaterra. Al santo y mártír de la Iglesia católica (22 de junio) y y al mártir y santo de la Iglesia de Inglaterra (6 de julio). Y al patrono de políticos y gobernantes, declarado por Juan Pablo II (2000), a petición de numerosos presidentes de Estado y de Gobierno de todo el mundo. Antes que jurar a su amigo íntimo el rey como cabeza de la Iglesia de Inglaterra, separada de Roma, para poder divorciarse de su legítima mujer y tener un hijo de su amante Ana Bolena, a la que decapitó cuatro años después, prefirió perderlo todo, hasta su vida.

Nos acercó a aquel hombre que, según sus contemporáneos, tenía un ingenio de ángel y un conocimiento singular, que no tenía par; de maravillosa alegría y afición, y, a veces, de triste gravedad.

Su figura, representada admirablemente por el actor, tanto teatral como cinematográfico, Paul Scofield, sobresale como el día ante la noche comparado con el rey Enrique VIII, el histérico Robert Shaw; el cruel  Leo Mckern, que hace de Cromwell, o el hinchado canciller Wolsey, encarnado en un voluminoso y enrojecido Orson Welles, todos los los cuales tuvieron poco después una muerte indigna.

Pero Thomas More, visto desde el mundo en que vivimos, donde, desde los Estados Unidos de América, primera potencia mundial, con un candidato a la presidencia –criminal convicto-, que parece la encarnación del Mal, hasta nuestro país, donde la amoralidad ya es una costumbre oficial, y la presión (Wolsey) y la coacción y  el chantaje (Enrique VIII) juegan el papel de la moral, es mucho más que un hombre excelso en el archivo de la historia. Es un modelo eficaz para los políticos de nuestro tiempo. Cuando aquí y allí, todos estos pobres hombres de nuestra política rastrera se acusan unos a otros de traidores, el también condenado por traidor en la Inglaterra del siglo XVI se yergue ante ellos como un gigante de la fidelidad, de la coherencia, de la integridad, de la humanidad, que exigen a veces el sacrificio de muchas cosas, y hasta de la vida.

Es el hombre de fe, de moral, de principios y de fidelidades, que por encima de su cargo, de su vida plena de proyectos, su mujer, sus amigos, sus hijos, y hasta de su vida, no duda en ir a la torre de Londres y hasta en subir la escalerilla del verdugo, por ser fiel a su conciencia, que es a la vez a su Dios y a su Iglesia. Tras bromear en los últimos momentos con el verdugo y con el crecimiento de su barba en la prisión, esta fue su última lección:

I die being the king ´ s good servant, but God ´´´  s first.

(Muero como buen servidor del rey, pero sobre todo de Dios)