Andan, todos estos meses, algunos moralistas cristianos distinguiendo, tras el papa Juan Pablo II, los bienes supérfluos, que pertenecen a los pobres; los bienes convenientes, de los que, en caso de extrema necesidad,hay que desprenderse en aras del bien comun, y los bienes necesarios, a los que el mismo papa nos animaba a renunciar,en cierta medida, a favor de los necesitados en extrema gravedad: Como ya se ha dicho, se nos presenta aqui una jerarquía de valores, en el marco del derecho de propiedad, entre el tener y el ser, sobre todo cuando el tener de algunos puede ser a expensas del ser de tantos otros. Vanas y hasta absurdas palabras en muchos sectores de nuestra sociedad de consumo. Hace unos días el director de Caritas Diocesana de Vizcaya recordaba el 1% del total bruto del Fondo Común Interdiocesano, entregado a Caritas nacional por los obispos españoles, y el 10% de su pobre salario aportado por varios equipos de sacerdotes vascos entregado al Plan de actuación contra los efectos de la crisis de la organización vizcaína, que, si siguen las cosas como están, se endeudará en un millón de euros, tras haber aumentado en un 50% sus gastos ordinarios en medio de la crisis, especialmente en ayudas para pagar las viviendas.- No está mal que hablemos todos sin parar de la bicha, hasta agotarnos en nuestros propios discursos. Pero obras son amores.