El drama de de los nortemericanos y canadienses adoptados y después deportados por uno u otro motivo, incluso por un vacío legal -cosa que ocurre también y apenas se denuncia en medio mundo- es el que revive la cinta norteamericana-canadiense, Blue Bayou (título de una canción de Roy Orbison, 1965, que significa brazo pantanoso azul, con letra alusiva) del director y actor californiano, de ascendencia surcoreana, Justin Chon, autor también del guión y primer actor en la película. Antonio LeBlanc, niño coreano, adoptado por una familia americana en la zona pantanosa de Luisiana, maltratado de niño y con un oficio miserable después, vive unas horas felices con su joven y guapa mujer, una divorciada, que tiene una hija, y espera otra delnuevo marido, cuando, por unos delitos anteriores de robo y un vacío legal, se ve amenazado de deportación a su país natal. El drama central se complica por la actuación, más bien benévola, del primer marido, policía, de su mujer, que no quiere perder a su hija, y por la vuelta al robo para poder pagar al abogado que trabaja noblemente por detener la deportación del coreano.
Antonio, siendo todavía un bebé, estuvo a punto de morir ahogado en un pantano de Corea por su madre, que queria desprenderse de él, aunque, en el últmio momento, no tuvo valor y prefirió la adopción. El pantano, varios pantanos, recias tormentas de agua y la imagen muda de la madre biológica del niño, son persoanjes constantes que aparecen en la película creando una presión, entre lírica y dramática, sobre todo el relato y hasta en el intento de suicidio del protagonista en otro pantano. La escena de violencia procedente de los bajos fondos policiales es brutal, compensada por la actitud justiciera del ex marido policía.
Excesivo me parece el larguísimo acto final del aeropuerto, tras haber decidido el deportado declinar la generosa compañía de su mujer y sus dos hijas, pensando en el futuro de todas ellas, sobre todo cuando se vuelve y se abraza con la niña mayor que le despide a gritos angustiada. Una escena menos desgarradora y más breve hubiera ido más a tono con el comedido trato habitual entre los personajes durante toda la escenificación.