Es cierto que el letrismo es diferente de la literatura y es probable que el conjunto de todas las letras de las canciones del cantautor norteamericano no parezca obra digna de un aspirante al Nobel de las Letras. Pero la letra de una canción no puede entenderse sin su música y sin el abigarrado clima de su puesta en escena. Suelo decir que la poesía de hoy está mayormente en las canciones, al menos en aquéllas que alcanzann cierto rango artístico, en medio de la basura general de textos y músicas ramplones. Como estuvo, en los siglos XII-XVI en los goliardos (en latín), y en los trovadores juglares o en los juglares que cantaban las letras de aquéllos (en galaico-portugés o provenzal). La literatura de las canciones es un subgénero importantísimo y popular, que llega mucho más lejos que la literatura leida, y cuya influencia es notablemente mayor. Si el Nobel hubiera existido en esos siglos citados, seguro que el rey de Castilla y León, Alfonso X llamado el Sabio ( y su equipo preclaro de colaboradores), autor de otros tratados, lo hubiera recibido por su voluminoso libro de 428 canciones, titulado Cantigas a Nuestra Señora, donde hay muchos versos puramente narrativos, pero también canciones de letra y música exquisitas. Todavía hoy todo un Instituto universitario de Oxford estudia y difunde su obra. En el caso de Bob Dylan, sólo su mundialmente célebre The answer is blowing in the wind, escrito y cantado durante la guerra del Vietnam, ya merecía cualquier premio humano.