El emperador Carlos V estaba el año 1529 más interesado en el viejo proyecto de asegurar la recolección de frutos en Aragón, tal como le pedían los regidores de Zaragoza y de Tauste, que en defender la Navarra de Ultrapuertos, conquistada por su abuelo, y dejada, ya por entonces, a su suerte. El caso es que en esa fecha comenzó a construirse la que, diez años más tarde, sería la Acequia Imperial.
No faltaban precedentes. Ya en 1252, el rey de Navarra, Teobaldo I, concedió a los pueblos de Cabanillas y Fustiñana, y a su Comendador de la Orden de San Juan, el hacer una presa en el Ebro y sangrarle una acequia para regar tierras de secano. Pero aquello era todavía un sueño. Tres siglos más tarde, cerca del lugar de Fontellas, y a las órdenes del maestro aragonés Gil de Mardones, se montó una presa diagonal al río, se levantó la casa de compuertas -El Bocal del Rey-, y se edificó el palacio del alcaide o gobernador de la Acequia, llamado más tarde Palacio de Carlos V, palacio señorial navarro aragonés, hoy muy transformado, al que, hace un siglo rodeó un pimpante jardín.
La obra, con los años, devino arcaica y débil. Aguas arriba de la «Presa vieja», bajo la dirección del canónigo arquitecto aragonés Ramón de Pignatelli y Moncayo, se acabó de construir en 1790 la presa nueva, la nueva casa de compuertas, un poblado con su iglesia neoclásica, y el nuevo Canal, de hasta 96 km. Abastecía a Zaragoza, servía parcialmente a la navegación y regaba tierras de Fontellas, Ribaforada, Buñuel, Cortes,y de otros 17 municipios aragoneses.
Las tres últimas villas navarras, más Cabanllas, Fustiñana y otros 10 pueblosa de Aragón, riegan también sus campos con las aguas del Canal de Tauste, sangrado un poco màs arriba que el Imperial, en el siglo XVI, ampliado y mejorado a la vez por Pignatelli.
En el Bocal de Fontellas, el Ebro, en caudalosa ebrada, abre su desbocada boca en carcajada gigante, entre espesos sotos y regadíos feraces.
Y el Canal Imperial se le escapa por la vertiente derecha de la risotada.