Camino de reconciliación

Andaba yo pensando en que nuestra falta del sentido del pecado, de infidelidad para con Dios, proviene de nuestra falta de religación con Él (la verdadera religiosidad), de su cercanía e intimidad, cuando, leyendo la vida del Hermano Roger de Taizé, me encuentro con este anuncio del Concilio de los Jóvenes durante la Pascua de 1970, que me parece el mejor programa no sólo de la Cuaresma, sino de toda la vida, que no es otra cosa que la espera de la Pascua definitiva: ¡Cristo resucitado viene para celebrar una fiesta en el interior de los hombres! Él nos prepara una primavera de la Iglesia, una Iglesia desprovista de medios de poder, dispuesta para compartir con todos, lugar visible de comunión para toda la humanidad. Él nos dará la imaginación y el valor necesarios para abrir un camino de reconciliación. Va a prepararnos para dar nuestra vida para que los hombres nunca más sean víctimas de los hombres.