Estrabón, el Anónimo de Rávena y el Itinerario de Antonino nos informan de tres grandes vías romanas que atravesaban en época romana lo que un día sería Navarra: la de Astorga a Burdeos: la de Tarragona a Irún, y la de Tarragona hacia Astorga. A las que hay que añadir, gracias a varios descubrimientos recientes, otras rutas menores, como la de Tarazona a Lumbier, la de Vareia-Logroño a Pamplona, la de Andelos- Jaca, Pamplona-Fitero…
Calzadas, miliarios, puentes, villas… nos atestiguan, a veces oscuramente, de tales itinerarios.
Casi todas estas vías fueron después utilizadas por las generaciones sucesivas, y hoy son trochas, sendas, caminos, carretiles, carreteras, autovías o autopistas.
La autovía Pamplona-Irurzun-Tolosa-San Sebastián, la más conocida por sus complicaciones de vario tipo, atraviesa el difícil e histórico paso de las Dos Hermanas. Al contrario que los romanos, buscamos hoy no los parajes más seguros, loss montes altos, sino los valles bajos y las llanuras fáciles. Ya no nos acomodamos a los accidentes del terreno, sino que preferimos las líneas más directas posibles, horadando túneles, o tendiendo puentes, sacrificando no pocas veces la belleza del paisaje a la comodidad del recorrido.
Aquí vemos cómo se desliza la sierpe ecléctica de la nueva autovía: por la garganta caliza que abrió con sus bríos pacientes y eficaces el río Larraun, sobre el que salta resuelta e imparable. Para alejarse, entre robledales y hayedos, hacia las tierras vecindonas de Guipúzcoa y perderse en la azul lejanía del Cantábrico.