La abolición de los fueros en el reino plural de Aragón no significó el inicio de un período decadente, sino más bien próspero, a pesar del grave revés político de largas consecuencias, sobre todo en Cataluña. El rey de España, el ilustrado Carlos III eliminó el monopolio gaditano para América y los productos catalanes entraron sin trabas en el mercado americano, mientras se suprimían las aduanas nacionales y se abría el mercado del resto de España a la industria catalana, la más avanzada del País.
En la guerra antinapoleónica (1808-1814), el pueblo catalán sobresalió por su patriotismo español. Baste citar la heróica ciudad de Gerona y la resonante batalla de los Bruchs. La Junta Superior del Principado envió sus representantes a la Junta Suprema, la Junta Central, y después a las Cortes de Cádiz, cuyo primer presidente fue un catalán. Los diputados catalanes no reivindicaron antiguos privilegios, sino, como la inmensa mayoría de los liberales españoles, defendieron la antigua monarquía moderada o pactada, pero ya dentro del modelo centralista y uniformador francés.
Durante los reinados de Fernando VII e Isabel II surgieron en Cataluña los primeros movimientos obreros, en los que predominó el anarquismo bakuninista, y en su interior prevaleció el carlismo, sin pretensiones fueristas. Todos los proyectos de los nuevos partidos políticos fueron comunes con los del resto de España. Ninguna de las muchas rebeliones, sublevaciones y conflictos, especialmente en Barcelona, la ciudad más moderna y avanzada de la Nación, tuvo carácter nacionalista y menos separatista. La Renaixença fue un movimiento cultural, que exaltaba valores propios, regionales, pero hablaba de la patria común española.
En el invierno de1859-1860, un cuerpo de voluntarios catalanes, recibido triunfalmente en Barcelona, participó en la guerra de África, al mando del general catalán Juan Prim y Prats, héore de la batalla de Tetuán, nombrado marqués de los Castillejos, que seria el organizador principal de la Revolución «gloriosa» de 1868. La I República (1873) tuvo dos presidentes catalanes: Estanislao Figueras y Francisco Pi y Margall.