Cercano a las grandes estaciones aragonesas y catalanas, el Alto Roncal navarro, hasta entonces sólo utilizado por los militares para aprendizaje y prácticas de esquí -ahí sigue el viejo cuartel como edificio en ruina-, se abrió el año 1972 para toda clase de aficionados.
Ese año comenzó la dura prueba de esquí de travesía, Alta Ruta de Belagua, repetida después en cada invierno, en la que participan muchos equipos españoles y franceses. En enero de 2008 se inauguró en el espacio más alto, El Ferial, en el límite del karts de Larra y el pino negro, el Centro de montaña del Valle de Roncal, Roncalia, en forma de caserío vasco-navarro, que acoge además de la escuela de esquí, sauna, comedor, bar y terraza.
Además de pequeños remontes mecánicos, la especialidad preferida en nuestro bajo Pirineo sigue siendo el esquí de fondo -hoy, esquí nórdico-, en 27 kilómetros y medio de pistas y de recorridos para raquetas, con una altitud de 1.600 y 1.720 metros, en las modalidades de Semana Blanca, Fin de Semana y Esquí Familiar, con la ayuda imprescindible de cursillos y monitores.
Sobre la nieve cegadora, los colores más vivos que la constrastan y la magnifican.
Los ojos, protegidos; las manos y los pies, ardientes; los movimientos, ágiles.
Y a patinar de tal modo, que parezca que volamos (scivolare, dicen los italianos): que somos, si no pájaros, al menos personajes nivales.