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Los imputados
Martes de Pascua
Luc 24. 11
A las santas mujeres, que fueron antes que nadie al sepulcro de Jesús, los Doce no les creyeron. Después de 20 siglos, a sus sucesoras los Dos mil no les entendieron. Y durante ese largo período de tiempo, los Doce, los Doscientos, los Dos mil ilustres varones apostólicos, salvo contadas excepciones, se des-entendieron (de ellas).
Lunes de Pascua
Si Jesús resucitó,
de la muerte nos salvó.
Mas si le venció la muerte,
desdichada es nuestra suerte.
Y bien vana es nuestra fe,
si Jesús vencido fue.
Pero vivo le encontraron
los que muerto le lloraron.
Y con su fe consiguieron
lo que antes ni previeron.
Hasta dar su entera vida
por proclamar su venida.
Dios no dejó que su Ungido
fuera por siempre vencido.
Si Dios no es justo, no es Dios,
y entonces, una de de dos:
O todo tiene sentido.
O todo es un sinsentido.
Domingo de Resurreción
Domingo de Resurrección:
la fiesta de Liberación.
Sábado Santo: el Silencio
Tras la muerte
del Maestro,
Sábado Santo
es Silencio.
El silencio es el lenguaje
del misterio
y se espesa en turbaciones
de culpa, dolor y miedo.
Las promesas no se ven
ni tienen voz los deseos.
El silencio de la muerte
es inapelable y terco.
Los teólogos lo llaman
el «descenso a los infiernos»,
mientras el pueblo organiza
la procesión… del Silencio.
Viernes Santo: la Pasión
Ya vengo, Jesús llagado,
a contemplar fervoroso
los pasos que, doloroso,
diste con la cruz cargado….
Era la primera estrofa
de un popular viacrucis
que rezábamos, de pie y de rodillas,
los chicos de mi pueblo,
recorriendo la inmensa iglesia parroquial.
Recuerdo todavía como algo muy vivo
aquel sincero dolor de niño pobre,
aquella ingenua y pura compasión
hacia un ser sublime,
injustamente ajusticiado.
Vinieron después las lenguas clásicas,
las filosofías y las teologías,
la inmensa historia de la pintura
del drama sacro,
Palestrina y Vitoria,
Haydn y Bach, Messiaen o Remacha.
Encontré en El Cristo de Velázquez, de Unamuno,
el canto más apasionado
al Cristo de la cruz,
que me anega en lágrimas,
y en el biblista americano Raymond E. Brown
la más completa exégesis
de los cuatro relatos evangélicos.
Pero nunca he llegado a la cándida hondura
de aquel sincero dolor de niño pobre,
de aquella ingenua y pura compasión
hacia un ser sublime
injustamente ajusticiado.
Jueves Santo: el Pan y el Vino
Es pan.
Y sabe y huele
a pan.
Y el vino sabe y huele
a vino, sin más.
Asi lo quiso Jesús
en la última cena pascual.
Dejémonos de substancias
y de toda una química ancestral.
Esto es mi cuerpo
y esto era pan.
Este es el cáliz de mi sangre
y era el vino del lugar.
Eran el pan y el vino de los pobres,
alimento elemental,
que nutría, confortaba
y unía al personal.
Signo a la vez y alimento
espiritual.
Y ahora la acción de gracias
principal
por su vida y por su muerte,
por su victoria total,
y por querer
seguir entre nosotros
en el vino y el pan,
partidos y repartidos,
como él se partía y repartía
en su vida mortal,
para alegrar
la vida
de la comunidad.
Jesús era más bueno
que el pan.
Generoso
como el vino de lagar.
Pan y vino, sus palabras
de vida y de verdad;
pan y vino, sus obras admirables
hasta el final.
Y quien esto no entienda
no entiende
la telogía fundamental.