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Día triste, tristísimo

 

                Día triste, tristísimo para cualquiera consciente de la tropelía histórica que se ha firmado hoy, añadida a otras tropelías anteriores de menor cuantía. Se han traspasado muchas líneas rojas y muchas fronteras, no sólo políticas, sino sociales y morales. Costará mucho tiempo volver a la decencia y al sentido común. Y ahora solo queda, más que retar a los inicuos perpetradores de esta infamia que la administren, con mucho más más de media España en contra, lo que puede ser alivio pasajero, apencar cada uno de nosotros con el deber que para tiempos agónicos nos dicte nuestra conciencia.

¡Qué más quiere Puigdemont… !

 

¡Qué más quiere Puigdemont que ver a los ultras -esta vez, sí, ultras genuinos, más allá de cualquier democracia- tirando botellas a la policía nacional en Madrid, convertidos para él en la imagen de sus enemigos, de la España dictatorial y represora, la que se opone a la amnistía, al derecho de autodeterminación y al referéndum de independencia!

¡Y qué bien le viene al presidente en funciones, Pedro Sánchez, ver en ellos también la imagen de sus enemigos, a pesar de que tenga que ver al mismo tiempo el caos al que está llevando en España su política errática y ególatra, bolivariana y aventurera!

«El eje de resistencia» en Próximo Oriente

 

        Vengo de aprender mucho de una conferencia, organizada por el Consejo Navarro del Movimiento Europeo, y dictada por el experto navarro en el mundo kurdo y, también, en la política del Próximo Oriente, Manuel Martorell. Y he aprendido sobre todo la importancia y la influencia del llamado Eje de resistencia contra el pequeño Satán  (Israel) y el gran Satán (USA), dirigido por el Irán de los ayatolas en todos los países árabes que rodean a Israel. Eje de resistencia, que con sus brazos militar, político, económico, cultural y hasta benéfico, va llevando por todos esos países el integrismo y el fanatismo de la  Revolución islámica (chiíta) iraní de 1979. Sin ella, sin sus dirigentes iraníes, sin su impulso ideológico, su financiación y su armamento, no puede entenderse la política llevada a cabo en la zona durante los últimos cuarenta años.

Sin que se pueda apuntar directamente a Ia teocracia iraní el  sorprendente estallido terrorista del 7 de octubre, a manos de la milicia de Hamas, tampoco puede entenderse sin alguna relación con ella. En Irak, Siria, Líbano (Hezbollah), Palestina (Hamas), las milicias pro iraníes, a las que se atribuyen la mayoría de los atentados  y provocaciones durante los últimos años son mucho más que milicias: son parte muy completa del movimiento revolucionario jomeinista, que tiene como uno de sus principales objetivos, dentro de la islamización del mundo, la destrucción del Estado de Israel, al que ha puesto, incluso, fecha fija.

A lo que hay que añadir la creciente influencia de Rusia, sobre todo en Siria, y la de China en toda la región. Por desgracia, la Unión Europea, sin ejército y sin política exterior verdaderamente común, no tiene mucho que decir ni hacer, fuera de su generosa política de cooperación al desarrollo y fuera de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, un poco alejada del lugar.

Uno de los mayores éxitos del Eje de resistencia, según Martorell, ha sido detener el movimiento de acercamiento de varios países árabes (Marruecos, Bahrein, Emiratos, Sudán y hasta Arabía Saudí) a Israel, por medio de relaciones diplomáticas, aparte sus predecesores Egipto y Jordania. Tras la contundente respuesta militar de Israel al feroz ataque de Hamas, algunos de ellos han llamado a sus embajadores, y Arabia ha suspendido toda relación.

Pero la guerra en Gaza no ha hecho más que comenzar y el ajedrez de la región puede cambiar en cualquier momento.

El declive moral de Occidente

 

                     Con el título Gaza y el declive moral de Occidente, escribía anteayer en DN el parlamentario navarro Iñaki Iriarte. Escrito con verdadera pasión de la buena, me ha recordado las docenas de propuestas que presenté en el Parlamento Europeo en favor de la causa palestina y de las muchas horas dedicadas a ese fervor allí y aquí, cuando el palestino refugiado en Navarra M. Rabani y yo fundamos el movimientos Peace in Palestine-Paz en Palestina con la intención de dar a conocer la situación real de Israel-Palestina y mover las conciencias  ante aquella terrible situación.

Tiene Iriarte razón que le sobra cuando recuerda que, si Occidente tiene sin duda una deuda moral con el pueblo judío, que sufrió durante siglos guetos, progromos, expulsiones, conversiones forzadas…, no la tiene menos con el pueblo palestino que durante todos estos años desde 1948 ha sufrido horrores parecidos de mano de los sucesores de los que otrora sufrieron todo eso. Y sobre todo, estos días en la Franja de Gaza: Permitir que millones de personas, cientos de miles de de ellas niños, sean privadas de todo y asesinadas impunemente, muchas condenados a agonizar lentamente bajo los escombros y no condenarlo, rebaja nuestro grandes principios a una expresión de cinismo de la peor especie.

No pide mucho el político navarro: ¡y no condenarlo! El sabe bien que sólo los Estados Unidos de América, el mismo País que ha impedido decenas de veces que las condenas de la ONU tuvieran alguna eficacia contra el Estado de Israel, podrían detener esta matanza. Pero la verdad es que la Unión Europea podría hacer algo más que condenarla. Y  es que la ocupación y el aislamiento, y  la constante violación de la Convención de Ginebra y de las resoluciones de la ONU se han sucedido demasiado tiempo desde 1948 hasta aquí, y fuera de muchas buenas intenciones y de mucha palabrería, Occidente poco ha hecho por acabar con los excidios y a la vez por buscar una solución o, al menos, una salida a tan prolongado conflicto. Pero tampoco la Liga Árabe. Ni los países musulmanes en su conjunto. Ni los Estados árabes que abrieron relaciones con Israel.

Y tampoco los palestinos que, dentro y fuera de Palestina, siguen empecinados en acabar con el Estado de Israel, Y aquí veo el talón de Aquiles del excelente escrito de Iriarte, poco claro con la responsabilidad de las fuerzas palestinas extremistas y fanáticas, y de aquellos países árabes, que durante muchos años han estado y están financiándolas, manteniéndolas, azuzándolas, como es el caso actual de Siria, Líbano y sobre todo Irán.

Lo que no quita un ápice a la responsabilidad de la Unión Europea, esa luz y faro de las naciones, ese Occidente que supo crear un tipo de hombre y de sociedad inéditos., que Iñaki Iriarte ve en claro declive.

 

Domingo 31 del Tiempo Ordinario

 

  La hipocresía de los fariseos

(Mt 23 1-12; Mc 12 38-40; Lc 11 37-52; 14, 7; 18, 14; 20, 45-47; Jn 13, 13)

                  Aparecen los fariseos en los cuatro Evangelios como los más feroces enemigos de Jesús, especialmente en en Evangelio de Mateo. Eran, con todo, hombres piadosos, conocedores  y amantes de la Ley y de otras tradiciones religiosas no incluidas formalmente en ella. Creían en un Dios providente, pero también en la libertad y responsabilidad del hombre. Esperaban la  venida del Mesías, y, frente a los saduceos, más adinerados que ellos y de mayor posición social en la esfera civil y sacerdotal, creían en el espíritu, los ángeles y la resurrección de los muertos. Habían jugado un importante papel público político en tiempos de los asmoneos, y eran todavía el partido judío más activo e influyente entre el pueblo. A veces  se los vincula con los escribas y los herodianos. Contendientes habituales del Profeta de Nazaret, sobre todo en Jerusalén, donde vivían casi todos, sus debates fueron más legales que doctrinales: divorcio, juramento, pureza legal, cumplimiento del  sábado…  No parece que tuvieran directa relación con la muerte de Jesús. Su relación con los judeo cristianos se agravó con la primera guerra judía y destrucción de Jerusalén. Probablemente los cuatro Evangelios, escritos en esa época, reflejan mejor esa situación posterior que la vivida por el Maestro en Palestina.

Comienza Jesús diciendo a la gente
que observe bien lo que digan escribas y fariseos,
que trasmiten la doctrina de Moisés,
sin imitar su conducta, pues dicen pero no hacen:
echan
  cargas pesadas a la espalda de los hombres,
pero ellos no mueven un dedo para sostenerlas.
Todo lo hacen para ser vistos.
Ostentan en sus frentes y en sus brazos
los estuches y las borlas con versículos de la Ley ,
Buscan siempre los primeros puestos
lo mismo en sinagogas que en banquetes,
y se afanan en las calles y en las plazas
porque el pueblo los llame mi señor, doctor, maestro.

Y aquí el evangelista
aprovecha similares palabras de Jesús diciendo en otra ocasión a sus discípulos:
que no se dejen decir esas palabras,
porque uno solo es su Maestro.
Ni que los llamen padre,
porque uno solo es su Padre
y todos ellos hermanos.
Ni siquiera instructores,
porque Instructor es solo el Cristo.
Y que el mayor entre ellos sea su servidor.
Pues quien se ensalza será humillado
y quien se humilla será ensalzado

Uno y otro, «botifler»

 

               Lo ha dicho ese político socialista, presidente del Gobierno de Castilla La Mancha,  tan valiente por su actitud y actuación dentro de su partido actual, que pasa por ser heroico. Opuesto siempre a la previsible y ya anunciada ley de Amnistía a los independentistas catalanes y a otras bicocas mayores -referéndum- o menores -condonación de deuda et alia-, acaba de declarar que uno de los dos grandes protagonistas de los pactos forzosos para hacer posible la investidura sanchista, el actual presidente del Gobierno en funciones y el prófugo de la Justicia, otrora presidente de la Generalitat de Cataluña, terminará por ser tenido como botifler. Dicho con el lenguaje arrojado en Cataluña por los austracistas, maulets, vigatans o aguillots, partidarios de Carlos VI de Austria, contra los borbonistas o partidarios de Felipe V, durante la guerra de Sucesión: todo un traidor (de beauté-fleur de lis).

Duro calificativo, en todo caso. Ya hace tiempo que los más fervorosos partidarios independentistas catalanes apodan así a su hasta hace poco ídolo político, Carles Puigdemont, desde que negocia con Sánchez la investidura de este, y ya es habitual apodar así al actual presidente español en funciones hace ya mucho tiempo.  Page se queda corto. El descalificativo del XVIII no agraviará a uno de los dos, sino que los agravia a los dos, ya desde ahora.

Una muestra más, triste y hasta dolorosa, de la degradación de la política española, más degradada que nunca. La gente ha vuelto a  protestar ante la sede del partido del Gobierno en Madrid, con motivo esta vez de la ley de amnistía, como en otras ocasiones ante la sede del Partido Popular. Y no hay ocasión en que el presidente del Gobierno en funciones no sea abucheado en la calle, en cuanto el público tiene un espacio para poder hacer llegar hasta él sus decibelios.

Israel contra la ONU

 

                             Le sobraba razón al secretario general de la ONU, Antonio Guterres, cuando, hace unos días, afirmaba con expresión vehemente que esta nueva ola de violencia no surge de la nada, sino que nace de un conflicto de larga duración en 56 años de ocupación y sin un final político a la la vista.

Setenta años hace desde la primera Resolución 181 (1948), que dividió la región en dos Estados, uno árabe y otro judío (a Israel se le asignó el 54% del territorio, teniendo solo el 30% de la población). Hoy día, ni siquiera existe el Estado Palestino. Y Jerusalén, a la que se dio desde la ONU el status de ciudad internacional bajo su tutela, fue constituida capital sagrada e indivisible de Israel, estando la parte árabe oriental o Jerusalén Este en condición de ocupada, como el resto de Palestina.

Ni la R. 194 (diciembre 1948), sobre el derecho de los palestinos expulsados de regresar a sus hogares. Ni la 242 (noviembre 1967), que exige la retirada del ejército israelí del territorio ilegalmente ocupado. Ni la 446 (marzo de 1979), que declara ilegal cualquier construcción de asentamientos en esos mismos territorios… Ni ninguna otra, al menos importante, de las decenas de Resoluciones aprobadas por el Consejo de Seguridad, hasta la más reciente de la semana pasada pidiendo una tregua humanitaria, ha sido atendida por Israel. Siguiendo el espíritu de tales Resoluciones, en mis años de diputado europeo, presenté varias propuestas de Resolución al Pleno del Parlamento de Estrasburgo, casi siempre con más suerte que en Nueva York, pero, por desgracia, con solo una pequeña eficacia moral.

Gracias al veto impuesto en todos esos casos por el representante de los Estados Unidos de América, Israel se ha librado de la condena. Solo en algunos casos menos graves, y que no llevaban consigo exigencia alguna ejecutiva, el embajador norteamericano ha llegado a abstenerse.

Los cipreses del cementerio

 

            Vamos y venimos, estos días, a/de los cementerios -dormitorios, en griego-, los benditos camposantos, como los llamábamos en tiempos. En la parte nueva de de Pamplona, cada vez quedan menos nichos ocupados, y, por lo tanto, cada vez hay menos gente y menos flores.

Pero quedan todos los cipreses, siempre fieles, siempre enhiestos, siempre vigilantes. Cupressus sermpervirens pyramidalis es su nombre de pila linneana. Otros los llaman  Cupressus italica, por haberlos visto en la vía Appia, junto a los monumentos fúnebres  de la Roma antica, y junto a cualquier monumento singular. Era ya en Grecia un árbol sacro, consagrado al dios Hades, dios de la muerte. Los judíos los  utilizaron para levantar el Templo de Salomón, y hasta se decía que el arca de Noé estaba hecha de esa madera imputrescible. Los romanos, según Horacio, envolvían los cadáveres de sus seres queridos con ramas de ciprés.

Solemos ir cada vez menos a los cementerios. Y, cuando, vamos, vamos casi siempre de prisa y corriendo. Tal vez nos aquietamos un poco porque vemos que los cipreses están allí, que ellos no faltan, que ellos no tienen prisa. Sus raíces son horizontales y alargadas, bien ancladas en la tierra: arraigadas. Sus troncos son anchos, rectos y altos, resistentes al calor y al frío, bien adaptados a suelos ácidos y básicos, con cortezas lisas y delgadas, de color pardo oscuro. Sus ramas tetragonales, compactas y prietas, de las que cuelgan como joyas naturales los recios y lustrosos estróbilos o conos, masculinos y femeninos. Sus hojas o ramillos tienen forma de escamas. Su follaje es denso, vertical, verde oscuro mate, que los hace discretos, firmes, serios, pero no lúgubres, ni tétricos, ni funestos.

Los poetas los compararon y comparan con los monjes y sus cogullas. Otros con cirios, candelabros, hachones y luminarias. Monjes de silencio y votos perpetuos.  Luminarias de dirección y transcendencia Enhiesto surtidor de sombra y sueño, y flecha de fe y saeta de esperanza, describió al protociprés de Silos el cántabro Gerardo Diego.

Mejor que cualquiera representáis, cuidáis, protegéis, acompañáis a nuestros muertos.

Una jornada reconfortante

 

                    La celebración regia de ayer fue en verdad reconfortante, incluso retransmitida por TV1, en la que no había podemitas. Reconfortante desde el punto de vista estético, histórico, político y cultural, entre la foto de la infamia, publicada ayer, del prófugo de la justicia y el deshollinador del Psoe, como le llama a Cerdán El Confidencial, y la noticia de la completa amnistía con que nos hemos desayunado hoy.

Me uno a la felicitación a la Princesa de los cuatro ex presidentes españoles, publicada en El Mundo hace dos días.  Espero que ese discurso patriótico y realista prevalezca frente al gaseoso y sin alma de Armengol.

Por fortuna, los cuatro minutos de aplausos tras el juramento de la Princesa fueron el clamor del pueblo, que compensó exponencialmente las ausencias de los 54 socios del PSOE, que no asistieron y que jamás han recibido un cuarto de esos aplausos. Que tres ministros de un Gobierno no asistan a la jura de la Constitución de un futuro Jefe de Estado es otra excepción mundial. Pedro Sánchez ha cosechado el mayor número de excepciones hasta ahora.

Los comentaristas atribuyen a fanatismo, ignorancia y frivolidad las ausencias de ayer. Pero, en la mayoría de los casos, no hay otra causa que su aversión y hasta odio a la unidad de España, de la que es encarnación viva la monarquía, como la misma palabra lo proclama. Todo separatista y confederalista es a priori enemigo acérrimo de todo lo que y de todo el que representa, promueve y defiende la unidad de la Nación.

Dios salve a la princesa Leonor.