África desembarca en Europa
y Europa no puede impedirlo.
África se desangra camino de Europa
y África ni puede ni quiere impedirlo.
África desembarca en Europa
y Europa no puede impedirlo.
África se desangra camino de Europa
y África ni puede ni quiere impedirlo.
No existe mandamiento mayor que estos
(Mc 12, 28-34; Mt 22, 34-40; Lc 10, 25-28)
Marcos inserta tal vez aquí
una bella tradición preexistente
de uno de los escribas,
por una vez amable, discreto y perspicaz,
quien viendo que Jesús
había respondido bien a los saduceos,
se atreve a preguntarle:
-¿Cuál es el primero de los mandamientos?
–Escucha Israel -responde Jesús-,
el Señor nuestro Dios es un solo Señor,
y amarás al Señor tu Dios
con todo el corazón y toda tu alma,
con toda tu mente y todas tus fuerzas.*
Y este es el segundo:
Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
No existe mandamiento mayor que estos.**
Y entonces el escriba:
–Maestro, con verdad has dicho
que Él es el único
y no hay otro fuera de Él,
y amarle con todo el corazón,
con todo el entendimiento y todas las fuerzas,
y amar al prójimo como a uno mismo
vale más que cualquier sacrificio y cualquier holocausto.
Y Jesús entonces,
viendo que había respondido con toda sensatez:
–No estás lejos del Reino de Dios
Y nadie se atrevía a decir nada.
*
Todo un escriba judío
confirma la autoridad del Maestro galileo.
Une el Maestro aquí los dos mandamientos de la Ley
distinguiendo el primero del segundo,
por encima de todos los demás.
Nadie hasta entonces lo había hecho,
ni lo hará después.
Para Jesús, profeta escatológico
que viene a reunir al Israel disperso,
el primer mandamiento genera el segundo,
que es querer y hacer al bien al prójimo.
___________________
*Dt 6, 4-5
**Lv, 19-18
Pensábamos dedicar este sábado a nuestra anual excursión por entre los viñedos riojanos, pero vamos viendo, ya entrados en Tierra Estella, que las viñas de todas las especies están tan verdes como en el mes de junio o de julio. Así que decidimos visitar Codés y darnos una vuelta por los alrededores. Qué buena ocasión para almorzar en el atrio exterior del monasterio de Azuelo, bajo los peñascales amurallados del monte Yoar (1387 m.), que hace tiempo no visitamos. Uno de aquellos primitivos cenobios levantados en en el norte de Hispania, donde se refugiaron también monjes, clérigos y laicos del Sur, que, con las reliquias de los mártires, llegaron huyendo de la morisma. Y allá que nos vamos.
Hace sol, es decir, el sol nos hace, y también un viento fino, que mueve los molinos que tenemos delante sobre Cerro Figueras. El rodal de acacias que nos da sombra está tan lozano como en primavera. Los monjes que habitaron el primer cenobio, del que no sabemos nada, tenían a sus pies el río Linares, más caudaloso seguramente que hoy, y los regatos El Paso y El Hundido, además de las fuentes aledañas La Calzada y La Huerta de los frailes, que habla por sí sola. En la entrada del sur una pequeña placa recuerda la celebración del milenario, en la que me tocó estar, ya que de lo poco que sabemos, sabemos que el cenobio aparece en una donación hecha por el rey Sancho Abarca el el año 992, siendo abad Eximinus (Jimeno), a quien Dios guarde.
Una señora, que ha subido desde el pueblo recogiendo nueces de los nogales del camino, pega la hebra con nosotros y nos ponemos a hablar de la joyita del monasterio románico, que es la iglesia local, y del pueblo. Es cuñada de aquel buen amigo mío José Manuel, que fue alcalde del lugar, y cuya blanca y alta casa natal me muestra desde allí. El pueblo ha pasado desde los casi 300 habitantes en 1900 a los 26 en 2022, No hay niños, pero acaba de abrirse un bar. Los alados molinos se les han aparecido en el cielo. Andan estos días los paisanos de estos pueblos intentando que se haga una relación de los pisos vacíos y que se alquilen o se compren a fin de ir corrigiendo y compensando la despoblación de la zona. Por similar motivo, las villas de Aguilar y Azuelo estuvieron unidas durante varios siglos.
Desde Azuelo subimos al santuario de Codés, hoy todo rodeado de coches, mesas con algunas personas en el atrio exterior y el comedor lleno de montañeros que han recorrido esta mañana el macizo y de paisanos de la comarca y de fuera de ella. Esta vez no buscamos los interiores del robledal y elegimos una de las muchas mesas de piedra de la parte alta. Después de la siesta, y de camino hacia Meano, paseamos la larga calle horizontal de Aguilar, que es la calle alta y mayor, verdadero caballo orográfico transversal, en el que cabalgan los aguilarenses o aventones, que pasaron, en las mismas fechas antes citadas, de 546 a 72 habitantes. Son bien visibles los restos del viejo recinto rectangular defensivo.La más reciente hilada de casas, a orillas de la carretera, resguardada del cierzo, nunca quiso emular a la primitiva. Aguilar, al que que se le unió en fechas más recientes de Codés para identificarlo mejor, es un soberbio mirador sobre el valle del río citado y frente a los gigantes de viento del monte Las Llanas.
De Aguilar, remontándonos hasta las fuentes del Linares, también llamado Salado, que se abre a los pies de la sierra Ochonda, seguimos hasta Meano, sin detenernos en Lapoblación, que visitamos hace poco. Son paisajes solitarios, crudos, altos, crecidos de pinos, robles y molinos de viento, que nos parecen siempre lejanos.
Meano es el último testigo de Navarra, lindante con la Rioja alavesa, concejo del ayuntamiento de Lapoblación, pero, curiosamente, más poblado, y sede física de su ayuntamiento. Está un poco subido en el arranque de la sierra peñascosa de Cantabria y no lejos de la Peña de La Población, vulgarmente llamada El León dormido, que, según de donde se le mire, parece a veces El León al acecho. Millones de fotografías aprovechan decenas de combinaciones de los dos último poblados occidentales de Navarra con su encrespada y abrupta orografía. Muchas de ellas dan un poco de miedo.
Meano tiene una parte alta y otra baja, con un anchurón en medio, una iglesia entre el XIII y el XVI, y una casa rural que se llama Atalaya, porque es en verdad toda una atalaya fronteriza sobre la Rioja alavesa y la riojana. A la entrada al caserío está apenas estrenado un enorme frontón que parece hecho para que jueguen todos los pelotaris de los pueblos circundantes.
Meano es también todo un nudo de comunicaciones. Pero nosotros, con la noche a punto de envolvernos, volvemos por el mismo camino, que a estas horas parece de alta montaña.
La guerra de Yom Kipur (Día de la Expiación), que duró desde el sábado 6 de octubre, día sagrado para los judíos, hasta el 25, comenzó con el ataque por sorpresa de una coalición de Estados árabes, dirigidos por Egipto y Siria, con vistas a reconquistar, respectivamente, El Sinaí y los Altos del Golam, ocupados por Israel en la Guerra de los Seis Días.
En septiembre de 1970 había fallecido el presidente Nasser y le había sucedido Anwar Sadat, que recibió una herencia envenenada. Y la poderosa Golda Meir gobernaba en Tel-Aviv, con el general Dayán como ministro de defensa. Ni la Liga Árabe ni todo el mundo musulmán se habían curado de la profunda herida que les había dejado la victoria avasalladora israelí en 1967. Particularmente grave era la crisis política y económica en Egipto, y Sadat intentó superarla, soñando en un próximo desquite militar, por medio de compras masivas de armamento a su aliada la Unión Soviética que, por su parte, no veía con buenos ojos un nuevo conflicto en Oriente Medio, mientras intentaba fortalecer las buenas relaciones con su rival americano, comandado por el presidente Richard Nixon y su secretario Henry Kissinger.
Egipto y Siria atacaron los primeros esta vez, pero, a pesar de la sorpresa, y de los primeros triunfos egipcios, los ejércitos israelitas, muy superiores en armamento militar, no en seis pero sí en diecinueve días, estaban a las puertas de Suez y de Damasco. Por resolución de la ONU y los buenos oficios de las dos grandes potencias, se llegó al alto el fuego. El acuerdo se firmó en el kilómetro 101 de la carretera que va de Suez a El Cairo y se intercambiaron los prisioneros. Se retiraron luego los ejércitos israelíes de la orilla occidental del Canal, y se fijó una franja de 11 km, de separación, donde se situó la fuerza de interposición de la ONU, formada por soldados austriacos, noruegos y finlandeses. Poco después se llevaba a cabo un parecido acuerdo entre Israel y Siria, y el ejército ocupante se retiraba de la parte oriental de los Altos del Golam.
Tras los acuerdos parciales alcanzados por Israel y Egipto en el Convenio de Ginebra, de 10 de octubre de 1975, y la visita de Sadat a Jerusalén, invitado por el primer ministro israelí Menájem Begín en 1977, llegaron los Acuerdos de Camp David (1978), bajo la tutela cercana de USA, por los que Israel devolvió a Egipto la península de El Sinaí; por vez primera, un Estado árabe, Egipto, reconoció al Estado de Israel, y ambos Estados normalizaron sus relaciones.
Jon Fosse (Haugesund, Noruega, 1959), padre de cinco hijos, ex luterano, ex alcohólico, ex marxista, socialista, premio Nobel de Literatura 2023, novelista, poeta y dramaturgo prolífico -el dramaturgo vivo más representado- es un católico converso de cuerpo entero, autor sobre todo de una novela río Septología, cuyo protagonista Asle, presente también otras ficciones, es un heterónimo en quien el escritor vuelca toda su hondura con temas recurrentes, como el yo ante los otros, los sueños, la tensión entre luz y oscuridad, la trascendencia de nuestras decisiones, el amor y la compasión que nos salvan o el hombre nuevo que emerge.
La prosa lírica de Fosse, bien conocida en el norte de Europa, mezcla de novela y de poesía, contiene ritmo, huye de comas y puntos, compone un escenario ideado para reflexionar, sentir, divagar, buscarse y encontrarse. En su teatro, sucesor reconocido de Samuel Beckett y Henrik Ibsen, abunda la espera, la soledad, el vacío. Habita la misma verdad que en sus novelas, pero hay menos esperanza. Muy próximo al Maestro Eckart, teólogo, filósofo y místico dominico alemán del siglo XIII-XIV, y. no siendo católico practicante de la ortodoxia, dice rezar todos los días.
-Si. No tengo dudas religiosas. Estuve cerca de varias experiencias cercanas a la muerte cuando era niño y la visión de esas experiencias nunca me ha abandonado. Cómo ese se convierte en una u otra religión o confesión, ya es otra cuestión -escribe en 2019-. Durante muchos años estuve muy próximo a los cuáqueros, pero hace algunos años me convertí al catolicismo, también porque mi mujer es católica. Y siento la necesidad de mantener la fe, digamos, con otros. En una iglesia católica me siento en casa, al menos más que en una iglesia luterana noruega, confesión que abandoné a los 16 años.
-Pienso al menos a Dios tal como yo puedo pensarlo, pero también conducen a Dios las otras maneras de pensar y creer la verdad, todo lo que se vuelve con seriedad hacia Dios, ya se use la palabra Dios o se sea tan sabio o tan humilde, frente a la divinidad desconocida que no se use la palabra, todo conduce a Dios y en ese sentido todas las religiones son una, pienso yo, y en ese sentido convergen también la religión y el arte, también porque tanto la Biblia como la liturgia son ficción, imágenes y poesía, son literatura, teatro y artes plásticas, y como tales tienen su verdad, porque evidentemente al arte también tiene su verdad.
–¿Para quien escribo yo? Para Dios. Escribir es como rezar.
Desde el comienzo de nuestra Democracia constitucional, nunca en España se había mentido tanto, ocultado tanto, insultado tanto, odiado tanto, Nunca se habían tambaleado tanto los fundamentos de nuestra convivencia.
Los que tienen la sangre azul ¿cómo saben que es sangre?
Todo hombre es un ser dependiente durante muchos años de su vida. Lo que quiere decir que de suyo es una especie que depende de los cuidados de otros. Por encima de la violencia, nuestro ADN como especie es el cuidado, la com-pasión activa interhumana.
Los que comen habitualmente rape ¿cómo se llaman?
El reloj biológico, que controla casi todos nuestros ritmos circadianos desde el hipotálamo, pesa menos que el de pulsera y es más cercano que este.
Por pelos, fue el primer primer proyecto de Estatuto en entrar en las Cortes, muy poco antes del catalán, que había tenido más prolegómenos y armado más estruendo político. El PNV, su principal impulsor, ya desde primeros de siglo, y especialmente en los años treinta, acabó absteniéndose de votar la Constitución de 1978, de la que emanaba el Estatuto, para el que puso toda la carne en el asador. Aunque tampoco este fue recibido ahora con demasiado entusiasmo: si HB prometía su abstención y Alianza Popular su voto negativo, los electores, ya acostumbrados, se abstuvieron en un 41%.
Y entonces comenzó la lucha, todavía no acabada, por cumplir a rajatabla todos sus artículos, algunos arrancados al equipo negociador de la Moncloa en aquellas difíciles circunstancias, sin demasiada precisión jurídica ni realismo político. Lo cual se ha hecho el cuento de nunca acabar y capítulo obligado en cualquier acercamiento negociado con el Estado o en cualquier choque con él. Este momento actual es otro nuevo caso. Es uno de los pocos Estatutos no renovados, y aún quedan formalmente 20 competencias, posibles e imposibles, por transferir. Tampoco ETA contribuyó mucho a su cumplimiento.
Por eso, el PNV no suele celebrar los aniversarios del Estatuto de Gernika. Ni HB y sus muchos nombres posteriores, como el actual EH Bildu, para todos los cuales el Estatuto es una antigualla – ¡el Estatuto Vascongado!– y hasta una herramientas oxidada y obstaculizante en el camino hacia la independencia. Solo la celebran el PSE y el PPE.
Tampoco honró mucho al Estatuto el Plan quimérico de Ibarretxe, que quería sustituirlo, y fue derribado por las Cortes Generales. Lo mismo podríamos decir del nuevo Plan, Estatuto, o como se llame, que guarda el lehendakari en su despacho, aprobado ya por el PNV y EH Bildu, con el que los confederalistas peneuvistas pretenden salir de la España autonómica, armados con el pacífico derecho de autodeterminación
«Devolved a Dios lo que es de Dios»
(Mc 12. 13-17: Mt 22, 15-22; Lc 20, 20-26)
El evangelio-antievangelio de Marcos
presenta el reino de Jesús
como un cambio inminente del poder
-el de la agenda imperial de los Flavios-
por la llegada del imperio de Dios.
Tras el conflicto del Templo, enemigos de Jesús,
fariseos y herodianos (el partido de Herodes), según Marcos,
buscaban contestar la autoridad del Maestro
enfrentándole a Moisés, al Templo y al mismo poder de Roma.
Así lo cuenta el primer evangelista
-arte teológico más que historia genuina-,
situando la escena en el atrio de la casa de Dios
y a la vez el lugar de conflicto
con los inicuos dirigentes de su pueblo.
Con palabras halagüeñas y falaces le preguntan
si es lícito pagar tributo al César:
-¿Pagamos o dejamos de pagar?
-¿Por qué me tentáis, hipócritas? Traedme un denario que lo vea.
(…)
.¿De quién es esta imagen y la inscripción?
-Del César.
-Devolved al César lo que es del César
y a Dios lo que es de Dios.
Del César dependía su vida y su poder:
él nombraba los reyes, los tetrarcas, los sumos sacerdotes…
Con mucha mayor razón hay que devolvérselo a Dios,
el genuino creador y señor del mundo,
muy por encima del César.
Ha llovido por la noche en casi toda Navarra, pero el sol de la mañana tiene pinta de estable y bondadoso. Por lo que nos animamos a dar una vuelta por Cinco Villas, y a mediodía volvemos a la ermita natural (cueva) de San Juan Xar (o San Juan el Viejo, es decir el Bautista), en medio de la reserva natural desde 1987, único bosque autóctono de carpes en la Península –Catpinus betulus-o abedulillos. Está mucho mejor conservada y adornada que cuando estuvimos la última vez: la capilla rocosa, el bulto del santo, las flores, el atrio, las escaleras, los dos caminos…
Tras la recia sequía de este año, la reserva natural y el entorno de la ermita-cueva es un oasis, un pequeño paraíso, que parece gozar de la bendición del santo. Debajo de la cueva, a un paso del ríachuelo Arrata, que viene desde el pico del Ekaitza, y desemboca en el Bidasoa junto a las Ventas de Igantzi, saltan, de entre las piedras y las plantas rupícolas, los tres chorros de agua de la leyenda. Pero, como nosotros no tenemos enfermedades cutáneas; ni creemos que los santos de verdad, aunque sucedan a lamias (brujas) u otros cultos ancestrales, patrocinen estas cosas; ni pensamos que los curas, los de antes y los de ahora, no eran ni son brujos ni magos, bebemos de los tres chorros, pero no dejamos paño alguno, pasado por las partes dolientes, y dejado a secar hasta que venga el clérigo, lo recoja y lo queme después. Hay sobre unos arbustos cercanos t res o cuatro paños, ya secos, que alguien dejó este año, el día de la fiesta del santo, o mucho después, con fe, credulidad, devoción tradicional o buen humor, y, por lo visto, no ha venido nadie a recogerlos y quemarlos.
A cinco metros de tan singular fuente, ponemos nuestras sillas camperas, damos ferrete al condumio campestre, mientras el río Arrata o Latsa, manso y lineal, nos regala su dulce concierto ininterrumpido, todo verdecido de abedudillos, fresnos, alisos, arces…, tan verdes como en el mes de junio.
¿Será que Arrata, el nombre del río en Arantza, tiene algo que ver con arratail, retal de paños en vascuence? O ¿es más fácil que el nombre del río que en el vecino Igantzi llaman Latsa, signifique sin más arroyo, como latsatu significa lisa y llanamente lavar la ropa en el río?
Seguimos por el estrecho sendero boscoso hasta la villa, ahora llamada Arantza, y casi siempre llamada hasta hoy, en castellano y en euskara, Aranaz-Aranatz. Rodeada de montañas, entre las que destaca el Ekaitza y el Mendieder (1074 m.), asentada en un leve ladera, una parte de su población descendiente (600 hab.) vive en el casco histórico y el resto en cinco barrios, compuestos también por muchos caseríos. Fue el origen de dos apellidos ilustres, Larrain y Errazúriz, que sirvieron en altos cargos a la Monarquía española en Ecuador y sobre todo en Chile, donde después si hicieron con las más altas magistraturas civiles y eclesiásticas. Damos una vuelta por el pueblo-huerta, viendo la iglesia gótico-renacentista de la Asunción; la casa torre de Aranibar, y Apezenea, ambas del siglo XVI; el caserón consistorial del siglo XVIII, de tres pisos y gánbara central en hastial, y cuatro grandes arcadas, con el escudo antiguo de la comarca de Bortziriak / Cinco Villas. Casi por completo bilingüe, Arantza es desde 1995 miembro de la Mancomunidad de Municipios Euskaldunes (UEMA), con toda su actividad en euskara, y su actual sede de la misma.
Detrás de la casa consistorial, en una porción de terreno comunal, una grupo de mujeres, por inspiración de otras dela vecina Bera, diseñaron en 2018 la Emakumearen oroimen baratza, o Huerta homenaje a la mujer, en forma de mandala (círculo), con una fuente central y distintos espacios en forma de espiral, con plantas y flores simbólicas, como lugar de creación y actuaciones, a fin de poder visibilizar a la mujer y recopilar su memoria histórica.
Pueblo con tres bares-restaurantes, a varios kilómetros, en un mirador sobre un hondo y silencioso valle, y frente a una larga montaña de hayas, robles y castañares, se levantó hace unos años el Arantza-Hotela, de 5 estrellas, Boutique, hotel Spa-Eco, only adults, con 11 lujosas habitaciones, la única muestra del género que hay en Navarra. Un café descafeinado no es muy caro que se diga. Y vale mucho menos que el paisaje silencioso y fascinante.