Archivo de la categoría: Sin categoría

Kundera y el interrogante sobre Dios

 

         Este verano, dejó la insoportable levedad de su ser corpóreo el gran novelista checo, nacionalizado francés, Milan Kundera.  En uno de sus ensayos nos había contado cómo el ateísmo provocador y  risueño de la primera juventud, durante los años negros del comunismo, se disipó como una tontería adolescente, al ver a cristianos reprimidos en su país, a los que llegó a acompañar a misa. Sin que por eso se convenciese de que Dios dirija nuestros destinos:

En el fondo, ¿qué podía yo saber? Y ellos ¿qué podían saber? ¿Estaban seguros de estar seguros? Estaba sentad en una iglesia con la extraña y feliz sensación de que mi falta de fe y la fe de ellos, curiosamente, se parecían mucho?

En su novela más conocida, La insoportable levedad del ser, vuelve sobre esa misma relación:

En el mismo comienzo del Génesis está escrito que Dios creo al hombre para confiarle el dominio sobre los pájaros, los peces y los animales. Claro que el Génesis fue escrito por un hombre y no por un caballo. No hay seguridad alguna de que Dios haya confiado al hombre el dominio de otros seres. Mas bien parece que el hombre inventó a Dios para convertir en sagrado el dominio sobre la vaca y el caballo que había usurpado.  

Y en otro lugar:

-Dios les dio a los hombres la libertad, y por eso podemos suponer que al fin y al cabo no es responsable de los crímenes humanos. Pero el único responsable de  la mierda -[¡ese vocablo tan francés!]- es aquel que creó al hombre.

De eso versa precisamente mi dramático poema Coronavirus.

Kundera miraba unas veces al suelo y otras al cielo. A la miseria de este mundo y  a la genuina búsqueda de la belleza, de la libertad, la justicia, el amor…, que son todo menos basura. Al hombre y a Dios, a veces contrapuestos, a veces hermanados. En la levedad y, al mismo tiempo, gravedad del ser.

Por higiene mental y moral

 

 

                     Mis amigos se sorprenden al verme un tanto lejano de los acontecimientos políticos actuales, como se ve bien en el Cuaderno de Bitácora. Es solo una medida de higiene mental y moral, impuesta por las circunstancias. En un país que, aparte la violencia asesina, se parece tanto en su bi-bloquismo a la España de la primavera de 1936, necesito, no solo para no repetirme y agostarme, sino también para seguir siendo el mismo con mis convicciones intactas, apartarme  un tanto de todo aquello que pueda, aunque sea poco a poco, llegar a deshumanizarme.

Considero que la situación, creada sobre todo por el presidente del Gobierno, es tan disparatada (y aquí  pongamos todos los sinónimos recogidos por Julio Cejador), que no puede seguir adelante, porque nada violento es durable, y que, si los partidos independentistas, seguidos por un PSOE ovejuno, intentan llevarla hacia sus objetivos proclamados, la cosa acabará mal. No como en el verano de 1936, porque la sociedad española es otra y, además, estamos dentro de la Unión Europea, pero acabar mal, a la española, es suficientemente grave.

Cuidar la salud mental y moral no es desentenderse de nada, ni pasar de lo que ocurre, ni devenir en escéptico a la violeta. Pero es, al menos, no cooperar al envilecimiento general, a la confrontación deliberada y sustantiva de las dos Españas de las doscientas tribus. Los que hicimos, un día no lejano, de la Reconciliación la divisa de nuestra vida, por encima de cualquier otro interés, tenemos el deber de obedecer ciertas razones del corazón que la razón (a veces) no conoce.

Arte, profecía y belleza (y VIII)

 

 

            Hablando del encuentro de los artistas con el papa en la capilla Sixtina, Micol Forti, directora de la Colección de Arte  Contemporánea de los Museos Vaticanos, recuerda lo que Pablo VI dijo hace cincuenta años, el día de su inauguración: Los museos no deben ser un cementerio. Y comenta: El arte contemporáneo ha hecho trizas la idea de que entrar en un museo significa entrar en algo que ya sucedió, que se ha acabado y que está cerrado.

Cuando Montini inauguró la Colección de Arte Contemporáneo, en 1973, planeada desde 1964, contaba con 950 obras. Hoy día, el catálogo es diez veces mayor, pero las galerías solo disponen de espacio para exponer al público 450 piezas . Por eso han encontrado una fórmula eficaz: rotarlas periódicamente siguiendo temáticas específicas, no  tanto de un mismo período,  sino de un mismo talante,  que generen las mismas preguntas.

Porque, como es bien sabido, en los Museos Vaticanos no caben solo los católicos o los creyentes. Forti es tajante a este respecto: Los grandes artistas hablan siempre de Dios, incluso cuando no lo parece o ellos mismos no quieren. Y pone el ejemplo de Picasso, ateo bien conocido, que, empezando por el Guernica, creó obras de una potencia casi sacra. Según ella, el siglo XX es quizás el que más cargo se ha hecho de no eludir la relación con la trascendencia (…), laico en apariencia, pero lleno de una necesidad y de un deseo de confrontación con la religiosidad y la tradición de la iconografía cristiana. Y subraya que Pablo VI quería que se documentara la atención a la trascendencia propia del siglo XX, que había sufrido dos guerras mundiales, el Holocausto , varias dictaduras y todas las tragedias que conocemos hoy.

La directora de la Colección de Arte Contemporáneo de los Museos Vaticanos recomienda, al enfrentarse a una obra vanguardista, no hacer solo una contemplación estética, sino preguntarse por qué esa obra está ahí, qué hay allí más allá de lo que vemos. Por eso quiso el papa fundador que se instalaran en el Vaticano ciertas obras controvertidas: La provocación despierta la conciencia, y crear cierta incomodidad con la propuesta artística puede reactivar la atención y la participación a la que Pablo VI llamaba tanto y casi invocaba.

Arte, profecía y belleza (VII)

 

                 El  pintor y muralista vallisoletano, de 34años, Gonzalo Borondo, que acumula exposiciones y encargos en medio mundo, fue el cuarto invitado español al encuentro en la Capilla Sixtina vaticana. Estaba recién llegado de La Habana, de un proyecto social de intercambio con una comunidad de artistas emergentes cubanos y con una intervención en barrio marginal.

-Encuentro dice-  muchos elementos del discurso del Papa en los que me siento representado. No sabíamos a lo que íbamos ni lo que íbamos a escuchar  y nos sorprendió la coherencia de sus palabras, pero también la selección de artistas. Muchos estaban en la línea que nos propone Francisco. No llamó a los más populares, ni a los que más vendían, sino a los que tenían conexión con esas dimensión espiritual, humana y que, efectivamente, puede resultar incómoda y difícil .

(…)

Me pilla en un momento de mi carrera en el que te surgen dudas de si todo el esfuerzo va en una dirección adecuada y justa. Me lo confirmó. (…) Nos habló del arte maquillaje o arte truco, que es el nace para esconder los problemas, para no enseñar la verdad. Estuvo más que acertado, porque hoy por hoy existen muchas cosas que dicen ser arte, pero maquillan una sociedad con problemáticas sin resolver. Sin embargo, el arte debe buscar una conexión más allá. No se puede generar un buen arte con excesiva ligereza. (…) El arte tiene para mí mucho de acto de fe, porque de trata de   dedica r tu existencia a algo que no tiene una función clara o inmediata. A veces uno tiene crisis de fe, seas creyente, profeta o artista. El arte y la espiritualidad están conectadas, y yo siempre he creado desde ahí.

Obras suyas son, sin ser confesionales pero respirando trascendencia, la capilla de Bolonia, reconvertida en sala expositiva; la muestra Non plus Ultra en el Museo de Arte Contemporánea de Roma, basada en la iconografía de la Crucifixión, y que tuve la suerte de ver el año pasado en Segovia; o la intervención en el cementerio de Selci, con el nombre de Cenere, con pintura acrílica, vidrio, cerámica, pan de oro, resina y hierro.

Artista, en un comienzo, callejero y grafitero, multado en cierta ocasión por el ayuntamiento de Madrid y, poco después, compensado con una exposición propia, pronto dominó el arte digital, la cerámica, la madera o el vidrio. Con solo 23 años, fue invitado a su primer certamen internacional de arte en espacios públicos, en Estambul. En este momento está experimentando con la cámara con motivo del Festival Europeo de Fotografía, un reto formal y conceptual para alguien que ve el arte más como experiencia que como objeto. 

Arte, profecía y belleza (VI)

 

                                              Músico, guitarrista desde lo 8 años, discípulo de Manolo Sanlúcar y de Paco de Lucía; embajador del flamenco en  el mundo, lo mismo en Tokio que en Londres, ante auditorios multitudinarios, sin nadie que le haga sombra; Medalla de Oro de las Bellas Artes y dos Grammy Latinos,..  Vicente Amigo fue uno de los invitados españoles por el papa Francisco a la Capilla Sixtina.

Me impactó su bondad hablándonos y su sencillez. Creo que esto nos impactó a todos los presentes. (…) Para mí ha sido un regalo del cielo. Supone un reconocimiento que no sé si merezco, del que sé que mi padre, que falleció hace unos años tan orgulloso y feliz como lo está mi madre. Ella lo demostró cuando se lo hice saber. Mis padres siempre han sido de mucha fe.

Amigo considera muy positivo este encuentro en Roma y se siente muy identificado con todo lo que el papa expresó en su discurso;

El arte  siempre estará al servicio de la humanidad. El arte es regalo de Dios. (…) El flamenco y cualquier forma de expresión en el arte es hondura interior. Yo creo que sigo dedicándome a la música, porque me acerca a lo que entiendo por ser buena persona. Me hace rebuscar dentro de mí con la esperanza de ofrecer algo precioso a quien me escuche y así abrazar ese corazón. Eso tiene que ver con la buena voluntad, que es algo maravilloso.

Cuando le preguntan en VN por  la relación entre las palabras, la música y los hechos; por  la de los acordes de su guitarra con las canciones y discursos de otros artistas, Vicente Amigo asevera que las palabras y la música son ya los mismos hechos: Es la palabra y el hecho, es el hecho y la  palabra. Y es también el silencio.

-¿Sabrá Dios tocar la guitarra? ¿Qué palo del flamenco le gustará más?, le preguntan para concluir la entrevista. Y nuestro artista, invitado a la Capilla Sixtina, responde:

Dios para mí es el bien. No sé si el Bien tocará la guitarra, pero, si la toca, la toca bien, seguro.

 

Arte, profecía y belleza (V)

 

 

La Santa Sede no buscó el carné de católicos para invitarlos al Vaticano. Lo confirmó a los periodistas el novelista español Javier Cercas, uno de ellos:

Yo perdí la fe católica, y, ese momento, busqué un sucedáneo en la escritura. Lo cual es un error, porque la literatura no proporciona las certezas que proporciona la fe y que yo envidio mucho.

El autor de Anatomía de un instante apreció que el papa no ofreciera una visión pedagógica o consoladora del arte:

Me dicen que los papas  se dirigen muy de vez en cuando a la cultura. Es la primera vez que lo hace Francisco, y a mí me ha sorprendido porque no ha dado un discurso protocolario; ha sido muy denso. (…) Ha hablado de la complejidad, de que los artistas en general no estamos para decirle a la gente lo que tiene que pensar. Estamos para mostrar todas las complejidades de los seres humanos y esto me parece clave.

Aplaudió también que hablara de la belleza, también de desasosiego, o sea, de  que la literatura está para incomodar.

Cristina Morales, la otra autora española presente en la cumbre, estimó que el papa vinculara la figura del artista con una figura divina, capaz de crear. La autora granadina llegaba a Roma con su novela sobre santa Teresa de Jesús bajo el brazo, ferviente admiradora de los escritores místicos.

Arte, profecía y belleza (IV)

 

Otro tema del discurso de Francisco fue el papel revulsivo del arte y de la fe, que las acerca y las vincula:

El arte y la fe no pueden dejar las cosas como están. Las cambian, las transforman, las convierten, las mueven. El arte no puede ser nunca anestésico; da paz, pero no adormece las conciencias; las mantiene despiertas. Con  frecuencia vosotros intentáis sondear también lo infernal de la condición humana, los abismos, las partes oscuras.  Nosotros no somos solo luz, y vosotros lo recordáis, pero es necesario arrojar la luz de la esperanzas a as tinieblas de lo humano, del  individualismo y de la indiferencia. Ayudadnos a entrever la luz, la belleza que salva.

Ya en la parte última de su discurso el papa romano, basándose en la acción del Espíritu, que es la la armonía, recordó que  estamos en un tiempo de colonizaciones ideológicas, mediáticas y de conflictos hirientes; una globalización homologadora, que convive con tantos localismos cerrados.  Este es el peligro de nuestro tiempo. También la Iglesia puede verse afectada por él. El conflicto solo puede actuar bajo una falsa pretensión de unidad; de ahí provienen las divisiones, las facciones, los narcisismos. Tenemos necesidad  de que el principio de la armonía viva más en nuestro mundo y expulse a la uniformidad: vosotros, los artistas. podéis ayudarnos a dejar espacio al Espíritu. Cuando vemos la obra del Espíritu, que es crear la armonía de las diferencias, no anularlas, no uniformarlas, sino armonizarlas, entonces entendemos qué es la belleza. La belleza es esa obra del Espíritu que crea armonía. Hermanos y hermanas, que vuestro genio recorra ese camino.

Finalmente, el papa Bergoglio les dejó esta petición, tan cristiana: No os olvidéis de los pobres, que son los preferidos de Cristo en todos los modos en que se es pobre hoy. También los pobres necesitan arte y belleza . Algunos experimentan formas durísimas de privación  de la vida; por eso tienen aún mayor necesidad. No suelen tener voz para hacerse oír. Vosotros podéis haceros intérpretes de su grito silencioso. 

Arte, profecía y belleza (III)

 

Todo ello frente a otro tipos de bellezas, que las modas traen y llevan, inhumanas y crueles:

En eso estáis llamados a apartaros del poder sugestivo de esa presunta belleza artificial y superficial, hoy tan difundida y frecuentemente cómplice de los mecanismos económicos que generan desigualdades (…) Vosotros  os mantenéis lejos de esa belleza. Vuestro arte quiere actuar como conciencia crítica de la sociedad, levantando el velo de la obviedad. Queréis mostrar lo que hace pensar, lo que nos mantiene vigilantes, lo que desvela la realidad incluso en sus contradicciones, en sus aspectos que es más cómodo o conveniente mantener escondidos. Como los profetas bíblicos, os ponéis frente a cosas que a veces fastidian, criticando los falsos mitos de hoy, los nuevos ídolos, los discursos banales, las trampas del consumo, las astucias del poder.

En otro momento del discurso, seguido con extraordinaria atención por todos los presentes, les recomendó que fueran como

centinelas del auténtico sentido religioso, a veces banalizado o comercializado. En este ser videntes, centinelas, conciencias críticas, os siento como aliados en tantas cosas que me preocupan, como la defensa de la vida humana, la justicia social, los últimos, el cuidado de la casa común, el sentirnos todos hermanos. Me preocupa la humanidad de la humanidad, la dimensión humana de la humanidad. Porque es también la pasón de Dios.

 

 

Arte, profecía y belleza (II)

 

         Francisco hizo su entrada en silla de ruedas, a la semana de haber sido operado, entre una salva interminable de aplausos, diciendo a todos en voz alta: ¡Aquí todo es arte. Ustedes  todos, bienvenidos! 

La primera parte de su largo discurso trataba sobre la relación de la Iglesia con los artistas: Amistad natural, porque el artista toma en serio la profundidad inagotable de la existencia, de la vida y del mundo, también en sus contradicciones y lados trágicos. (…) El artista recuerda a todos que la dimensión en la que nos movemos, aun cuando no nos demos cuenta, es la del Espíritu. Vuestro arte es como una vela que se llena de Espíritu y nos hace ir adelante.

Citando la frase de su admirado Romano Guardini de que el estado en que se encuentra el artista cuando crea es similar al del niño y también al del vidente, continuó diciendo el papa:

-Sí, el artista es un niño -no se tome esto como una ofensa-, lo que significa que se mueve sobre todo en el espacio de la invención, de la novedad, de la creación, de traer al mundo algo que no había sido visto de esa manera… Abrir y traer la novedad. Vosotros, los artistas, realizáis esto haciendo valer vuestra originalidad. En las obras os metéis siempre a vosotros mismos, como seres irrepetibles como somos todos, pero con la intención de crear aún más. (…) La creatividad del artista parece así participar de la pasión generadora de Dios. Esa pasión con la que Dios ha creado. ¡Sois aliados del sueño de Dios! Sois ojos que miran y sueñan. No basta solo mirar, es necesario también soñar. Vosotros, los artistas, tenéis la capacidad  de soñar nuevas versiones del mundo. Y esto es importante. La capacidad de introducir novedad en la historia. Por eso Guardini decía que os parecéis a los videntes. Sois un poco como profetas. Sabéis mirar las cosas en profundidad o en lejanía, como centinelas que aprietan los ojos para escrutar el horizonte y sondear la realidad más allá de las apariencias.

Arte, profecía y belleza (I)

 

 

                El 23 de junio, la Capilla Sixtina fue el marco incomparable para el encuentro del papa Francisco con 200 artistas, llegados de todo el mundo, que escucharon un discurso de Francisco sobre Dios, la Iglesia y el arte. Eran escritores, poetas, músicos, arquitectos, escultores, cineastas, pintores… Varones y mujeres que han dedicado toda su vida al arte. Allí estaba los españoles Javier Cercas, novelista; Vicente Amigo, músico; la escritora Cristiana Morales o el pintor Gonzalo Borondo. Junto a otros, internacionalmente más conocidos, como Marco Bellochio, Ken Loach, Roberto Saviano…

Fueron convocados para celebrar el 50º de la inauguración por Pablo VI de la Colección de Arte Moderno y Contemporáneo de los Museos Vaticanos, Una iniciativa del papa Montini, que enriqueció las ya muy valiosas, y a veces únicas, colecciones vaticanas con  obras de Picasso, Matisse, Bacon, Dalí, Manzú, Rouault… Pablo VI celebró el 7 de mayo de 1964 en la célebre capilla decorada por Miguel Ángel una eucaristía ante  un centenar de artistas, a los que el papa se presentó como un amigo y les saludó como maestros: Tenemos necesidad de vosotros. Nuestro ministerio tiene necesidad de vuestra colaboración. Pues, como sabéis, nuestro ministerio es el de predicar y hacer accesible y comprensible, más aún, emotivo, el mundo del espíritu, de lo inefable, de lo invisible, de Dios.  (…) Si nos faltara vuestra ayuda, el ministerio sería balbuceante e incierto y tendría que hacer un esfuerzo, diríamos para hacerse artístico, o mejor, para hacerse profético. Para alcanzar la fuerza de la expresión lírica de la belleza intuitiva, necesitaría hacer coincidir el sacerdocio con el arte.

En 1999, Juan Pablo II utilizó un tono similar en su Carta a los artistas: Nadie mejor que vosotros, artistas, geniales constructores de belleza, puede intuir algo del «pathos» con el que Dios, en el alba de la creación, contempló la obra de sus manos. Un eco de aquel sentimiento se ha reflejado infinitas veces en la mirada con que vosotros, al igual que los artistas de todos los tiempos, atraídos por el asombro del ancestral poder de los sonidos y de las palabras, de los colores y de las formas, habéis admirado la obra de vuestra inspiración, descubriendo en ella como la resonancia de aquel misterio de la creación, a la que Dios, único creador de todas las cosas, ha querido en cierto modo asociaros.