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El cuento de la lechera

 

                          Si cada día, desde ahora hasta las elecciones generales de diciembre, el presidente del Gobierno nos cuenta cada día un cuento de la lechera, como este de los 50.000 pisos para jóvenes, que en veinticuatro horas se convierten en 9.000, y no seguras, cuántos cántaros de leche se van a estrellar contra el duro y reseco suelo español,… Y cómo va a crecer la demanda del blanco líquido entre la ciudadanía española, haciendo todavía más cara aún su compra, como si no fuera ya excesiva…

El Dios de Henry David Thoreau

 

               H. D. Thoreau (1817-1862), pensador, ensayista, orador y poeta, y también agrimensor, explorador y leñador, hijo de una familia de clase media descendiente de hugonotes, tras estudiar en Harvard durante cuatro años, conoció a R. W. Emerson, con quien compartió el llamado trascendentalismo, o movimiento espiritualista trascendente más allá de cualquier doctrina religiosa. A los 28 años decidió vivir en una cabaña en medio del bosque, junto al estanque de Walden, no lejos de Boston. Su experiencia de dos años dos meses y dos días (1845-1847) la recogió en su célebre obra llamada Walden. Fue precursor de la desobediencia civil, que inspiró a Tolstoi y Gandhi, al negarse a pagar un tributo al Estado para sufragar la guerra contra Méjico, y denunció asimismo la esclavitud en su país. Después de varias expediciones y viajes, murió prematuramente de tuberculosis, a los 44 años.

-Un hombre es rico en proporción a la cantidad de cosas de las que puede prescindir.

-Si nos hemos profanado a nosotros mismos -¿y quién no?-, el remedio será la cautela y la devoción para volver a consagrarnos y convertir de nuevo nuestras mentes en santuarios.

-(Quienes van más allá de las fuentes de la Constitución y de la Biblia) y buscan el origen del agua que gotea sobre el lago o la charca, se ciñen los lomos cada vez más y siguen su peregrinación en busca del manantial.

-Sería de gran utilidad reunir en una colección impresa las Sagradas Escrituras de las diferentes  religiones -las chinas, las hindúes, las persas, las judías y otras- como las Escrituras de la Humanidad. Quizá el Nuevo Testamento aún esté demasiado presente en los labios y en los corazones de los hombres como para llamarse Escritura en este sentido. Tal yuxtaposición y comparación podría servir para liberalizar la fe de los hombres. Se trata de un trabajo que, sin duda, el tiempo acabará editando, reservado para coronar la obra de la imprenta. Esta será la Biblia o Libro de los Libros, que permitirá a los misioneros llegar a los lugares más elevados del planeta.

Sumar después de dividir

 

               La siempre sonriente (por sistema) Yolanda Díez estuvo muy seria durante mucho rato, La siempre alegre se entristeció a menudo, La siempre confiada desconfió de continuo. La profunda dijo muchas banalidades. La siempre positiva fue casi siempre negativa al hablar de sus adversarios (dentro de los que llama amigos y compañeros). Una entrevista vulgar, autosuficiente y sin sustancia.

Yolanda Díez está intentando hacer algo parecido a lo que ya intentó su rival Pablo iglesias Turrión. Si aquel quiso acabar, hacia afuera. con la casta del 78 y, hacia adentro, con la izquierda tradicional, la blanca y blanda Yolanda quiere acabar con la derecha-ultraderecha, hacia afuera, y, hacia dentro, con PODEMOS, La diferencia es que la política gallega fue elegida por Podemos, representaba a Podemos, a Podemos lo debe todo, y a Podemos acaba de traicionar.

Por lo demás, su mucho hablar de adversarios no le dejó tiempo para hablar de políticas concretas. ¿Por no  dividir a sus invisibles y desconocidas bases?

No nos engañemos, En los temas fundamentales del Estado, o mejor, de la Nación española, Yolanda, con un poco más de reserva, piensa igual que Iglesias: un País –este País– de países, multinacional, con derecho de autodeterminación a la espalda de cada uno de los países, dentro de una República confederal o o como se llame. Y cosas así. Siempre con las complacencias de todos los separatistas y confederalistas de este País.

Empanada m(ar)ental

 

    De empanada m(ar)ental califica Ignacio Janín en DN la de las redactoras de la recién aprobada Ley de Familias, que establece medidas de apoyo a las monomarentales. Y comenta con razón que la misma iniciativa se podría aplicar a otras palabas que provienen de la misma raíz: marentela, marentesco, marientes, enmarentar. Y hasta marir y maritorio

Y es que a las redactoras de la citada ley se les olvidó, si es que alguna vez lo aprendieron en sus pocas clases de latín, que parental procede del latín parentalis, y este de parens-tis, que en latín significa padre o madre, (padres en plural, parentes), y en época tardía pariente (propinquus) . Participio presente del verbo parire (parir).

Es decir, ¡que para este viaje no hacían falta alforjas de ignorancia y falso feminismo! El verdadero lenguaje inclusivo es casi siempre el que nos viene del latín: parens, judex, praesidens, artifex…

Últimos aforismos

 

Siempre que se trata de sumar, en cualquier operación política, económica o cultural. se quiera o no se quiera, se resta.

 

La actriz catalana, Carme Elia, que sufre conscientemente alzheimer, distingue entre resignación y aceptación. La primera le suena a pasividad, y dice que es algo cristiano. No. La llamada, demasiadas  veces, resignación cristiana, no tiene por qué ser pasiva, y, en su mejor hipótesis, debiera ser aceptación activa y generosa.

 

¿Y si buscáramos la paridad  más en la calidad y en las calidades?

Castros en las Bardenas Reales (y II)

 

                      Nos vamos a yantar y sestear a orillas del Ebro, en el término de Los Escorones, donde nievan los vilanos blancos o papus desde los amentos en flor de los chopos ribereños. Por el ancho camino que se abre entre las huertas pasan de rato en rato parejas de mozas gimnastas, que vienen de Fustiñana y vuelven hacia ella en un  probable rito diario meridiano. En la plaza de los Fueros de la villa tomamos un café para tomar impulso y ascender al tercer castro a media tarde. Desde uno de esos  balcones de la entonces nueva casa del Ayuntamiento, e invitado por él, tiré yo durante varios años las nueces rituales sobre las indefensas cabezas de fustiñaneras y fustiñaneros a la luz de la hoguera, en las fiestas de la Virgen de la Peña.

Siguiendo por la carretera de Tudela a Tauste, tomamos un camino rural que sube hacia un espolón rocoso, en cuya cima vemos desde abajo una corona de piedras. Atravesamos unos campos pedregosos, no lejos de la ermita de Santa Lucía, que la llevamos a la vista, donde crecen unos raquíticos herbales, casi amarillos ya por la persistente ente sequía de esta primavera y llegamos a la cima que dicen tener 288 metros, 2.500 metros cuadrados, a la distancia de kilómetro  y medio del Ebro. Estamos en pleno término de Los Ontinares (sitio de ontinas, o artemisas, o herbas albas), que da nombre al viejo yacimiento, aunque la mayor parte del terreno del poblado sea ahora un prieto sisallar. 

Todo da a entender que se trata de un típico castro. con tres de sus partes en pendiente casi vertical, con ladera occidental llena de derrubios de una muralla primitiva y grandes sillarejos calzados a seco sobre el escarpe. En el llamado istmo, que une el espolón con la Plana, vemos los restos de un foso defensivo, de unos 10 metros de anchura, ya casi colmatado por el derrumbe secular de piedras y tierras. Pero el fenómeno singular de este viejo poblado, donde se encontraron cerámicas manufacturadas y torneadas, así como molinos barquiformes y circulares, es el cerco reciente de piedras, hormigón y cemento que recorre todo el escarpe sur y parte de los flancos este y oeste, junto a cuatro montones de piedras dentro del espacio, que parecen arrancadas de allí o traídas con algún fin constructivo. ¿Una imitación del castro arcaico? ¿Un corral moderno?

Apoyados en tan singular barandilla, contemplamos la vasta llanura que empezando por la carretera y siguiendo por el Canal de Tauste, se extiende por unas plantaciones de frutales, sigue por unos campos de cereal crecido, otros campos preparados para el maíz, prosigue por la fronda del río Ebro, sigue por las siluetas de Buñuel a un lado y de Ribaforada por otro, y se pierde en la calima ulterior. A nuestra derecha, unos invernaderos junto al Canal, las primeras casas y la torre de la iglesia de Fustiñana.

Terminamos la tarde, ya que no tenemos tiempo para otra cosa, en el Mirador de Las Bardenas Reales, ya en término de Arguedas, contemplando esa Navarra irreal, lunar o fantasmagórica, que es la Navarra bardenera, habitada ya, sin interrupción, desde el neolítico, que la hace todavía más fantástica, más atractiva, más seductora.

Castros en las Bardenas Reales (I)

 

           Recuerdo bien cómo, en aquel tiempo, en los ochenta, el joven Jesús Sesma, bardenero de origen, hoy un reconocido arqueólogo navarro, nos acompañó a un reducido grupo de amigos para mostrarnos algunos de sus grandes hallazgos, que luego hizo públicos en su tesis doctoral, como el dolmen de Tres Montes (s. XXII a. C.). Fue una experiencia que dejó honda huella en nosotros.

Sesma y algunos de sus colegas y seguidores encontraron, entre los milenios IV y III antes de Cristo, etapas neolítica y eneolítica, 82 yacimientos, concentrados en el área central del territorio. De reducidas dimensiones, inducen a pensar en ocupaciones temporales de pequeños grupos, dedicados al pastoreo, complementado con la caza y una agricultura rudimentaria. Puntas de flechas, hachas o raspadores de sílex, fragmentos de cerámica, y el dolmen mencionado son algunos de los restos encontrados.

En la Edad del Bronces,  siglos XIX al XII a. C., las Bardenas se convirtieron en uno de los lugares de mayor dinamismo vital del Alto-Medio Valle del Ebro. Llegan a 91 los yacimientos entendidos como poblados ya estables, de cierta extensión, con construcciones de cabañas o casas con muros de piedra, donde se han descubierto cerámicas campaniformes con adornos, punzones, puntas de flecha, puñalitos…

Pero en el último milenio antes de nuestra era (Final del Bronce y la Edad del Hierro),  asistimos a una desocupación del territorio bardenero, donde apenas se han identificado 21 yacimientos, solo 10 en época celtibérica (s. V-II). Los poblados se plantan no en el centro, sino en elevaciones del terreno, con fosos como defensa, sobre todo en la Plana Yesera, donde terminan las Bardenas y se abren las grandes llanuras aluviales que fue formando el río Ebro.

No hay indicios de violencia a la llegada de los romanos, sino de ocupación pacífica y de nuevos asentamientos: en el siglo II d. C. se contabilizan 31 poblados.

Teníamos, pues, hacía tiempo una magna tarea por delante. El año pasado, dimos una vuelta de exploración. Y, puesto que no hay, o no sabemos que haya, una ruta trazada para recorrer los poblados del Bronce, nos fuimos a visitar los tres, de los que da cuenta Javier Armendáriz en su libro-guía.

Cuando uno va desde Cabanillas, pasando por Fustiñana, en dirección a Tauste, llevando el Canal del mismo nombre, como un alegre compañero al lado, cualquiera de los variopintos -grises, grisáceos, sienas, marrones, color carne, color tierra, y combinados…- cabezos miocénicos que resaltan de las paredes o quebradas horizontales yesosas, cubiertos por ontinas, sisallos, espartos, escambrones y hollagas, podría ser un castro. No pocas veces nos hemos confundido. Pero algunos testigos tabulares sí lo son. Como este Cabezo de la Mesa. O Mesa del Virrey. O Cabezotinaja, que, más bien, aparece como término. Tiene 304 meros de altura y 1.7000 metros cuadrados de superficie. Entre el barranco de Linoso y el del Fraile, que en aquellas Bardenas arboladas llevarían mucha más agua que hoy. Se descubrieron en sus contornos inmediatos molinos barquiformes y cerámicas, celtíberas y mucho más antiguas. Quién sabe cómo serían sus murallas o empalizadas, si las hubo, antes de tantas arroyadas y erosiones a lo largo y ancho de los siglos.

Otro espolón de caliza tabular, un poco más bajo y más pequeño, es el castro llamado Cabezo de la Modorra -Modorra es también nombre de barranco y de término-, donde es fácil ver el foso al SE y los derrubios de la muralla primitiva sobre el terraplén. Un incendio, a juzgar por la vajilla carbonizada encontrada, debió de forzar el traslado de la población al vecino poblado antedicho, si es que el Cabezo de la Mesa (¿tendría acaso nombre?) acogió las nuevas cabezas, que tal vez se sintieron, en el mejor de los casos, más seguras.

Sus descendientes inauguraron seguramente el vicus romano que evoca el actual nombre de Fustiñana.

 

El relato pascual de Juan

(Jn 20, 1-10)

 

El evangelista Juan
escribe en las décadas primeras del siglo segundo
y no depende de sus tres predecesores,
los llamados Sinópticos.

El primer día de la semana,
cuando todavía estaba oscuro,
va María Magdalena,
de madrugada, al sepulcro.
Al  ver la piedra quitada de la tumba,
echa a correr
y llega a donde Pedro y el discípulo amado de Jesús:
-Se han llevado del sepulcro al Señor
y no sabemos dónde le han puesto. 

(Juan pone atención tan solo en María Magdalena,
cifra y símbolo de las discípulas.
Ella, por sí misma, avisa a los discípulos
de lo que ella sola acaba de ver).

Salen Pedro y el discípulo amado de Jesús
Este corre más que Pedro y llega antes que él.
Ve los lienzos en el suelo, pero no quiere entrar.
Llega Pedro, entra y ve
los lienzos, y el sudario que cubrió su cabeza,

plegado en lugar aparte.
Entra entonces tras él su compañero,
ve y cree.
Hasta entonces no habían comprendido
que, según la Escritura,
Jesús debía resucitar de entre los muertos.

(Pedro representa aquí la situación real
de los discípulos joánicos,
mientras el singular y anónimo discípulo amado de Jesús
es el discípulo ideal,
el modelo de los discípulos:
corre más,
llega antes,
sabe esperar al mayo de entre ellos,
entra y ve,
ve y cree).

El relato pascual de Lucas

 

       (Lc 24, 1-8)

Años más tarde que Mateo escribe Lucas su evangelio,
destinado a cristianos de habla griega,
y sigue fielmente a sus dos predecesores
en su relato pascual.
Pero añade, por su parte, algunas tradiciones de su Iglesia.
Por ejemplo, las mujeres son aquí
María Magdalena, Juana y María de Santiago,
y las demás que estaban con ellas,
que llevan al sepulcro los aromas  preparados el día anterior.

Entrando, no encuentran el  cuerpo del Señor Jesús,
la nueva identidad de Jesús resucitado

Los mensajeros son aquí dos hombres
con vestidos resplandecientes,
que ellas toman por ángeles,
que anuncian el mismo mensaje.

Lucas, buen helenista, lo redacta bellamente:

–¿Por qué buscáís entre los muertos al que está vivo?
No está aquí. Ha resucitado.

Y él mismo añade una breve catequesis
apologética:

Recordad cómo os habló
cuando estaba todavía en Galilea:
«Es necesario que el Hijo del Hombre
sea entregado en manos de pecadores
y sea crucificado,
para al tercer día resucitar».
Y ellas recordaron sus palabras.

(Esta vez, sin recibir encargo alguno,
se convierten en testigos
y anuncian el mensaje pascual a los discípulos)

Regresaron, pues, del sepulcro,
y todas estas cosas anunciaron a los Once y a todos los demás.
Pero a ellos todos aquellas palabras
les parecían desatinos,
y no les creían.