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José Andrés y las naranjas

 

         Un tuit de Pablo Iglesias -¡demasiadas veces le hacemos eco a este personaje nefasto!- intentó burlarse del capitalista despiadado, según Jone Belarra, Juan Roig Alfonso, fundador de Mercadona, exhibiendo una fotografía de naranjas sudafricanas importadas por esa firma, con este cínico, falaz e injusto comentario: Empresario valenciano defendiendo los intereses de los valencianos.

Ese gran hombre, gran empresario, benefactor universal que es el cocinero asturiano José Andrés, probable Nobel próximo, ha tenido la valentía y el humor de contestar a nuestro podemita cantamañanas por la misma vía y con mucho mayor y más fundamentado desparpajo: Señor Iglesias: En el campo muchas frutas tienen temporadas. Naranjas españolas no las hay siempre. Y a veces se importan. Lo que sí hace el Empresario es mantener puestos de trabajo todo el año… y crear nuevos. Lea esto y comprenda. Un abrazo.

La sentencia del TJUE

 

 

        Por fin, en esta Justicia europea de paso de oca, habló el TJUE, el Alto Tribunal Europeo de Luxemburgo, y respondió al juez Llarena, que se vio obligado a preguntar por las causas por las que los tribunales belgas y alemanes no cumplían la euro orden del Tribunal Supremo Español. Si cualquier tribunal europeo puede dudar del sistema judicial de un país miembro, porque no coincide en todo con el sistema del país  donde reside el tribunal ejecutor, ¿para qué la ODE,  o euroorden  de detención europea?

No creo que de nuevo la justicia belga, pese a ser del Estado inestable y fracturado que es, pueda afirmar que las insuficiencias democráticas en España sean sistemáticas y generalizadas, única condición para rechazar una euroorden cualquiera, y que en nuestro país los delincuentes no puedan tener un juicio equitativo. Pero el júbilo, por interesado y simulador que sea, con que tanto Puigdemont como su abogado han recibido la sentencia nos lleva a dudar de si no han visto algunos resquicios a la hora de interpretar aquella a su favor. Y es sobre todo la alusión al tribunal como autoridad judicial competente que deben tener todos los acusados para que la detención pueda tener lugar.

¿No es el Tribunal Supremo de España el tribunal competente para juzgar a unos delincuentes que quieren quebrar el orden constitucional y desgajar una Comunidad Autónoma del Estado Autonómico? ¿No es ese mismo tribunal el competente para juzgar a unos diputados españoles en el Parlamento Europeo? Si en ningún texto, español o europeo, eso está escrito, es decir, carezca de base legal, parece que lo esté en el código del sentido común y de la razón natural.

Con todo, el estado del espacio de cooperación judicial europeo (2002), en este punto clave de nuestras relaciones como miembros de la Unión, es todavía lamentable: por la falta de claridad, por la ausencia de firmeza de la Comisión, por la lentitud del procedimiento… Como dice bien la sentencia del TJUE,  los principios de confianza y reconocimiento mutuos entre los Estados miembros constituyen la piedra angular del sistema de cooperación judicial.

Y todavía está el final por ver. No es seguro que se envíe desde España una nueva euroorden. Y está por dirimir en el mismo tribunal europeo la polémica inmunidad parlamentaria de los tres golpistas prófugos, de la que les despojó el Parlamento Europeo. Por lo que la tortuga de Zenón de Elea llegará antes que la sentencia final del TJUE.

Últimos aforismos

 

Peor, mucho peor que tener la mosca detrás de la oreja, es  tenerla dentro.

 

Hemos olvidado con frecuencia que las flechas de Cupido, el dios del Amor, niño alado con ojos vendados, armado de arco y aljaba, eran de dos clases: unas con puntas de oro para trasmitir el amor, y otras de plomo para incitar el olvido y la ingratitud.

 

Qué bello, junto a los quehaceres, el quesoñares de Mauricio Wiesenthal…

 

 

 

 

De Yihadismo y Catolicismo

 

    Con el crimen yihadista de Algeciras pareciera que volviéramos a los años oscuros del anticlericalismo del siglo XIX o de los años treinta del XX. Pero el yihadismo, como bien sabemos, es un fenómeno nuevo, donde entra de por medio otra religión, otro credo, lo que nos retrotrae a siglos anteriores.

Las reacciones ante este nuevo, y tantas veces repetido, crimen se han repetido también: los que han confundido al criminal marroquí con toda la inmigración musulmana; los que han subrayado la maldad y el peligro del yihadismo, y los que, como los podemitas, no quieren ni pronunciar los nombres de musulmanes o de yihadistas, no sea que coincidan con VOX, con la derecha y la ultra derecha, cosa que no harían si de católicos o ultraderechistas se tratara.

Pero esta vez llamaron la atención unas palabras un poco sorprendentes del jefe de la oposición, Núñez Feijóo, hombre en general prudente y no muy dado a alardear de religión precisamente, cuando dijo que los católicos no suelen matar por la religión. Lo que incendió de nuevo a los que ven en todas partes y en todos los momentos inquisidores y autos de fe. En una de la tertulias llegué a oír a uno de los sabios que reparten sabiduría cada mañana aludir al IRA irlandés, ¡como si fuera equivalente al yihadismo por la parte católica!

Lo que Feijóo quiso decir seguramente es que, frente a los numerosos grupos, de varias denominaciones den todo el mundo, que justifican sus matanzas con el Corán y con su fe islámica, no hay nada parecido en el catolicismo actual. Verdad, por fortuna, inconcusa…, si no la hubiera dicho Feijóo y, además, en un año electoral.

Si vis pacem / para bellum

 

          La famosa frasecita no es original de Julio César, como suele decirse, sino una derivación de otra frase parecida en latín: Igitur que desiderat pacem praeparet bellum, arrancada del libro Epitoma rei militaris ( Epítome de la Milicia). Su autor fue el  illustris vir et comes (varón ilustre y conde), Publio Flavio Vegecio Renato, del círculo imperial a finales del siglo IV, y, probablemente, por ese cuarto nombre, convertido al cristianismo en la edad  madura.

Traigo esto a cuento con motivo de la decisión del Gobierno de USA y, después, de la Unión Europea, de enviar tanques a Ucrania. Es curioso que  a nuestros políticos les queme la boca la palabra guerra y solo pronuncien con delectación la palabra paz, cuando en casos como este no se entiende la una sin la otra. Lo cierto es que a nuestro presidente del Gobierno, que no ha tenido rebozo alguno en aparecer recientemente como heraldo de la OTAN, se le hace muy difícil hablar del envío de armas al  actual campo de batalla, no solo para no desmerecer de su celoso pacifismo ante sus votantes, sino sobre todo para que que no se haga patente y demasiado visible  la división en la materia entre los dos partidos coaligados de su Gobierno. De ahí su decisión de no llevar el asunto al Parlamento, como han hecho otros presidentes en Europa y América, aunque no estuvieran obligados por ley.

En cuanto a sus socios podemitas, convertidos ahora en ángeles de la paz, son los mismos que llevan  en su adn la lucha y la guerra total contra lo que llaman fascismo, siempre renovado en todos sus adversarios políticos, estén donde estén, pero sobre todo si están en España. Y que no han tenido ni tienen reparo alguno en colaborar con los herederos de ETA-HB, después de haber callado como muertos cuando ETA imitaba al fascismo más original y virulento, con su hacha y su serpiente, de la manera más letal posible.

José Javier Viñes Rueda

 

                  Tres días antes de su muerte, tuve que terminar la conversación para que no se fatigase hablando. Le encontré ya en su casa, tras muchos días de estancia en San Juan de Dios, luchando con sus pulmones averiados, pero con muchas ganas de hablar. Me habló de su último trabajo sobre salud y medicina en Navarra, que había enviado a DN, demasiado largo según le dijeron, y prometió enviármelo al día siguiente. No me llegó. También yo le envié el borrador de mi último artículo para el que le pedía opinión. Ojalá le llegase a tiempo.

He compartido con José Javier muchas horas de trabajo en los últimos años, por medio de la revista PREGON y de varias iniciativas político-culturales, que compartimos. Le había conocido de lejos cuando era acalde de Pamplona y me hablaban bien de él mis amigos los concejales sociales de aquel tiempo, sobre todo Tomás Caballero. José Javier tenía en su propia familia personas que habían sufrido la guerra civil en diferentes bandos y eso le hizo entender mejor y muy pronto las diversas posiciones políticas. Le conocí después, algo más de cerca, a través de su trabajo en el Senado y en el Parlamento de Navarra, hasta que ya, tras nuestra común jubilación, temas comunes, político-culturales, muy por encima de la política partidista, nos incitaron y concitaron a trabajos comunes.  Entonces conocí mucho mejor la intensa vocación médica de José Javier y sus frutos de investigación sobre la salud pública, muy reconocidos por todos con numerosos premios, y, pareja con ella, su vocación política, en forma de un intenso navarrismo, unido siempre a su españolismo en la unidad constitucional de la Nación española, de la que fue adalid a la hora de estudiar y a la hora de actuar.

Crítico siempre exigente, a fuer de fiel, a veces sus exigencias le valieron ciertos disgustos y ciertos alejamientos en su partido y fuera del mismo. Quien le conocía bien sabía que era el fondo de la cuestión y no solo la aspereza de las formas lo que allí importaba. Era muy serio en eso.

Hasta el último aliento de su vida vivió plenamente su vocación intelectual y vital de médico y político. Con la mayor dignidad.

La campaña de Isabel Díaz Ayuso

 

          Se me escapan los motivos por los que el rector de la Complutense se empeñó en declarar, frente a su Junta de Gobierno, a la presidente del Gobierno de la Comunidad de Madrid alumna ilustre de la Universidad, en este año electoral, y no el año pasado o el año que viene.

Por otra parte, que lo merezca no me cabe duda alguna. Presidir la Comunidad de Madrid, sea quien sea el alumno o alumna, es motivo y más que suficiente.

Que tal  honor a una política de partido, que arrasó en las elecciones de hace dos años, iba a concitar una oposición cerrada por parte de la oposición política y de buena parte de los alumnos era algo descontado.

Pero el intento de escrache y los repetidos insultos salvajes -¡fascista, cucaracha y hasta asesina!-  a la salida y entrada de Díaz Ayuso al paraninfo, nos trasladan a los peores días de esta Universidad, antimodelo de respeto, civilidad y democracia demasiadas veces, y cuna de algunos de los políticos podemitas más nefastos para la política española.

También algunos gritos de los simpatizantes y amigos de la presidente, como ¡Fuera los comunistas de la Universidad!, parejos al habitual dirigido a los fascistas, entran de lleno en la misma censura.

Tan censurable, o más, como esos hechos indignos de universitarios y de demócratas es el aplauso a los mismos de políticos y periodistas, comenzando por el mismo ministro de Universidades, un podemita más, y el silencio de la prensa gubernamental, incapaz de la más elemental profesionalidad  y moralidad en casos como este.

Ya sé que a la singular y bien dotada Isabel Díaz Ayuso, avezada a tamañas turbulencias, no le va a temblar el pulso, pero haría bien ella misma, siguiendo el ejemplo de su secretario general, en moderar a veces sus excesivos y apasionados ímpetus retóricos e ideológicos, que pueden encender sus correspondientes réplicas, en una permanente confrontación, que daña demasiado  la actual política española.

Por lo demás, la supongo satisfecha de que esos jayanes y jayanas de su Universidad, que ya han pasado a la historia de la infamia, le hayan hecho,, antes de tiempo, la mitad de su campaña electoral de mayo.

¿La lista más votada?

 

          Entre las 60 medidas avanzadas por el líder de la oposición, en caso de victoria en las próximas elecciones -parcial reversión de la actual legislatura-, la más subrayada por los medios informativos es el cambio en la ley electoral municipal, concediendo la prioridad a la lista más votada.

Como ya se ha contestado muchas veces, esa lista más votada de poco servirá, si al mismo tiempo no se le añade un plus de legalidad y eficacia, de modo que luego pueda gobernar con mayoría, sin necesitar el apoyo de cualquier partido menor.

Pero, contando desde el inicio con la oposición natural de todos los pequeños partidos, y con la del PSOE, al que le va muy bien con la ley actual, hoy por hoy es, por desgracia,  una propuesta muerta antes de nacer.

Una ley electoral que pueda durar en el tiempo necesita un amplio consenso de los partidos mayoritarios entre sí, y todavía mejor si tiene también el de los minoritarios, que bien pueden un día crecer. De otro modo, la hipótesis de tal ley electoral deviene solo un sintagma retóricamente electoralista.

La «novela» del George Clooney vaticano

 

                  Una mano amiga me envió por la Red, la semana pasada, el libro en castellano que Mons. Georg Gänswein, el secretario de Benedicto XVI y Prefecto de la Casa Pontificia desde 2012, acaba de escribir sobre el papa recientemente fallecido, con el título Nientr´ ´ alto che la verità. La mia vita al fianco di Benedetto XVI. Muy pronto me di cuenta de que la traducción al castellana era pésima, que hasta le faltaban a veces líneas al texto… Así que  dejé de leerlo de inmediato sospechando que se trataba de una edición pirata.

Hoy me llega el último número de VIDA NUEVA, el 3.301, que trae dos páginas de recensión de dicho libro, firmada por Mateo González – Rubén Cuz, con el título El ajuste de cuentas «post mortem» del secretario de Benedicto XVI , y una columna del director de la revista, José Beltrán, escritor y periodista de probada probidad, con la rúbrica Ética agnóstica, donde llama al libro novela y compara a  Georg con Harry. Termina diciendo: Por lo que se ve, para Gänswein  no es lo mismo la lealtad al Papa que al papado. Claro, que todo empieza con la lealtad a uno mismo. Que no es cuestión de moral, sino de ética agnóstica. Cuando hace una década «Vanity Fair» le dedicó su portada, destacó que la belleza no es pecado. Tampoco exime de culpa.

Me basta y me sobra.