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¿De qué va la asignatura de Religión?

 

                                  Ciertas reacciones al nuevo currículo de la asignatura de Religión, publicado en el BOE este verano, han propalado por ahí que habla solo de valores y no de Cristo. Nada más falso. El nuevo currículo establece como imprescindible el conocimiento de Jesucristo, sus hechos y mensajes, la historia de la Salvación, la Bibia y la Iglesia, la doctrina social de esta, las tradiciones y costumbres religiosas. Busca pedagógicamente una educiación integral que descubra la relación con Dios, cultive la interioridad, la experiencia religiosa cristiana y el reconocimiento de los dones de Dios creador. ¿Les parece poco?

Megalitos en Egiar-Agiña (y II)

 

                        Al regreso de Egiar, a media tarde, Agiña está despejado y aparcamos en el nuevo aparcamiento al otro lado de la carretera, junto a media docena de coches. Subimos al altillo del helechal (618 m.) y caminamos, por el raso por si encontramos algunos cromlechs también por aqui. No encontramos nada. Un señor mayor se pasea solitario entre las cercanas hayas con un bastón. Le confundimos al princpio con un recogedor de setas.

Llegamos al repecho, sobre la carretera, donde está el mayor número de cromlechs del lugar. Si en Gipuzkoa, Oiartzun se lleva la palma en megalitos, en Navarra se la lleva Lesaka, con cientos de cromlechs, y no pocos dólmenes, menhires y  túmulos. Según el Catálogo de monumentos megalíticos en Navarra (2005), las coronas de piedra de esta estación, Agiña Ipar (Agiña Norte), son 12, todas ellas de pocos metros de diámetro, semienterradas en el césped, o a ras de tierra. Las dos primeras fueron descubiertas por Luis Peña Basurto en 1958, y las restantes, en 1984, por I. Arbelaiz, Luis del Barrio y Luis Millán. Todas ellas, casi cubiertas por los helechos, están mal cuidadas, es decir, descuidadas. A un pequeño atril de cemento y chapa, puesto hace muchos años por la sociedad Gorosti, con la indicación de altitud y datación del monumento, le han quitado la chapa con la leyenda, y el ayuntamiento de Lesaka ha añadido otro, mayor, a imitación de Gipuzkoa, con el titulo Monumentua, pero sin datos de ninguna especie, y, cómo no, con el escudo herribatasunero de Navarra, pero no el oficial de todos los  navarros.

En la mitad de la pista que se abre al oeste de la carretera, Agiña Erdi según el Catálogo, lugar hasta hace poco de aparcamiento de coches, de comidas y meriendas, apenas si es visible uno de los crómlechs, de los cuatro catalogados, descubiertos en 1958 por T. Ataun, José Miguel de Barandiarán y M. Laborde.

Y llegamos al altillo de Agiña Hego (Agiña Sur), el más conocido por la construcción de la capilla elemental de L. Vallet y la escultura de Oteiza en honor del Padre Donosti, de lo que escribí en este mismo cuaderno el 22 de octubre de 2010, y de lo que no tengo nada que corregir ni completar: solo lamentar de nuevo el atril intruso colocado por el ayuntamiento de Lesaka. Mi clasificación de los megalitos fue entonces distinta de la de hoy. Los tres cromlechs auténticos -no el mayor de ellos, inventado en los cincuenta- fueron descubiertos en 1958 por Barandiarán, Ataun, Laborde y Peña.

Un poco más lejos, ya en medio de la pista, contemplamos el gran túmulo, todo él ocupado por una frondosa maleza, que un día de 1954 descubrieron Jesús Elósegi y Adolfo Leiber.

Terminamos la excursión en el placentero paseo fluvial del Onín, cerca del viejo casco  lesacarra, y andando por este barrio levantado tras la llegada de Laminaciones, ahora en crisis, damos con uno de los tres paneles de hierro cortén, que recuerdan la construcción de 18 km. de  la carretera NA-400, entre Lesaka y Oiartzun, que acabamos de dejar, por  miles de presos políticos republicanos, toledanos, extremeños, madrileños y algunos vizcaínos, entre 1939 y 1941.

Megalitos en Egiar y Agiña (I)

 

                  Primeros de octubre. Tenemos ganas de volver a la estación megalítica de Agiña para acabar la serie de excursiones al megalitismo del norte de Navarra. Y el día nos ha salido perfecto. Además, frente a la sequía que nos ahoga en Pamplona, leemos que ha llovido durante toda la semana en Lesaka. Pero, al llegar al sitio, hay una multitud de gente con coches, motos, bicis… Tal vez una fiesta, una carrera. Seguimos por eso adelante, hacia Oyarzun. Nos paramos un rato, para almorzar, a orillas del embalse de San Antón, que está bajísimo.

En un momento dado, tomamos un desvío, GI-3454, que nos sube a no sabemos dónde. De pronto, al llegar a un recodo, vemos un gan letrero: Egiarko Harrespil Multzoa – Agrupación de Cromlechs de Egiar..., montículo de unos 300 m.,  junto con un mapa gráfico de los mismos, y el apunte de que la estación de la Edad del Hierro fue descubierta  en 1909 por P. Soroluce, estudiada  y restituida, respectivamente, en 1912 y 1967, por T. de Aranzadi y J. Altuna.

Entramos por un sendero de metro y medio de ancho, entre unos pinos entreverados de robles americanos, y encontramos a los diez minutos en un breve raso horizontal, justo donde el montículo se inclina hacia el sur, un conjunto de siete cromlechs alineados de diferente tamaño, con piedras de la zona, rocas de conglomerado con blancos cantos rodados en su interior. Es una de las 13 estaciones megalíticas más importante de la villa de Oiartzun, la más rica en megalitos de todo Euskadi. Un pequeño atril de cemento y placa de metal nos ilustra: Monumentua. Egiar. Mairubaratzak [Huertos de moros] -Cromlechs. Historiaurreko hilobak. Sepulturas prehistóricas. Uno de los mayores círculos tiene un testigo de casi dos metros de altura. Otro incluye una piedra arenisca, traída del fondo del valle. Las excavaciones hechas hasta ahora no han dado resultado alguno de restos humanos. Los trabajos de acomodación del sendero, corte de arbolado y nivelamiento del terreno, subvencionados por el Departamento de Cultura del Gobierno Vasco, han sido llevados a cabo por la empresa Lurrailan bajo la dirección del arqueólogo Luis del Barrio.

En la vertiente norte se abre a nuestros pies una gran hondonada con amplios pastizales, con muchos grupos de piedras blancas en las faldas, que se nos antojan también a veces círculos de piedras. Los montículos, los montecilos, los montes ondean suavemente, verdemente, hasta el mar, que  tenemos muy cerca. Vemos con nitidez el puerto deportivo de  Hendaya  y el ancho océano azul; el Fuerte de Guadalupe de Hondarribia, el santuario mariano y todo el sotomonte punteado de villas blancas. Y al otro lado del Jaizkibel, el chafarrinón de Lezo, Errentería y Pasajes, atravesado por una intensa luz que estalla desde el mar.

 

Adiós a Fernando G. de Cortázar

 

        Entre la nieblinas del verano, cuando todos están, de hecho o de derecho, en vacaciones o en fiestas, se nos fue Fernando, Fernando García de Cortázar, aquel hombre todo impetu, coraje, proyecto y alegría, que, además, era, como le definió su colega Ricardo García Cárcel, un luchador de la batalla cultural en favor de España. Viéndole, oyéndole, leyéndole, parecía imposible que ese jesuita iústrado e ilustrador pudiera un día enmudecer. Pero no, sigue hablando, y cómo, desde sus setenta libros, y, sobre todo, desde sus grandes éxitos editoriales de sus historias sobre España política, sobre España desde el arte, sobre España desde la cultura o desde los paisajes de su historia.

En Navarra le aprovechamos poco, y eso que le conocimos siempre presente y activo, firme y valiente, como pocos, en los años del plomo terrorista. Cuando un dia le advertí de ciertas imprecisiones sobre Navarra en uno de sus libros, hechos en comandita, me explicó la dificultad de corrección, cuando su compañero de escritura había trasmigrado más allá de la línea roja.

Un hombre público e historiador, popular sin concesiones, sin complejos religiosos o patrióticos, debelador de cualquier injusticia, para quien el cristianismo estaba siempre unido a un hecho civilizatorio, y España, nación multicultural y diversa, siempre exaltada desde un patriotismo cultural… ¿dónde encontraremos fuera de èl?

Hasta el último momento le vimos, en entrevistas, radios y televisiones, y no subido a ninguna torre de marfil,  defendiendo el humanismo, defendiendo la historia, la literatura y la filosofía en la enseñanza no universitaria, y criticando cualquier ley, fuera cual fuera, que se opusiera a ese ideal humanista, sin el cual cada vez es más fácil la manipulación y la sumisión de la gente.

No se olvidó de los pobres

 

              Cuando el cardenal franciscano, arzobispo de Sao Paolo, Cláudio Hummes, susurró a su amigo, el recién elegido papa, Francisco, aquel célebre consejo ¡No te olvides de los pobres!, no era un mera anécdota en su prolongada vida, sino todo un lema que la guió siempre y en todo lugar. Este hombre clave en la Iglesia brasileña, prefecto después de la Congregación del Clero, inspirador más tarde y relator general del Sínodo Panamazónico, murió el pasado 4 de julio, víctima de un cáncer. Toda la Iglesia, especialmente la que peregrina en Iberoamérica le ha llorado y honrado con las mejores laudes:  legado de profecía y sabiduría; otro Francisco de Asís en la Amazonía; radicalmente hermano; visionario comprometido con la esperanza; gran impulsor de la senda sinodal; un franciscano sin miedos…

Basta, para seguir admirándole, este párrafo de una de sus reflexiones sobre ese Sínodo, en diciembre de 2019, cuando era presidente de la Red Eclesial Panamericana (REPAM), en una reunión de su Comité Ejecutivo: Lo que quedó muy claro es que los indígenas pedían a la Iglesia que fuera su aliada. Por tanto, debemos estar junto a ellos, escucharlos, iluminarlos en la medida en que lo pidan o necesiten. Y que tengamos la capacidad de respetar sus decisiones, porque ellos dicen: «No queremos que la Iglesia decida por nosotros, sino que la Iglesia apoye nuestras decisiones, nuestro derecho de decidir, aunque lo que decidamos sea errado». La Iglesia debe respetar esto, y esto tiene que ver con el diálogo interreligioso, con las espiritualidades de los pueblos, con la historia de la trascendencia de sus culturas. Solo este camino puede llevarnos a ser una Iglesia inculturada. Ese iluminar es presentar a Jesucristo como una luz que no se impone, que lo que quiere es acompañar.

Entre el pecado y el delito

 

            Lucetta Scaraffia, la historiadora católica italiana, escribía hace unos meses que la sentencia de la Corte de Estados Unidos de América ha devuelto el aborto, o, mejor dicho, el derecho al aborto, al centro de la reflexión. No existe el derecho al aborto, afirman los jueces norteamericanos, y no solo ellos. Entre otras razones, porque es una elección que involucra a otras personas, como el padre del niño por nacer, y, sobre todo, el mismo niño, a quienes no se les da  voz sobre el caso.

Pero la historiadora piensa que sería más fácil desarrollar esta crítica, si se argumentara que el aborto no es un delito, a menos que no lo declare como tal la ley civil. Pecado sí para todo miembro de la Iglesia, pero el aborto no es igual a un crimen. Por lo tanto, según Scaraffia, el aborto debe ser despenalizado, no procesado legalmente, y con acceso a la correspondiente asistencia médica. No hay suficiente consenso humano moral ni para calificarlo de derecho ni para calificarlo de crimen.

Y aqui viene una reflexión, que a muchos parecerá atrevida, de la historiadora: que, si la Iglesia dejara de apoyar a los países donde la ley penaliza a las mujeres que abortan, su  reflexión contra el aborto como derecho sería más  escuchada, y sería menos fácil considerarla enemiga de las mujeres.

Megalitos en Gorramendi

 

            Otro  sábado esplendente de septiembre, con suave cierzo desde la mañana, nos lleva a las alturas del Gorramendi baztanés, donde la última vez encontramos un variado acervo de megalitos que en ocasiones anteriores no habíamoas descubierto. Partimos  de nuevo desde la carretera de Elizondo-Urdax, poco antes de llegar al puerto de Otsondo, por la pista de 11 kilómetros que abrió en 1954 el ejército de los Estados Unidos de América cuando instaló la base militar conjunta con el ejército español del Aire, con una estación de control y envío de comunicaciones, que alcanzaba un radio  de 555 millas, desde Inglaterra hasta la base de Rota en Cádiz. Dos filas de pequeños pilotes de cemento, cercan, cada diez metros y por los dos lados, la pista.

Nos soprende lo verde que está el monte, lo verdes que están los helechos, seguramente por alguna lluvia reciente, que desconocemos en Pamplona. Comemos y sesteamos en el llano de Itzulegi, donde estuvo la zona de vida de la base americana, con sus edificios reidenciales, área recreativa, cine, bolera… Ningún panel lo recuerda. Varios de ellos nos ilustran sobre la estación megalítica y sobre la riqueza biológica de la zona. Hay en uno de los ángulos del llano dos coches aparcados con un grupo de paisanos. Algunos vuelven del monte a pie, más madrugadores que nosotros.

Nos detenemos  luego en el collado de Urlegi, donde hay siete crómlechs, entre los que sobresale uno, que la nueva pista rozó, de 12 metros de diámetro, cerca del cual hay un menhir tumbado, de casi cuatro metros de longitud. En el proximo collado de Eskosko o Zimitza, vemos otro cromlech con una gran piedra, y otro menhir a pocos metros. En el  collado de Maistrugain, junto a la primera antena, en el monte Aizpitza, dominando todo el valle del Baztán, se desparraman más de una docena de cromlechs, con dos menhires tumbados. Seguimos hasta la cumbre  del Gorramendi (1071 m.) donde, a la izquierda de la pista, nos espera el famoso y enhiesto menhir de mismo nombre, de 1 ´80 metros.  En esta cumbre instalaron los norteamericanos cuatro gigantescas antenas tropocaster, y ahora se  levanta una pequeña antena de TV. Por ver otro menhir, tumbado, de tres metros  y 10 centímetros  seguimos andando, detrás de una pareja algo más joven que nosotros, hasta la cima próxima de Gereztegi u Otanarte (1079 m.), donde hoy se alza la mayor antena mixta para toda la zona.

Desde aqui, más alla del Larrún y de las Peñas de Aya, vemos el mapa vivo y desvaído de Ultrapuertos  y Labort, y el Atlántico como fondo azul. Al este, la cadena de los montes Tuturru, Tutalia, Astate, Buztanzelai o Aintziaga, nombres que evocan las batallas de la Guerra de la Convención y el nombre del futuro mariscal baigorriano Harispe, nos cierra la vista de San Martín de Arrosa o de San Esteban de Baigorri, protegido por el Auza (1.306 m.), el gigantón de  la zona. Al oeste, nos damos con la muralla pétrea de  Aintzola, Alkurruntz, las Peñas de Betarte y  Larro. Y en el hondo y verde valle, que todos llaman idílico, del Baztán brillan al sol, entre los hayedos, algunos blancos caseríos de Maya, los barrios de Aztoy y Urrasun, de Azpilkueta, y el barrio industrial de Ordoki, de Arizkun.

Imposible avanzar desde aqui por la pista, porque está literalmente des-trozada. El cromlech del próximo monte Gorramakil (1090 m.), la cima más alta del macizo,  tiene apiladas las piedras del peristalito. En Gorramakil estuvieron operativos los dos grandes rádares de la base americana, que, a finales de los sesenta, fueron trasladados a Motril (Granada). Hay quien dice que los norteamericanos no controlaban solo a los soviéticos y a sus aliados, sino también al siempre muy suyo ejército francés, que en el cercano monte de Artzamendi  tenían una estación troposférica, que enlazaba con Portugal, con un radar aéreo propio.

A media altura del proximo monte Akomendi está otro dolmen navarro de corredor junto a los de Artajona, el Bardaxilo, que,  en vez de túmulo de piedras y tierra, tiene losas apoyadas y otras hincadas en derredor. Yendo un poco más allá, hacia el monte Alkaxuri, en una loma anterior encontramos seis cromlechs poco comunes, llamados Amabirjiñei Arpea, que pasaron en un primer momento por dólmenes, de pequeño diámetro, sin túmulos ni restos de cámara.

Al volver, encontramos varios grupos de personas que vienen caminando hacia el Gorramendi. Acabamos tomando un refresco en la terraza del restaurante de Elbete, junto a la iglesita del pueblo.  La última vez que volvió al Baztán un grupo de aquellos jóvenes soldados de la base americana, ya señores provectos, con sus mujeres y sus hijos, se reunieron aqui con sus amigos baztaneses, que trabajaban en la base o conocieron en los bares, tiendas y calles de Elizondo o de otros pueblos del Valle. Fue aquella base todo un acontecimiento exótico en aquel Baztán de los años cincuenta y sesenta. Un poco más cercanos, con todo, que los célebres megalitos que hemos venido de nuevo a ver.

Racialcristianismo

 

    Una cierta extrema derecha, cuando no ultra-derecha (ultra significa siempre más allá de la democacia) han hecho  suya la reivindicación de la cristiandad. No creen muchas veces en Dios, pero opinan que el cristianismo contiene elementos que sostienen la civilización occidental y sus naciones. Exigen una Iglesia conforme a sus propósitos: culturalmente occidental e hiperromanizada. Cualquier otra Iglesia será tachada de cosmopolita o de liberal con el único fin de agradar al mundo progresista y de desacralizar el verdadero cristianismo.

Nada nuevo, si conocemos lo que sucedió con la Action Française y su prohommbre Charles Maurras, que acabó apoyando al régmen de Vichy.

Su apelación pública a Dios y al cristianismo más que a Jesús de Nazaret no puede engañarnos. Poco hay de evangélico –escribe el sociólogo Fernando Vidal– en estos partidos del Cristo caucásico. No hay un mensaje misericordioso, compasivo, no hay piedad por los más pobres ni por el extranjero. Ese movimiento no es de Dios, sino que Dios es de ellos.

Las Jornadas europeístas de Pamplona

 

        La primera actuación, este nuevo curso, del Consejo Navarro del Movimiento Europeo, en forma de cuatro coloquios-conferencias, con el título Hablemos sobre la Unión Europea, terminó ayer en el Nuevo Casino de Pamplona con mucho éxito de asistentes y de proyectos para el futuro del Consejo, que, en su nueva etapa, lleva solo tres años de actividad. Los catedráticos Francisco Aldecoa, Araceli Mangas, Francisco Sosa-Wagner y Alejandro Torres han dado prueba de buenos pedagogos en los coloquios iniciales y de buenos profesores en sus ponencias posteriores, seguidas también de coloquio. La reciente Conferencia europea, la ultima cumbre de la OTAN, los falsos tópicos típicos y los nuevos intentos de secesión, temas todos ellos, si no de rabiosa, pero sí de mordiente actualidad, han dado mucho de sí a la hora de recepción de información por los asistentes y asímismo de curiosidad  en el tiempo de aclaraciones y de ampliación de las lecciones.

Mi impresión es que hemos conocido o vuelto a conocer a cuatro especialistas de primera magnitud y a cuatro europeístas de primera división. Con mayor o menor grado de optimismo o de  esperanza por parte de los mismos, he visto que la Conferencia Europea, tan desconocida antes y ahora, ha dejado como mejor fruto el deseo de cambiar los Tratados en orden a avanzar hacia un mayor federalismo europeo -recalco: europeo-; que la cumbre de la OTAN, tras la invasión de Ucrania por Rusia, ha cambiado la polítiica europea de defensa; que el socorrido déficit democrático es mucho menor de lo que se dice, sobre todo comparado con el de los Estados miembros, y que el falso derecho de autodeterminación de las minorías en algunos Estados, visto, por ejemplo, desde la ley de la Claridad de la Cámara de los Comunes de Canadá, tiene pocos visos de poder ponerse en ejecución en la Unión Europea actual.