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Domingo Tercero de Pascua

(Mc 6, 1-6; Mt 13, 54-58; Lc 4, 16-24)

Volvió Jesús a su patria, Nazaret,
pueblo que no llegaba a los 2000 habitantes,
y, el sábado,
se puso a enseñar en la Sinagoga.
La gente, aturdida, se preguntaba:
¿De dónde le viene a este esa sabiduría
y esos prodigios que hace?
¿No es este el carpintero, hijo del carpintero?
(Un carpintero de taller, o quizás también

un carpintero de armar en la construcción,
trabajando la madera y la piedra;
quién sabe si en Séforis cercano,
capital helenística de Herodes Antipas)
¿No es este el hijo de María,
y hermano de Santiago, José, Simón y Judas?
¿No viven sus hermanas entre nosotros?

Viendo Jesús su poca fe, acabó diciéndoles:
Un profeta solo en su patria y su casa carece de prestigio.
(Como quien dice: Nadie es profeta en su tierra.)
Por eso, fuera de algunas curaciones de enfermos,
imponiéndoles las manos,
no hizo más señales allí, en Nazaret.
Por la poca fe que tenían en él sus vecinos.

De Lorca a Murugarren, pasando por Mauriain (I)

 

         Llegados cerca de Lorca, cruzamos por un paso nuevo sobre la Autovía del Camino entre Pamplona y Logroño (A-12) al otro lado, donde nos damos de bruces con el castro que venimos buscando, con el nombre, muy común en Navarra, de Gazteluzar, que los habitantes posteriores formaron con el latín y el vascuence, para indicar un castillo viejo, es decir, un fortín, al que luego se llamó  castro u oppidum, nombres latinos más propios que les dieron los romanos, y que indican un poblado prerromano defendido o protegido. Se le dio después la denominación de Lorcazarra (Lorca vieja) para distinguirla del pueblo actual.

Este Gazteluzar de Lorca era un poblado pequeño, de unos 3.500 metros cuadrados, en la cima amesetada del cerro de 475 metros de altura, hoy totalmente cubierto por un espeso encinar, quejigal y coscojal. Compuesto por roca de ofita, en tiempos recientes, y en la parte suroccidental del monte, fue explotada por una cantera, como material necesario para la construcción de carreteras. Hoy presenta por ese flanco un hueco enorme, que solo en la superficie va rellenando poco a poco la implacable vegetación. Pero la ladera sureste es todavía cultivable, y por ella ascendemos hasta topar con la muralla que cerca el castro, formada de piedras y tierra, justo donde comienza el robledal. En este corto espacio encontró Armendáriz cerámicas  y trozos de molinos desde el Bronce final. Parece que la población emigró pronto de aqui, al comienzo del Hierro temprano, tal vez por falta de espacio o de protección.Quién sabe si se fueron a castros cercanos: Urbe, Mauriain, Murumendi…

Al pie de Gazteluzar corre el regato Eskinza, que por la parte occidental y septentrional da vida a unas pequeñas huertas extendidas por una estrecha y larga lengua de tierra. El camino donde dejamos el coche y que se abre bajo uno de los fosos del castro, muy cerca de la nueva carretera, que era el último de ellos, es toda una exposición de plantas y flores primaverales, recién estalladas, desde las retamas, que la dirección de la Autovía sembró a lo largo de la via como planta privilegiada y simbólica de la misma, hasta las orondas genistas hispánicas, que ningún orífice podría imaginar, o las coquetas y humildes orquídeas púrpuras, recién amanecidas.

Lo que no no hemos encontrado, quizas por falta de preparación inmediata, son las huellas de la investigación que llevaron a cabo los arqueólogos del Gabinete Navark, cuando estudiaron, a lo largo de toda la Autovía del Camino (dePamplona a Logroño), en los años de su construcción, los poblados llamados campos de hoyos y otros yacimientos posteriores. El de Lorcazarra, datado entre el Neolítico final y el Hierro Antiguo, fue uno de esos poblados, donde identificaron, entre octubre de 2003 a abril del año siguiente, nada menos que 188 depósitos de hoyos en una superficie de 14.722 metros cuadrados, cuyo contenido revela bien la actividad de aquellos primeros pobladores tal vez del valle de YerrI, que luego se se subieron a Gazteluzar buscando mayor seguridad: cereales, frutos silvestres, instrumentos para su cultivo y recolección; restos de fauna de caza y de ganadería; y hasta moluscos y un conjunto de piedras para redes de pesca en los ríos.

Tenemos que volver.

Mi madre siempre está

 

 

Siempre que, en mis sueños, voy y vengo por el mundo,
cuando llamo a mi madre,
siempre está.
Siempre que, en mis sueños, vuelvo de mis viajes,
está mi madre esperándome.
Siempre hay una luz
en la ventanas de la cocina
de mi vieja casa del pueblo.

Hoy, que he vuelto de un viaje largo,
tal vez el de mi vida,
un hostelero chino
nos trae a mal traer a unos cuantos amigos,
cambiándonos todos los días de hotel.
Cuando he sabido que pasábamos por mi pueblo,
he llamado por teléfono a mi madre
y le he dicho que volvía por la tarde.
Te espero, me ha dicho toda contenta.

Mi madre siempre está.

 

El extremo que faltaba

 

         A lo dicho ayer, hay que añadir -mera añadidura- la votación de hoy  en el Congreso del decreto sobre medidas anticrisis, salvado gracias los  votos de BILDU, mientras su amigo y consocio, ERC, votaba en contra, siguiendo la consigna de Puigdemont en la comedia montada sobre el espionaje del CNI, salvando al mismo tiempo el Gobierno de Sánchez. Poca cosa me parece como recompensa por parte del presidente, a través de la prevaricadora Meritxell Batet, el ingreso triunfal de los independentistas BILDU, ERC, JxC y  la CUP en la comisión de secretos oficiales. Lo iremos viendo en lo que queda de Legislatura, la más degradada, corrupta, y antiespañola, como sumisa a los determinantes grupos  separatistas-independentistas de la Cámara.

PD. Para que no parezca que aqui hablo de caldo de cabeza, conviene recordar que la portavoz del Grupo de BILDU (5 diputados y diputadas) fue condenada a un año de cárcel por ensalzamiento de ETA, y que los dos más importantes dirigentes actuales de Sortu, el partido madre de la coalición BILDU, son dos etarras, condenados a muchos años de cárcel, y nunca arrepentidos.

Tocando fondo

 

        Esta mañana, escuchando en la sesión del Congreso de los miércoles las preguntas de los nacionalistas e independentistas vascos y catalanes contra la ministra de Defensa, Margarita Robles, a propósito de lo que ellos llaman Catalan Gate y espionaje del Estado contra el independentismo catalán, he visto claro que la aberrante política de Pedro Sánchez llegaba a su fin y  tocaba fondo. Suceda lo que suceda, todo será consecuencia de lo que ha sucedido hoy. Es decir, no se puede llegar más bajo, más abajo.

La caída del Gobierno sanchista en la trampa independentista de atizar la polémica, siguiendo las maniobras de Puigdemont, que se defiende así frente al Tribunal europeo, que estudia estos días su caso penal, y evita a la vez que se trate en serio de sus relaciones con el dictador criminal ruso, ha  tenido una de sus expresiones públicas más degradantes en la sesión de hoy. Una pobre ministra, la de Defensa precisamente, acorralada. Unas ministras socialistas a sus dos lados, impertérritas, como si  la cosa no fuera con ellas o les molestara la valiente actitud de sucompañera en el sanchsimo, y un presidente del Gobierno mudo y sobre todo, incapaz de abrir la boca en alguno de los momentos del tiempo real, me ha dado esa contundente impresión. Hasta me parece menor el escándalo de ayer de legitimar a los enemigos de la España constitucional en la comisión de secretos oficiales.

La última perversión del pecado original de este Gobierno lo hundía, esta mañana, en el lodazal del pozo más profundo.

Una escapada pascual (y II)

 

                   Ya ya que en una esquina de la plaza de la Hora, de Pastrana, nos recuerdan el Viaje a la Alcarria, de CJ Cela, nos vamos a dar una vuelta por ella. Vemos de cerca el rebosante pantano de Bolarque, y brazos y colas del de Entrepeñas y del mucho mayor de Buendía, ambos con solo un tercio de su caudal, que ha hecho durante los útimos años de sequía imposibles o, al menos, muy difíciles, algunas urbanizaciones, chalés, casas de campo, fincas de recreo…, que fueron naciendo cerca de sus orillas, a menudo escondidas entre los pinares, al encanto del agua embalsada. Llegamos hasta Sacedón. Y ya que no tenemos tiempo para seguir hasta la antigua Segóbriga (ciudad de la victoria), capital celtíbera y romana de la zona, nos quedamos en la ciudad también celtíbera (lusones) de Ercávica, conquistada después por los romanos, ya en la provincia actual de Cuenca, y correspondiente al termino del pueblo próximo de Cañaveruelas: un largo espolón amesetado y bien amurallado sobre el río Guadiela, ahora fundido en el embalse de Buendía. Qué olor a tomillos, lavandas, poleos, aguavientos, salvias, adonis de otoño…

Fue municipio romano ya en tiempos de los Julios Claudios, y la primera estación, en la larga vía que atraviesa de norte a sur la provincia, de la industria del lapìs specularis, o espejuelo, piedra de yeso selenítica especular traslúcida, que en todo el Imperio se empleaba sobre todo para la construcción de ventanas en los edificios, y que se exportaba por el puerto de Cartagena. Se le llamó y se le llama piedra de la luz, piedra de la luna, piedra del lobo, espejillo de asno…

A la hora de volver, no podemos evitar la fascinación de la ciudad de Sigüenza: el castillo palacio de los obipos; las travesañas para recorrer la ciudad medieval; la gloriosa catedral de todos los tiempos, con su Doncel erudito y valiente, y la Anunciación del Greco; la plaza mayor, a la que miran todos los balcones, mientras la torre más esbelta de la catedral muestra alrededor de sus saeteras las heridas en piedra de la guerra civil. La alameda, a orillas del alto Henares, aunque en ella vemos más olmos y plátanos que álamos, es un buern sitio para la  última comida campestre.

Y más acá, Morón de Almazán, que lleva en su nombre todo un castro, además de muchas otras bellezas en su centro esplendoroso.

Tres altas y lejanas cornisas de nieve nos guiñan su penúltima luz vespertina: los Picos de Urbión, la Siera de la Demanda y el Moncayo.

Una escapada pascual (I)

 


Llueve a ratos y arrecia un cierzo frío en el fortín celtíbero y romano de Medinaceli. La plaza inmensa, como la historia, y sola, como el recuerdo, ahora armonizada por la lluvia. En el palacio ducal contemplamos despaciosamente los mosaicos, las murallas, los aljibes, las fuentes…

Pasamos por la calleja matacanónigos, los canónigos de la antigua Colegiata, hoy museo de los bellísimos pasos de Semana Santa, mientras la iglesia del convento de las Clarisas hace de parroquia de los doscientos habitantes del casco viejo, dentro de los mil del resto del municipio al pie del fortín.

Y desde las soledades de Soria, por el industrializado corredor del Henares, llegamos a tiempo de celebrar el segundo domingo de Pascua al convento de las Carmelitas descalzas de Alcalá de Henares, que visitó santa Teresa en 1567, donde celebran por todo lo alto la fiesta de la Divina Misericordia. La ciudad complutense vive su día grande de las letras, del libro, de lal lengua española, de Cervantes, en una concurridísima Feria librera dentro de la inigualable plaza dedicada al Principe de los Ingenios.

Tras pasar por muchos pinares, robledales y encinares de la provincia de Guadalajara, otro palacio ducal y otra colegiata nos esperan en otra villa ducal llamada Pastrana, patria de Moratín, donde hasta los chocolates y pastelerías llevan el nombre de Éboli. Aquella tremenda mujer, princesa del mismo nombre, doña Ana de Mendoza y de la Cerda, lo llenó todo en su tiempo, hasta una torre de su palacio, convertida en prisión por orden de Felipe II, y trajo a mal traer a su amiga Santa Teresa. La villa recuerda ampliamente a las dos.

Domingo segundo de Pascua

Encuentro con los discípulos 
Jn 20, 19-31

La paz, la definitiva
palabra de salvación,
no les da la pax romana
ni les da el emperador.
La paz alegre y perpetua
les trae solo el Señor,
verdadero y soberano,
que murió y resucitó.

Del temor a los judíos
los libera y los envía
como el Padre le envió:
con el soplo del Espiritu,
el principio creador
que recrea a los apóstoles
con la gracia del perdón,
vencedor de odio y de muerte
con la fuerza del amor.

Tomás, el típico incrédulo,
el malo en la narración,
exige sólo evidencias,
como tanto fieles tibios
de cualquier generación.
Pero, ocho días más tarde,
le encuentra el mismo Señor
que ha encontrado a sus amigos,
y ese día sus dos manos
y el costado les mostró.
Y Tomas dice ferviente:
– Señor mío y Dios mío 
Impecable confesión.
(Dominus et Deus noster
llaman al emperador)
– Porque me has visto has creído 
le dice Jesús, y Juan
remata así su lección:
Dichosos los que no han visto 
y creen en su Señor.