Ceniza en el Kremlin

 

        No sé, la verdad, si la Iglesia Ortodoxa Rusa, separada de la Iglesia Ortodoxa de Constantinopla, mantiene, como la Católica-Romana, el rito tradicional de la imposición de la ceniza, al comienzo de la Cuaresma. Ya pasaron aquellas severas y penitenciales palabras de Acuérdate que eres polvo…, y hoy se recitan expresiones más prácticas y confortadoras: Conviértete y cree en el Evangelio. Dichas al dictador Putin y los suyos, tan aparentemente devotos, y si hicieran efecto inmediato, acabaría pronto la invasión y ocupación de Ucrania. Pero, como esos milagros no ocurren casi nunca en los hombres de poder y de poder absoluto, no me queda otro remedio -siguiendo las palabras de Jesús de Amar a los enemigos y hacerles el bien, que comenté hacer unos días- sino desear, por su bien, que Putin y su camarilla acaben cuanto antes ante la Corte Penal Internacional, de La Haya (2002), para que acaben de hacer del mal, Ucrania pueda seguir siendo un país libre, y la Federación Rusa se libere de unos tiranos más en su larga y triste historia.