Ciudadela

 

     Entra uno por la puerta del Socorro en el recinto de la Ciudadela y se encuentra con un jardín bien arbolado y una rica muestra de ofertas culturales en los edificios que aún quedan en pie: Sala de Armas, Polvorín, Horno de Pan y Sala de Mixtos.

Derruidas en tiempos de Cisneros las principales fortalezas navarras, la Corona española pone sumo interés en fortificar Pamplona. Los ingenieros de Carlos V reconstruyen las viejas murallas medievales y Felipe II emprende en 1571 la construcción de la Ciudadela. Será al estilo de la de Amberes, de planta pentagonal,  tendrá cinco baluartes en los ángulos y amplios fosos alrededor.

Las piedras del castillo cuadrado hecho levantar por Fernando el Católico, y en cuya defensa fue herido Íñigo de Loyola, van pasando a las nuevas construcciones, dirigidas por el arquitecto Giacomo Pallaro, apodado El Fratín. Como entonces, los labradores de los valles próximos a la capital son obligados a trabajar en las obras y a aportar al trabajo común sus carros y sus bestias.

El conjunto se remató hacia 1650, pero en los años siguientes se le añadieron contraguardias, caminos cubiertos, medias lunas y escarpas, como mandaban las teorías del entonces todopoderoso Vauban, arquitecto del Luis XIV, el rey sol.

Ya no es Pamplona llave del Reino y llave de España. Pero la Ciudadela, que tengo y contemplo cada día bajo mi piso, sigue siendo el más bonito llavero de la ciudad. Nuestro Pentágono recreativo.