«… como también nosotros perdonamos…»

 

    Lo vi más claramente, más intensamente que nunca, hace unos días, en la recitación litúrgica de nuestra primera oración cristiana. La conjunción modal como, entendida al pie de la letra, no ha hecho más que confundirnos y desnaturalizar el sentido profundo de la petición del perdón. No. No pedimos que Dios nos perdone como nosotros perdonamos (hecho y forma) a los que nos ofenden. Sino que, si nosotrros somos capaces, al menos en los mejores momentos, de perdonarles, superando la ofensa mediante el perdón y no a través de la venganza, ¿cómo no nos va a perdonar a nosotros mismos Dios, ese Dios perfecto, al que nos invita Jesús de Nazaret a imitar y seguir?