Contra el comercio que financia guerras

 

          Ciento  veintidós obispos católicos acaban de pedir a la Unión Europea, con el debido comedimiento, que se complete  el informe que acaba de presentar un diputado europeo pidiendo a los Estados miembros que supriman el comercio irresponsable de algunas de sus empresas más importantes, que financian violencia y provocan sufrimiento. Es decir, que prescindan de favorecer el negocio de grupos armados y fuerzas de seguridad en algunos países del llamado Tercer MUndo, que controlan, extraen, procesan y venden minerales, como el tungsteno, el oro, el tantalio, el estaño, el cobre o los diamantes, elementos esenciales para la fabricación de teléfonos, televisores, ordenadores, etc, etc., de uso común en los países occidentales. Esta vez los obispos, conocedores de cerca de tales abusos y atropellos, se atreven a pedir, con todos los respetos, una mayor exigencia de obligatoriedad; una mayor extensión de la misma a todas las empresas que colaboran en este negocio y no sólo a las directamente importadoras de esas materias primas, y una mayor extensión también de esas materias, y no sólo los metales más habituales en la composición de esos bienes manufacturados. Una laudable iniciativa humanista y mundial.