Un golpe inoportuno de fiebre -doblemente inoportuno por tratarse de una residencia de mayores- me impidió ayer por la tarde acudir a la Casa de Misericordia de Pamplona para acompañar, presentar y recitar los versos del libro Confinada voz, de mi amigo Jesús Mauleón, uno de los mejores poetas navarros, si no el mejor. Y lo sentí también doblemente, poque con la Casa, que es mi vecina, he colaborado no pocas veces, incluso con un pregón con ocasión de uno de sus aniversarios.
El libro, escrito durante la pandemia y su correspondiente confinamiento, es un conjunto de poemas, que cantan, lamentan o lloran variados acontecimientos vividos con la peste. Transcribo uno de ellos, titulado Da gracias al Sabio:
Procura no mostrarte
ni descorazonado ni abatido.
Te avienes a aceptar que late
viejo tu corazón, mas la palabra
te yergue a veces como si tuvieras
ochenta inviernos menos.
Pero el cuerpo te avisa y te reduce
a las fronteras de tu edad exacta.
Contra el tiempo implacable lanzas
tus palabras al aire, tanto en voz como escritas,
y consigues en un toque de magia
regresar a tus días más antiguos.
Durarán mientras guardes en tu mente
alguna lucidez y no huya de tu rostro
el don de la sonrisa.
Da las gracias al Sabio
que en tu vejez te reservó estos dones.
El humor, la palabra,
por el momento te mantienen vivo.