Mt 1 y 2; Lc 1 y 2
II
Mateo y Lucas recogen de los Salmos y Profetas,
de los cánticos cristianos primitivos,
de los ángeles del relato parabólico,
los títulos divinos más excelsos:
el Cristo (el Ungido) y el Señor.
El Rey de los judíos, heredero del trono de David
y de un reino sin fin sobre la casa de jacob.
El Hijo del Altísimo.
Emmanuel: Dios
con nosotros. Una fuerza salvadora,
el Salvador
de todos los pueblos.
Luz para iluminar a las naciones
con su fulgor,
y gloria de Israel su siervo,
elegido y pecador.
El que trae la paz a los hombres
que gozan de su favor.
Un nuevo inicio de la historia humana.
Una nueva creación
por la victoria de la justicia
y el amor.
(Lo cantó, siglos antes, el viejo Isaías:
De Sión saldrá la ley
y la palabra de Yahvé.
Juzgará entre las gentes,
árbitro será de pueblos numerosos.
Forjarán de sus espadas azadones
y de sus lanzas podaderas.
No levantará espada nación contra nación,
ni se ejercitarán más en la guerra)*
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*Is 2, 3-4.