Vuelvo a donde solía, los años que viví en Madrid antes de ser elegido para el Senado el 1 de marzo de 1979: Barrio del Batán; al comienzo, un pequeño grupo de casas pobres formado en torno al pobre convento-iglesia de los franciscanos conventuales, que fue luego extendiéndose a orillas del largo Paseo de Extremadura, a derecha e izquierda, a unos cientos de metros de la Casa de Campo, cerca del lago, que daría, años después lugar a la estación de metro del mismo nombre. Calle Villagarcía 15, piso 3º B.
Cincuenta años han pasado desde que dejé aquel piso, aquella casa y aquel barrio para venir a vivir a Pamplona. Todo lo encuentro ahora tan cambiado, en calles, bloques, comercios, jardines.., que parece nuevo. Aquella iglesia de N. S. del Rosario ya no existe: en su lugar hay una casa de atención a personas vulnerables, y muy cerca construyeron una iglesia, también pobre, pero más actual, regida por los conventuales, que tienen ahí la casa de formación.
¿De dónde es uno? ¿Solo de donde nace? ¿O también de donde vive? Donde vivimos recibimos vida y dejamos vida. Queramos o no, somos allí y de allí. Podemos ser de muchas partes. Somos de muchas partes.
Podemos elegir solo un lugar. Incluso a eso llaman algunos identidad.
Pero eso no es toda la realidad