Encontré al azar entre mis papeles una carta de mi madre, del 26 de setiembre de 1952, con su preciosa letra clara, elegante, de largos trazos y escrita con estilográfica. Me la dirige al Seminario, donde yo acabo de comenzar el primer curso de Filosofía, ya instalando en el primer brazo del edificio hacia el norte, llamado pabellón de Filosofía:
Queridísimo Manolo: Quizá te extrañe esta carta, pero he pensado escribirte pues me parece muy largo esperar hasta después de Ejercicios, ¡con lo poco que cuesta escribir y la alegría que se se siente al recibirla! Lástima que te llevaste la pluma buena y ahora me cuesta trabajo escribir con estas; cuando vaya por ahí, he de llevar las estilográfica a arreglar pero solo para mí; ya lo sabes. He escrito ahora a tía María [hermana de mi madre, religiosa concepcionista, residente en Madrid] y también a Agustín [hermano de mi padre, canónigo y profesor en el Seminario de Pamplona], conque ya ves que no vas a ser tú menos pues quiero enterarte del resultado de la vendimia. ¿Sabes, Manolo, cómo nos pasó el tiempo el último día que te visité? Fíjate que a las 4 menos minutos llegué a casa [de su sobrina Eduarda o de su cuñada Ángeles], tenía que comer y a las 4 y media salía el último coche, conque no te digo nada los trotes que me armé, pero, vaya, llegué con toda felicidad para preparar la vendimia. El lunes, llovió mucho, no se pudo ir y ya ayer, sábado, acabamos. Alguna tarde fui a ayudarles un poco, ha hecho un tiempo estupendo, calor; hemos tenido 48 cargas; como ves, años hacia no había habido así; da gracias a Dios como yo se las doy. Tenemos en los lagos pa la cubica y alguna pipa, y lo demás la vendimos. Se vende mucha y mosto de todo compran, menos mal; así que Mañeru este año está de enhorabuena. Seguramente, Manolo, que no tendré ocasión de mandarte nada hasta las órdenes de Corpus [Corpus García Galdeano, seminarista de Mañeru, cinco cursos mayor que yo], pues esta semana no ha de ir nadie por ahí y la otra entráis en Ejercicios, así que puede ser.
Sabes, hijo, que te recuerdo muchísimo a todas horas desde las 6 de la maña que estoy bien despierta acordándome de tu gran pereza y en esos días de Ejercicios rezaré mucho por ti; aprovéchate cuanto puedas; ya me contarás tu impresiones, y si te ocurre algo pa que te mande me escribes que Agustín vendrá algún día de estos, creo yo. Y ya te dije que si te hacía falta dinero le pidieses, ya se o daré yo cuando venga. Me parece te estoy viendo en tu ventana diciéndome adiós; te recuerdo mucho cuando algún acarreador canta jotas; ya me decía ayer Antonio [tal vez, mi primo carnal mayor de todos , el primer hijo de mi tía Cruz, hermana mayor de mi madre]: ¿Qué, ya canta allí Manolo?
Iré a visitarte del 15 al 20. He cocido algo de arrope y he hecho dulce de membrillo; cuido de los lagos y les ayudo en la bodega; como ves, no me falta quehacer. Andan todos atareados por demás; más tranquilos vivís vosotros. Voy a leer un rato. Ha comenzado D. Santos a escribir en El Pensamiento; no sé si habrás leído. Estudia mucho, Manolo, que ya llegan las Navidades, y sobre todo trabaja por ser mejor; acuérdate en el mes que llega de encomendar a Dios y encomendarte tú a las almas de los que te quisieron aquí y te siguen queriendo allá [el 16 de octubre era el cumpleaños de mi padre].
Y nada más, hijo, hasta la tuya. Muchísimos besos y abrazos,
Josefina.
Ayer murió Doña Poli Urra; reza por lo que le hiciste enfadar de crío. Adiós, majo.