En Sudán del Sur, el Estado más nuevo del mundo, mujeres y niños están siendo sacados de hospitales y escuela y asesinados al borde de las carreteras, mientras la propaganda incitando al odio tribal se difunde por todo el país. Las violaciones de mujeres y las mutilaciones de cualesquiera se suceden por doquier. El presidente y el ex vicepresidente del Gobierno, en una ciega disputa por el poder, son los primers culpables de la guerra abierta entre dos grupos étnicos, que habían convivido en paz durante décadas. Más de un millón de civiles, de un total de 11 millones de habitantes, han huído de sus casas, decenas de miles han muerto, y el país sufre una hambre desoladora. .Una vez más, y a través de la ONG Avaaz, pedimos a Catherine Ashton, jefe de Política Exterior de la Unión Europea, que se impongan sanciones selectivas sustanciales, incluyendo la congelación de activos y la prohibición de dar permisos de viaje a los líderes responsables de las matanzas, del hambre y del destierro. Que la ONU envíe muchos más cascos azules que los 9.000 que ahora patrullan por un país tan vasto como Francia. Que se asegure la asistencia humanitaria inmediata para combatir la hambruna. Y que los instigadores de tales horrores sean juzgados ante un tribunal internacional.