«¡Dejen de asfixiar a África!»

 

             Como era de temer, y siendo África el sujeto, el viaje del papa Francisco a la República Democrática del Congo y a la República del Sudán del Sur, ha sido olvidado de nuevo  por los medios de comunicación españoles.

Era el tercer viaje de un  papa (Juan Pablo II, dos veces) a la primera de las Repúblicas, el llamado diafragma de África, con más de 100 millones de habitantes, uno de los países más ricos potencialmente del mundo y, al mismo tiempo, al decir del papa visitante, atormentado por la guerra y que sigue sufriendo, dentro de sus fronteras, conflictos y migraciones forzosas, y continúa padeciendo terribles formas de explotación.

En su primer discurso, en el jardín del palacio presidencial, ante el presidente de la República, autoridades y cuerpo diplomático, Francisco pronunció una de sus alocuciones más denunciadoras, más proféticas, a las que ya nos tiene acostumbrados en sus viajes apostólicos:

-Tras el colonialismo político,, se ha desatado un colonialismo económico igualmente esclavizador. Así, este país, abundantemente depredado, no es capaz de beneficiarse suficientemente de sus inmensos recursos: se ha llegado a la paradoja de que los frutos de su propia tierra sean extranjeros para sus habitantes.

El papa romano tocó muchos puntos concretos: el abandono de la  escuela por los niños, muchos de ellos explotados y muertos, sometidos a un trabajo esclavizador en las minas; el veneno de la avaricia, que ha ensangrentado sus diamantes; la obstinación por la propia etnia por intereses particulares, alimentando espirales de odio y violencia… 

Y queda para las antologías este desgarrador apóstrofe profético:

-¡No toquen a África. Dejen de asfixiarla, porque África no es una mina que explotar ni una guerra que saquear. Que África sea sea protagonista de su propio destino. Que el mundo recuerde los desastres cometidos a lo largo de los siglos en detrimento de las poblaciones locales y no se olvide de este país  y de este continente!