Crecimiento y decadencia
Si la civilización es el orden social que promueve la creación cultural, ¿hay alguna regularidad en este proceso de crecimiento y decadencia? Un día lejano Virgilio anunció la repetición determinista del universo y, como sabemos, Nietzsche se volvió loco con el eterno retorno.
Pero la historia se repite solo en líneas muy generales, y no hay ninguna certeza de que el futuro repita el pasado. Saint-Simón dividía el pasado y el futuro en una alternancia de períodos orgánicos y críticos, y Spengler dividió las civilizaciones en dos períodos; uno de organización centrípeta y otro de desorganización. Y, mientras el primero miraba a socialismo como como una nueva síntesis, el segundo tenía a la aristocracia como la época de la plenitud de la vida y del pensamiento.
Si la mayoría de los Estados se formaron a partir de la conquista de un grupo por otro, ¿cuáles son las causas del declive? Casi siempre por el fracaso de sus líderes a la hora de enfrentarse a los desafíos del cambio: climáticos, demográficos, económicos, culturales… Resulta tentador, pero no es cabal explicar el comportamiento de los grupos, de las naciones, de los Estados mediante la analogía con la fisiología y la física.
Hablando de civilizaciones, tampoco nos sirve de mucho la similitud con la fisiología animal. Las civilizaciones -y este es el mensaje central de los Durant- no mueren del todo. La civilización greco-romana vive no sólo en nuestras bibliotecas y universidades, sino en todos nosotros. E igualmente la civilización cristiana antigua y medieval. Y la humanista-renacentista. Y la civilización de las luces. Los romanos importaron al Imperio la civilización griega, los humanistas importaron a todo el mundo conocido la griega y la latina. Los europeos las exportaron a la América descubierta por ellos y a todos los países que conquistaron y colonizaron. América y Europa las han ido exportado a todo el mundo… Y así, entre unas y otras, entre unos y otros, hemos constituido el patrimonio de la humanidad.