Domingo 30 del Tiempo Ordinario

 

 No existe  mandamiento mayor que estos

(Mc 12, 28-34; Mt 22, 34-40; Lc 10, 25-28)

 

Marcos inserta tal vez aquí
una bella tradición preexistente
de uno de los escribas,
por una vez amable, discreto y perspicaz,

quien viendo que Jesús
había respondido bien a los saduceos,
se atreve a preguntarle:
-¿Cuál es el primero de los mandamientos?
Escucha Israel -responde Jesús-,
el Señor nuestro Dios es un solo Señor,
y amarás al Señor tu Dios
con todo el corazón y  toda tu alma,
con toda tu mente y todas tus  fuerzas.*
Y este es el segundo:
Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
No existe mandamiento mayor que estos.**

Y entonces el escriba:
Maestro, con verdad has dicho
que Él es el único
y no hay otro fuera de Él,
y amarle con todo el corazón,
con todo el entendimiento y todas las fuerzas,
y amar al prójimo  como a uno mismo
vale más que cualquier sacrificio y cualquier holocausto.

Y Jesús entonces,
viendo que había respondido con toda sensatez:
No estás lejos del Reino de Dios

Y nadie se atrevía a decir nada.

*

Todo un escriba judío
confirma la autoridad del Maestro galileo.
Une el Maestro aquí los dos mandamientos de la Ley
distinguiendo el primero del segundo,
por encima de todos los demás.
Nadie hasta entonces lo había hecho,
ni lo hará después.
Para Jesús, profeta escatológico
que viene a reunir al Israel disperso,
el primer mandamiento genera el segundo,
que es querer y hacer al bien al prójimo.

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*Dt 6, 4-5
**Lv, 19-18