Domingo VII de Pascua

 

Conclusión del Evangelio de Mateo

( Mt 28, 16-20)

 

Los once discípulos volvieron a Galilea,
al monte que Jesús les había predicho.
Algunos de ellos le adoraron
y algunos llegaron a dudar.
Mateo no habla de ascensión a los cielos,
y calla sobre el Espíritu.

Jesús resucitado
ejerce la soberanía universal de Dios:
Me ha sido dado todo el poder
en el cielo y en la tierra.
Y encarga a sus discípulos
hacer discípulos
como misión fundamental.
Como él,
habrán de llevar una vida marginal y altruista:
Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes…

El bautismo ha sustituido a la circuncisión.
El mandato misionero incluye el bautismo:
bautizándolos en en el nombre del Padre,
del Hijo y del Espíritu Santo,
(En el nombre significa compañía, pertenencia y protección)
y enseñándoles a guardar
todo lo que yo os he enseñado.

No es una despedida.
Jesús resucitado promete su presencia,
activa, constante y salvadora,
entre todos sus futuros misioneros:
Y he aquí que estoy con vosotros,
todos los días,
hasta el fin del mundo.