El presupuesto fundamental de la actividad científico-técnica es la confianza en que el mundo está ordenado según leyes naturales matemáticas, que pueden ser conocidas por nuestra inteligencia (J. Leach, Matemáticas y Religión). Es natural que, dada tal coincidencia asombrosa entre la razón humana y racionaalidad del mundo, el hombre se pregunte por una Razón originaria y superior, fuente caudalosa de ambas.