Muchos son los efectos de la invasión de Ucrania por las tropas de Putin, y las iremos viendo con detalle durante las próximas semanas. Para empezar, ahí están las cada día más abundantes informaciones sobe las relaciones del cabecilla separatista catalán, Puigdemont, con amigos y colaboradores de Putin, en los que buscaba ayuda económica, política y cultural, y hasta el reconocimiento de la independencia (?) de Cataluña por medio de la República de Armenia.
La guerra que padece Ucrania ha puesto de relieve todo ello, ha iluminado la catadura amoral e inmoral del independetismo catalán, que no se detiene en barras, y lo ha denunciado ante el mundo, que condena muy mayoritoriamente ahora las idas y venidas de Putin y sus oligarcas en todos estos últimos años. Lo que ha abierto también una brecha en las filas del Gobierno catalán, sobre todo tras las declaraciones del diputado de ERC, Gabriel Rufián, que no ha podido menos de condenar las andanzas de sus comilitones independentistas del brazo de los agentes del Kremlin.
La serie continúa y pronto sabremos mucho más sobre las relaciones del separatismo supremacista y xenófobo catalán y el gran nacionalismo imperialista de Putin. Todavía no conocemos las repercursiones de este escándalo en la opinión secesionista. Y lo cierto es que, hoy por hoy, por los costos ecconómicos y politicos vistos hasta ahora, el agotamiento de la causa, la mayor madurez de la ciudadanía, la mejor información, la división entre los separatistas, el predominio del secesionismo izquierdista en una sociedad conservadora… las última encuestas ¡no dan más de un 38% de partidarios de la independencia!