Yendo por el Camino francés a visitar las exposiciones de la vigésima edición de las Edades del Hombre en Burgos, Carrión de los Condes y Sahagún, uno no puede menos de detenerse en la villa Sasamón (comarca de Odra-Pisuerga, Burgos), de 400 habitantes, Conjunto Histórico, pero también en su pedanía de Olmillos de Sasamón.
A pesar del incendio durante la guerra de la Independencia, el imponente templo gótico de la Colegiata de Santa María la Real, que fue sede episcopal en los siglos XI y XII, y el claustro del XV, de Juan de Colonia, exigen una reposada visita. La portada sigue el modelo de la puerta del Sarmental de la catedral burgalesa, y la puerta florida de San Miguel es toda ella un florilegio. En la plaza adjunta, fragmentos de columnas romanas simbolizan no solo la fundación de Segisama Julia, sobre la anterior ciudad túrmoga o turmódiga (céltica) de Segisama (sufijo céltico: Lezama, Zegama, Ultzama), que significa la más fuerte, sino el recuerdo de uno de los hijos de la localidad en la vida del Imperio.
Pero los historiadores señalan el bien visible y perfecto otero cercano de Castarreño o Carrecastro (nombre revelador), como el verdadero oppidum céltico, la verdadera Segisama, más próximo al pueblecito Olmillos de Sasamón, nacido con la repoblación a partir de la Reconquista y documentado como villa en el siglo XII. El pueblo es famoso por su palacio-castillo de cuatro torres, del siglo XV, hoy hotel de cuatro estrellas, Señorío de Olmillos; por la recreación festival, cada verano, de los Turmódigos, y por sus veladas poéticas (Poesía en el Camino) durante el mes de agosto. Todo el conjunto del pequeño pueblo tiene en verdad un aliento poético.
Lo que más me atrae aqui la atención y es causa principal de la visita es la noticia de que en los últimos años los arqueólogos han descubierto 60 campamentos romanos, desde la parte oriental de Lugo (Lucus Augusti), pasando por Asturias, Cantabria y Norte de Castilla y León, hasta Sasamón- Segisama (Olmillos de Sasamón), levantados durante los años 26 – 16 a. C, con el fin de pacificar las fronteras conflictivas del Imperio Romano frente a los poblados rebeldes de cántabros y astures. El emperador Augusto dirigió en persona, el año 26, según Floro y Orosio, los ataques contra los castros de los cántabros en el norte de Palencia y Burgos, tras los cuales se retiró agotado y enferno a la capital hispano-romana, Tarraco.
Arqueólogos de varias universidades españolas y del resto de Europa están estudiando, hace varios años, en Carrecastro una fortificación romana campamental, de ocho hectáreas de extensión, dirigida a la conquista y control de los territorios del Norte de la Meseta Castellana y de Cantabria. Emplean los más novedosos métodos de prospección por magnetometría o generación de cartografías tomadas por drones.
Cuando en Navarra apenas contamos con el viejo campamento de Los Cascajos, en Sangüesa; el probable campamento romano frente al oppidum de Irulegi, en Mutilva, y el posible de Gazólaz, el gran recinto de Segisama, uno de los 60, no deja de ser un atractivo irresistible.