El teólogo vasco Jesús Martínez Gordo firma en VN el trabajo La sinodalidad `consensuada´´´ o «` vinculante ´ . La Iglesia ´Por qué Alemania va más allá de la propuesta de Francisco. Gordo distingue cuatro modelos de liderazgo, magisterio y organización eclesial, a la luz del Vaticano II. En primer lugar, el colegial y codecisivo del papa con los obispos, aprobado en el aula conciliar. El unipersonal consultivo, promovido por Pablo VI y reforzado en el postconcilio por Juan Pablo II y Benedicto XVI. El unipersonal consensuado, que está proponiendo y promoviendo el papa Francisco en los últimos Sínodos y sobre todo en este de la Sinodalidad, que comenzó a escala diocesana en 2021 y que acaba de terminar el 29 de octubre. Y el cuarto, corresponsable, bautismal y ministerial, y, además, vinculante, estrenado en Alemania y tolerado hasta ahora por el papa Francisco.
Tras un minucioso recorrido por la involutiva y restauracionista relectura posconciliar del magisterio y gobierno de la Iglesia aprobado en la Lumen gentium (la infalibilidad de todo el Pueblo de Dios), el teólogo alavés estudia el propósito del papa Francisco de dar la vuelta a la pirámide a partir de 2015, en el 50º aniversario de la institución del Sínodo por parte de Pablo VI: El papa no está por sí mismo por encima de la Iglesia, sino dentro de ella como bautizado entre los bautizados y dentro del colegio episcopal, llamado, a la vez. como sucesor del apóstol Pedro, a guiar a la Iglesia de Roma, que preside en el amor todas las Iglesias.
Siguen las constituciones apostólicas del papa actual Episcopalis Communio (2018) y Praedicate Evangelium (2022): Cualquier fiel puede presidir un dicasterio o un organismo…, habida cuenta de que cada institución curial cumple su misión en virtud de la potestad recibida del Romano Pontífice, en cuyo nombre opera con potestad vicaria en el ejercicio de su munus (autoridad o responsabilidad) primacial.
El 9 de octubre de 2021, en la sesión de apertura del Sínodo de la Sinodalidad, el secretario general del Sínodo, cardenal maltés Mario Grech, dio la sorpresa al anunciar que el placet de los obispos iba a estar acompañado esta vez del consenso de todas las Iglesias, y que sería convocado de nuevo el Pueblo de Dios para cerrar de esta manera el proceso sinodal.
Lo que se ha aprobado en esta primera sesión del Sínodo, y que he resumido en las seis entregas anteriores, volverá a las diócesis de todo el mundo para ser discutido y tal vez enmendado, y las nuevas sugerencias irán de nuevo a la Secretaría General del Sínodo, a fin de ser llevadas de nuevo al aula sinodal en octubre de 2024, de donde saldrá el Documento final, que será llevado al papa, que podrá firmarlo con todos los sinodales.
La Iglesia alemana, en cambio, ha apostado, ante la frustración de ciertos intentos anteriores, por ese cuarto modelo, que citaba al comienzo, puesto en práctica en estos últimos años en su Camino Sinodal, fundado en el pueblo de Dios, alimentado con los mismos sacramentos, que hace a todos los cristianos iguales y corresponsables, con la diferenciación y complementariedad de los ministros ordenados, y del cual he hablado en este Cuaderno en varias ocasiones. Este Camino Sinodal tomó en serio la necesidad, lanzada al mundo por Francisco en su Evangelii gaudium (2013) de repensar y poner en marcha una conversión del papado, que podría tener su maduración y su presentación al mundo en un Vaticano III, todavía lejana, pero no tanto. Vinculante, y no solo consensuada, la síntesis del Camino Sinodal de la Iglesia alemana será un adelanto, un estímulo, un apoyo para los que han de preparar, sin tanta prisa y con mayor sosiego, ese futuro Concilio. No es necesario que ocurra escisión alguna: De la misma manera -escribe Gordo- que en el diálogo ecuménico se está abriendo camino la concepción de la unidad como diversidad reconciliada, es decisivo que dicha concepción de la unidad forme parte de un modelo organizativo como comunión de iglesias diferentes, y, a la vez, articuladas o unidas por la misma fe, expresada en un mismo credo por todos compartido.
Basta ver hoy la diferencia de disciplina durante siglos, y hoy vigente, entre las Iglesias ortodoxas, anglicanas, protestantes y católicas occidentales y orientales, en lo que a la elección, vida y organización de sus ministros se refiere, para imaginar qué puede ser en su día la Iglesia cristiana, unida, diversa y universal.