El desvergonzado Lope de Vega

 

            Estoy terminando la lectura y estudio de las Cartas (1604-1633) de Lope de Vega a su protector y amigo duque de Sessa, de las que hablé en su día. Además de escribirle las cartas para las sucesivas amantes del duque, compartía con él enredos amorosos y groserías eróticas, amén de diatribas contra los frailes de su tiempo. Así, por ejemplo, en su carta nº 229, de octubre de 1617:

Bueno se anda vuestra excelencia de paternidad en paternidad, duque mi señor. Los frailes son los más discretos  hombres del mundo. No van a la guerra, ni pagan millones. Gozan lo mejor y danles dineros, porque dicen las mujeres que los ponen debajo. Debe de ser más firme el eje, que hay mujer que tiene las nalgas como ruedas de torno, por quien decía Cicerón: «ábreme, que me torno». No sé a cuántos capítulos don Quevedo lo dijo mejor en una sátira:

Las, Dios nos libre, faldas levantadas

¿Qué le parece a vuestra excelencia del paréntesis? A la fe, señor, ellos hacen hijos y otros los crían.

 Y no continúo con lo que sigue para no manchar estas páginas.

Cuando esto escribía, enviudado dos veces, tras tener varios hijos legítimo  y de varias mujeres fuera del matrimonio, uno de ellos fraile franciscano, se había ordenado de clérigo en 1614, pronto oficial del Santo Oficio, y enredado después con la Loca (la actriz Lucía de Salcedo) y había tenido una nueva hija con la casada Marta de Nevares, cuyo marido le perseguía y estuvo una noche a punto de matarle.

¡Y aún tenía rostro para hablar mal de los frailes!