El Dios de Antonio Ruiz de Montoya

 

         Este jesuita peruano (1585-1652) vivió con y para los guaraníes durante veinticinco años; aprendió su lengua; conoció sus costumbres y también la geografía, la fauna y botánica de la selva. Fundó 13 Reducciones, con sus poblados, colegios, iglesias, centros de producción agrícola. Defendió a sus indios frente a las bandas armadas portuguesas (los bandeirantes), que querían esclavizarlos, a veces trasladándolos desde Brasil hasta Argentina cerca de mil kilómtros. Más tarde, le fueron asignadas 26 Reducciones en la zona de los ríos Paraná y Uruguay, cuando tuvo que armar a sus pobladores contra los bandeirantes. La maravillosa película La misión, de Roland Joffé (1986) está inspirada en su persona, sus hechos y sus escritos. En 1637 viajó a Madrid para presentar al rey de España la causa de los guaraníes y su defensa, y regresó a Perú cinco años después. Entonces escribió su libro Sílex del divino Amor, un tesoro de experiencias espirituales, donde menciona al guaraní Ignacio, su maestro espiritual.

Quita discursos. Quita formas. Quita comparaciones y figuras. Que cuanto más quitares, conociendo que nada puedes conocer, si no dejas más, porque el objetos que buscas tiene su habitación en las tinieblas, a cuya luz increada el más claro y despejado sol es tiniebla oscurísima.

– Desnudo absolutamente en la presencia de mi Dios, como lo estaba la nada, para que de mí, como de nada, haga o deje de hacer lo que fuera de su debido gusto (…) Mi alma es de mi Dios. A él la vuelvo y de ella me desnudo. Y me pongo en aquel paraje y puesto en que estaba en su divina idea antes de que la comunicara el ser que tiene.

Mientras tienes que vencer en dejar lo dulce de tu gusto por lo amargo ajeno, no amas con voluntad libre. Lo estarás cuando tu voluntad estuviere tan unida a la divina, que no hagas diferencia de amargo o dulce.