El Dios de Dag Hammarskjöld

 

        Hijo del que fuera primer ministro socialdemócrata de Suecia durante la primera guerra mundial, doctor en economía política, tras varios cargos gubernamentales, llegó a ser el segundo secretario general de la ONU (1953-1961), volcado en el desarrollo democrático y económico de los países del llamado Tercer Mundo. El recorrido espiritual de su vida está recogido en su libro Marcas en el camino, una suerte de diario, donde incluye también poemas y citas de sus lecturas desde el año 1925 hasta su muerte, en un accidente aéreo en el Congo, donde se hallaba en una misión de paz. Premio Nobel de la Paz póstumo, ese mismo año.

     Dios no muere el día en que dejamos de creer en la divinidad personal. Pero morimos el día en que neuestras vidas dejan de estar iluminadas por el permanente resplandor, renovado cada día, del milagro. Fuente que está más allá de toda razón.

Nuestra más profunda verdad creadora adivina en los demás una correspondencia y siente por ello su propia universalidad. Así nos hace acceder al conocimiento de una fuerza de la que ella misma no es más que una chispa en nosotros.

Así fui yo con Dios en sueños, a través de la profundidad del ser: muros que ceden, puertas abiertas, silencio, oscuridad y frescor, de sala en sala -familiaridad, luz y calor en las almas-, hasta que en torno mío hubo la inmensidad en la que hemos confluido y en la que seguimos viviendo, como los círculos producidos por las gotas que caen en las espaciosas aguas calmas y tenebrosas.

La experiencia mística. Siempre aquí y ahora, en la libertad que se confunde con el aislamiento, en un silencio que nace de la calma. Pero esa libertad es una libertad de acción, esta calma es una calma entre seres humanos. Ese misterio es constante realidad para quien, en el mundo está libre de sí mismo; realidad en la tranquila madurez, bajo la espera acogedora de la aceptación. El camino hacia la santificación, en nuestros días, pasa por la acción.

A lo pasado, ¡gracias!; a lo que ha de venir, ¡sí!

Así, todas las mañanas, será el mundo creado de nuevo, perdonado, en Ti, por Ti.