Joan Maragall (1860-1911), conocido como poeta, escritor y crítico literario, traductor de obras alemanas y francesas, analista político y nacionalista catalán templado, fue también un hombre profundamene religioso. Su pasión por la vida y por la materia, su fascinación ante la belleza y fuerza de la naturaleza, atravesadas por un impuslo de transcendencia (el enllá, el amunt y el endins de las tres etapas de su vida) nos recuerdan una y otra vez el espíritu de Teilhard de Chardin.
–Al Dios, que es tú mismo, que vive en ti, a este te digo que ames. Con solo amar, ya le amas a Él, y no puedes amar sin que le ames a Él. Ama a Dios quiere, pues, decir: ama la causa de tu amar, ama el amor, y vivirás.
–¡Oh! ¡Qué rayo de luz! ¡Qué alegría! ¡Qué desgarro de velos! ¡ Qué proyección al infinito! No más barreras, no más muros, no más bóvedas, ni la tristeza de haber llegado a un término y no poder, no deber, ir más allá. La ascensión humana indefinida, el empezar siempre, el eterno comienzo y la esperanza siempre más allá, infinita.
–El hombre es la naturaleza sintiéndose a sí misma y esforzándose en volver toda a Dios, espiritualizándose por conocimiento y por amor, que vienen a ser una sola cosa: el amor, un conocimiento inconsciente; el conocimieno, un amor iluminado.
–Dios buscándose a sí mismo con amor y dolor a través del mundo. En esta figura y majestad, como una divina tragedia, se me presenta a mi toda la vida universal desde el esfuerzo por brotar de la más humilde hierbecilla hasta el misterio dela Encarnación y Redención del Hijo de Dios. Tal y tanta siento la dignidad del espíritu humano, quien asume toda esta inmensa acción en la tierra, en tantos grados y maneras proporcionados a la Infinita Esencia de Dios y a la múltiple apariencia consiguiente de la Naturaleza.
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