El Museo de los Echauri

 

          Vuelvo, cuando anochece, de casa de los hermanos Echauri, con los ojos casi enceguecidos por la luz. Por la luz del palacete barroco de su casa museo, y sobre todo por la luz de los numerosos y esplendentes cuadros de Miguel Ángel. Su hermano Fermín, decorador de oficio y arte, el que un día ya lejano nos decoró las pobres estancias de aquel primer Parlamento de Navarra, ha dejado como un pequeño templo bávaro la antigua vivienda de los Eío-Los Arcos en medio del casco antiguo de Pamplona, levantado en torno a su gran escalera central y rematado por la cúpula sugestivamente celeste. En los tres pisos del palacete cuelgan algunas obras de Miguel, entre algunos muebles sencillos y exquistos, y algunas pequeñas esculturas acompañantes, vamos siendo arrebatados por las pinturas de las diferentes etapas del artista: la etapa de Uruguay, tras su estancia familiar en Cuba: la primera, tras su retorno a España, la segunda, la última…  Muchísimos cuadros fueron vendidos, y vuelven de vez en cuando, provisionalmente, a casa en una u otra exposición, pero el pintor se reservó algunos de su más estricta devoción. Época de los cuadros de la tierra, tan desnudos como desoladores; de las piedras implacables, elemento básico del cosmos; de bodegones mil, homenaje al mundo vegetal y doméstico al servicio del hombre… El experto Emilio Quintanilla nos va guiando a los amigos de la revista Pregón, que presentamos la candidatura de Miguel Ángel al premio Príncipe de Viana, entre los que está otro experto, José María Muruzábal, y nos va señalando, apuntando tan sólo tiempos, estilos, costumbres, notas, matices. Nos dice que Miguel Ángel Echauri siempre pintaba en casa, con mucha luz, nunca fuera, nunca con modelos, nunca con fotos, siempre partiendo de sus experiencias y de su imaginación. Realismo imaginativo, realismo lumínico. Discípulo de los discípulos de Caravaggio, si no fuera porque los vemos aqui, pensaríamos que se trataba de cuadros de Velázques, de Ribera, de algunos holandeses del XVII.  Ese color, esa luz, de las manzanas, de las cebollas, de los limones, de las patatas, de los metales, de las mesas, de las piedras… Esa luz…